CAPÍTULO 18

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Llego a la base y todo el personal estalla en aplausos incluidos mis compañeros, Adler está a la cabeza con una gran sonrisa. Romeo está muy orgulloso, le brillan los ojos, y cuando llego a su altura viene directo a abrazarme.
—Lo sabía, tú puedes con todo —me dice Romeo emocionado.
—No es nada, estos éxitos no serían posible sin vosotros, entre todos lo hacemos —les respondo aplaudiéndoles.
—Tenéis la noche libre para celebrarlo, no bebáis mucho que mañana tenéis que volver al trabajo —dice Adler dirigiéndose a nosotros sonriente.
—Gracias comandante supremo —le contesto.
—Tenéis quince minutos para estar listas, si no me voy —nos amenaza Milo a Aqua y a mí.
—Me sobran diez —responde Aqua corriendo hacia su habitación. Romeo y yo nos miramos y reímos.
Minutos después salimos por la puerta arreglados, dispuestos a disfrutar de la noche. Milo lleva vaqueros y una chaqueta marrón con unos náuticos azul marino, Aqua lleva un mono con pantalones de elefante en verde militar, con un abrigo marrón, está guapísima, normalmente tiene gafas, y ahora se ha puesto lentillas, dejando ver su grandes ojos redondos color miel. Su pelo castaño oscuro lo ha recogido en una trenza. Romeo va con un pantalón de pinza negro y su chaqueta correspondiente, va muy elegante como siempre, el estilo Italiano lo lleva en la sangre, y yo me he puesto un vestido rojo de espalda descubierta que llega ajustado hasta debajo de las rodillas, con un abrigo beige.
—Se echa en falta a Lion —dice Milo.
—Lion no querría salir, lo vería mal —le responde Romeo.
—Ya lo celebraremos con él cuando vuelva —contesto.
—Conduzco yo —dice Milo.
Nos montamos en su coche y vamos al club elegante donde va toda la gente importante de la ciudad, para una vez que salimos no queremos escatimar en gastos y queremos sentirnos cómodos sin peleas en bares de mala muerte. Estoy muy cansada, apenas he dormido estos días, pero eso no va a impedir que me divierta un día, todo es necesario.
Entramos en el “Ocean’s Club”, está en el piso superior de un rascacielos en el centro de Alemania, mires hacia donde mires es todo lujos, aquí casi todo el mundo bebe champán, nada de vodka o ron. Nos sitúan en un espacio reservado sólo para nosotros, un enorme sofá blanco con una mesa baja, nos sirven una copa y le doy un sorbo.
—Nos hacía falta ya una de estas —dice Romeo. Se me viene a la mente algo y me levanto en busca del encargado del local. Vuelvo a la mesa y nos han dejado una botella de “Taste of Diamonds”, una botella con diamantes incrustados. Recibo un mensaje y miro la pantalla.
*Tú tan droga, y yo tan adicto… *
Fuerzo la vista mirando la frase, no tengo el contacto, ¿se habrán equivocado?
—¿Y esa cara? ¿Malas noticias? —me pregunta Romeo en voz baja.
—He recibido un mensaje y no tengo ni idea de quién es —le enseño el mensaje mientras le hablo.
—¿A quién le has dado tu número? —pregunta Romeo.
—A nadie, y Lion no creo que sea, está frase no la diría él —le digo mirando pensativa la pantalla.
—¿Puede ser el Asesino? —a Romeo se le ensombrece la cara mientras pregunta.
—¡Mierda! —maldigo poniéndome nerviosa.
—Mañana lo pensaremos, disfruta hoy de tu noche libre —me dice Romeo echando más líquido en mi copa.
Sonrío no muy segura y guardo el móvil, no vale la pena pensarlo ahora, no solucionaría nada. Me levanto con mis amigos y vamos a la pista a bailar, Romeo empieza a bailar haciéndose el gracioso y nos reímos mientras le hacemos fotos y vídeos. Al minuto aparecen una tanda de camareros con una tarta y bengalas.
—¡Felicidades! —le grito a Romeo. Se merece una buena fiesta de celebración, todo el mundo aplaude y le cantan el cumpleaños feliz. Romeo saluda y sopla las velas mientras me agarra de la mano.
—Sé que te falta Olivier aquí, pero te prometo que en el siguiente cumpleaños lo tendrás a tu lado, así tenga que recorrerme el mundo entero —le digo en el oído a mi amigo. Me contesta con un abrazo y una gran sonrisa.
Todos empiezan a felicitarlo y le dejo espacio, voy hacia la gran cristalera, está sonando “E.T.” de Katy Perry, se ve toda la ciudad a nuestros pies y miro las luces embelesada, estoy cansada y doblo el cuello hacia los lados buscando estirar músculos tensos.
—Te voy a dar de ventaja unos días —me habla el Asesino a mi lado, tiene las manos metidas en los bolsillos y está mirando al frente igual que yo—. Corre bombón, huye donde no te encuentre, lejos, si te quedas aquí, estás muerta.
Un escalofrío me recorre el cuerpo, me niego a mirar hacia mi lado, esto no puede ser real, el alcohol me está jugando una mala pasada.
—No pienso huir, ya te lo he dicho, no te tengo miedo —le respondo mirándolo haciendo acopio de toda mi valentía. Me mira y se lleva la muñeca a la nariz para oler mi pañuelo que lo tiene rodeado.
—Quizás te folle antes de matarte —me dice muy serio.
—Sigue soñando —cojo las riendas de la situación y le doy un buen trago a mi copa para volver a mirar hacia la cristalera.
—¡Mina! —me llama Aqua desde la pista.
Giro mi cabeza hacia donde estaba el Asesino, ya no está, miro hacia todos los lados y ha desaparecido. Trago con fuerza para esconder el miedo que se ha hecho con el control de mis extremidades. Mis compañeros no me han visto porque si no hubieran intervenido, ha sabido jugar bien sus cartas. Vuelvo a la mesa y me relleno la copa, me la bebo de un solo trago.
—Estoy muy cansada, me voy a la base —digo en alto para que me escuchen todos mis compañeros.
—Si acabamos de llegar, no seas aguafiestas —contesta Romeo.
—De verdad Romeo, estoy muy cansada, he dormido tres horas en dos días, no puedo más —le pido.
—Está bien, ¿quieres que te lleve? —me pregunta soltando su copa.
—Yo la llevo que he bebido menos que vosotros —dice Aqua. Asiento y me despido de los demás.
Aqua me deja en la entrada de la base, es madrugada y está todo el mundo durmiendo, en la puerta principal los soldados me hacen el saludo militar y me abren paso. Una vez dentro intento entrar en sigilo para no despertar a nadie, sigo en shock, no entiendo como ha podido sobrepasar tanto la seguridad, mi móvil es seguro, y nadie sabía que íbamos a ir a ese club, es más, nadie nos conoce, no sé como está siguiendo mis pasos. Esta situación cada vez se está volviendo más peligrosa, de mañana no pasa que informe de todo al comandante supremo, tengo que cortar esto de raíz. El escáner de mi puerta me reconoce y me abre paso, suelto mis cosas en la mesa y enciendo la luz. Recibo un mensaje del mismo número de antes. Hay escrita una dirección. Está loco si cree que voy a ir yo sola hasta la guarida del lobo. Ir allí sola sería un suicidio. Está jugando con mi mente. Está probándome. Pero estoy cansada de ser la víctima, yo también quiero ser jugadora. Miro la pantalla del móvil con el mensaje. Me agarro el entrecejo con dos manos porque me duele la cabeza del subidón de alcohol que tengo. Ni se te ocurra ir Mina, me regaño a mi misma. No puedes hacerlo, deberías parar todo esto Mina. Me miro al espejo y me hablo a mí misma. Esta es tu vida, la ley, proteges a los indefensos, encierras a las personas malas. No puede atraerte una persona mala, que quiere matarte. Respiro profundo y sin pensarlo mucho vuelvo a ponerme el abrigo y salgo en busca del Fiat para poder circular sin llamar la atención. Llego a la dirección indicada. Nunca he sido de quedarme con las ganas. Por una parte mi cuerpo arde de deseos de verlo, por otra, quiero y deseo que me mate ahora mismo y así no tener que mentir más ni tener más problemas. Es una gran mansión, las verjas enormes de hierro se abren ante mi. Conduzco por un pequeño camino de piedras antes de llegar a la puerta de la enorme casa. El Asesino está esperándome con los brazos cruzados delante de la doble puerta marrón de la entrada. Está lloviendo pero me da igual. Salgo del coche y me pongo frente al Asesino que lo cubre un techo en la entrada. Estoy empapada.

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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora