Escucho el sonido del mar, es de noche, no veo nada, está muy oscuro, sé que estoy apoyada en algo encima del agua, las olas chocan contra lo que sea donde estoy subida, siento miedo y desesperación, grito pidiendo ayuda pero no sale mi voz. Quiero salir de aquí pero no sé ni donde estoy, de repente un sonido feroz de aguas revueltas me sorprende, me agarro con fuerza a la base temblando de terror y el agua me arroja con fuerza atropellando mi cuerpo. Me ahogo, no puedo respirar, muevo piernas y brazos buscando la salida del agua, oxígeno, me estoy quedando sin fuerzas.Malditas pesadillas, cuando estuve con el Asesino no tenía, y si tenía alguna, él me reconfortaba. Ahora las tengo todos los días. Llevo veinte días aquí y no he querido salir de la celda, cuando es la hora de salir al patio no salgo, los guardias me traen la comida aquí al ver que no me muevo. Ni una sola visita, los pensamientos me ahogan cada vez más, ¿de verdad es todo tan malo como para que me traten así? Hoy voy a salir de aquí, lo necesito, me voy a volver loca. Cuando abren las celdas me dirijo al patio y me da la luz del sol en la cara por primera vez en días, que gustazo. Todo el mundo me mira, normal soy la nueva. Es una cárcel mixta, así que hay tanto hombres como mujeres, y la mitad de ellos los he encerrado yo, pero puedo estar tranquila porque llevaba antifaz, así que no saben quien soy. Voy hacia una banco y me siento en una esquina, cierro los ojos y disfruto del sol, está haciendo mucho frío y este sol se agradece, siempre con todos los sentidos activos por si se acerca alguien. Escucho pasos, es una mujer, y no camina nerviosa, no creo que sea peligrosa, todo eso lo deduzco solo con escucharla andar.
—Eres nueva —me dice sentándose a mi lado.
—Sí —respondo seca con los ojos cerrados y cabeza levantada al sol.
—Soy Erika —me dice mirando al frente sin hacer ningún gesto.
—Yo Irma —le respondo.
—Hay unos tíos aquí que aseguran que eres policía, dice que se lo han chivado los de seguridad —me dice.
—¿Y tú que crees Erika? —le pregunto siguiendo a lo mío.
—Yo creo que es verdad, pero, ¿Qué más da? Aquí estamos todos por algo —me dice sincera.
Me hace sonreír y abro los ojos para mirarla, tiene la piel de color, pelo abundante rizado y alta, tiene estilo.
—¿Qué quieres de mí Erika? —pregunto divertida.
—Advertirte, aquí hay mucho gallito suelto y creo que quieren ir a por ti —me dice imitándome mirando el sol.
—¿A cambio de?
—De nada Irma, no soy como piensas, sé reconocer a las personas, y no me pareces mala —me dice acabando la frase y yéndose por donde vino. Arrugo la frente pensando en lo que me ha dicho. Aquí no puedo fiarme de nadie, primero tengo que tantear el terreno, no puedo adelantarme a los acontecimientos. Observo los diferentes grupos del patio, y como es normal aquí sigue habiendo ley machista, no hay una mujer que no tenga un hombre al lado, los alfas, sus dueños, los que las protegen, la ley del más fuerte. Erika se sienta con un grupo de mujeres más allá y todas me miran con recelo. Acaba la hora del patio y nos dejan ir a las duchas por turnos, primero les toca a las mujeres, me dan una muda y voy hacia ella. Los de seguridad se miran entre si y desaparecen por la puerta, eso es que ya vienen a buscarme, porque por supuesto aquí todo el mundo está comprado, y luego soy yo la corrupta, que gracioso. Hago como la que va a bañarse y todas miran a la entrada, cogen sus cosas rápido y se marchan dejándome sola, enciendo el agua de la ducha, todavía vestida y la pongo caliente al máximo.
—Venimos a darte la bienvenida poli —dice uno de ellos. Me giro y veo a cuatro hombres y una mujer a su lado sonriendo con maldad.
—No quiero problemas —les digo.
—Pero nosotros sí —me dice otro viniendo hacia mí.
Me intenta golpear y le esquivo mientras otro me ataca y hago que golpee al primero, después de una minúscula pelea de veinte segundos los dejo en el suelo doloridos. Los otros dos junto con la mujer arremeten contra mí y sin mucho problema acabo también con ellos, a uno lo meto debajo del agua hirviendo haciendo que le queme la cara. Entran unos guardias corriendo y me esposan.
—Vamos a quitarte las ganas de pelear —me dice uno de ellos escupiendo en mi oído.
Me llevan a rastras a otra celda, esta es mucho más pequeña, apenas de dos metros cuadrados, sin váter ni cama, solo pared de hormigón y suelo, me tiran y me cierran sin luz. Como no, aquí la que se lleva los castigos soy yo, no ellos. Me hago un ovillo y vuelvo a llorar dejando salir mis miedos y mis inseguridades. No me merezco esto, me has quitado mi vida Arian. Me has hecho una desgraciada, vuelve a mi mente todas las escenas de desprecio de Arian hacia mí. Siempre me ha tratado como un juego, y yo enamorándome sin saberlo. Pero duele mucho más la traición de Romeo. Ahora soy un despojo para la sociedad, una terrorista, basura que no quieren libre. Con todo lo que he pasado y lo que me he esforzado por sobrevivir no me lo merezco. Nunca he tenido nada fácil en mi vida, y por más que lucho, a la vista está que nunca nada sale bien, solo quiero ser feliz, quisiera poder vivir tranquila, tener familia el día de mañana, llevar a mi hijo al parque, tener una persona que me comprenda y me quiera tal y como soy a mi lado, amigos leales y verdaderos, salir, beber, equivocarme, pedir perdón y ser en definitiva una persona normal. ¿Es tanto pedir?
—Se acabó el castigo —escucho una voz mientras abre la celda y cierro los ojos por el desfogue de la luz. Llevo una semana aquí encerrada y a mis ojos les cuesta enfrentarse a la luz.
Me levanto del suelo y salgo, el guardia me indica que es hora de patio, decido no ir, no quiero más problemas de momento, voy a la ducha que sé que está vacía y cuando por fin me meto bajo el agua suspiro, que bien sienta física y mentalmente un buen chorro de agua en la cara. Parece que me quitado unas cuantas cargas negativas cuando vuelvo a mi celda, evito pasar por el patio para no tener que encontrarme con nadie.
Al día siguiente el Alcaide se para frente a mi celda.
—Dentro de tres días es tu juicio, ¿Tienes ya abogado?
—Ya dije que no quiero ninguno —le contesto tumbada en mi cama mirando al techo.
—Vas a sentenciarte tú sola —me dice.
—Ya lo estoy —le contesto sumergida en mis pensamientos.
Así es, da igual, haga lo que haga ya tengo mi sentencia, de todas formas voy a intentar luchar, pero ya me he hecho la idea que no lo voy a ganar, nadie gana contra la ley, ya me han puesto una diana en la frente y no van a parar hasta llegar a su objetivo.En Amazon puedes leer el final, muchísimas gracias!
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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )
Action¡A la venta en Amazon! Corregida y con capítulos nuevos. Una historia de "enemies to lovers". El EFE trabaja duro contra el terrorismo y la violencia. Fuerzas especiales que están para protegernos a todos y hacer cumplir la ley. Mina es una de el...