CAPÍTULO 20

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Entro por la puerta del club con paso decidido, saludo con la cabeza a Romeo y él me imita. La nube de humo impide ver a unos metros más allá, mire donde mire hay alcohol y drogas, hombres esnifando coca del cuerpo de su chica, y ellas desnudándose por dinero tratadas como simples muñecas de plástico. Baldric mira hacia arriba y al verme corre hasta mí para darme un abrazo.
—Te he echado de menos —me dice.
—Yo también la verdad —le abrazo con fuerza, no quiero dejarlo solo ante el dictador de su tío.
—No te paso ni una más, pórtate bien, soy al que menos gracia le hace que estés aquí —me amenaza Akram.
—¿Si no te parece bien que esté aquí por qué me has llamado?
—Porque nuestro mejor cliente te quiere aquí —dice y se marcha con cara de asco.
Me puedo imaginar quien es el cliente que ha pedido mis servicios. Eso confirma mis sospechas de que va a seguir acosándome. Me pongo manos a la obra y empiezo a servir mesas, entre ellas la de Milo.
—Cosita linda, ¿Cómo estás? —me pregunta Baldric mientras espero que me rellene la bandeja.
En ese momento entra todo el arsenal del Asesino, incluido Lion y van a su asiento habitual. Intento ignorarlos, voy a centrarme en Baldric que se lo merece.
—He tenido bastantes problemas e intentado ordenar mis ideas, al principio busqué ayuda, pero supe que podía hacerlo sola y empecé a sentirme mejor.
—¿Y ya está todo arreglado?
—Para nada, es todo un caos —digo riéndome mientras miro de reojo como se sienta el Asesino y todo su clan al fondo.
—¿Y no estás peor? —me dice preocupado.
—Para nada, he decidido vivir minuto a minuto y que llegue la sangre donde tenga que llegar, no vale la pena agobiarse por algo que no puedo solucionar —le respondo sincera.
—¿Y que necesitas para que se solucione?
—Un milagro.
Me doy la vuelta y pego mi espalda a la barra, sirvo mesas así que siempre trabajo por fuera de la barra, en sala. Mis ojos se van al Asesino ya que él no me ha quitado la vista desde que ha entrado por la puerta. Lion mira nuestra pelea de miradas con rabia, cree que quiere matarme, no se imagina nada. ¿Debería sentirme culpable por Lion? Debería, pero no lo hago, porque vivo en una nube de humo, donde solo quiero tener sexo con el Asesino, sexo del bueno, lo demás ahora mismo me importa una mierda. Sonrío pensando en todo y el Asesino sonríe también sin quitarme la mirada. Lia entra en el salón y va directamente a sentarse en el regazo del Asesino, luego vienen otras y se sientan con algunos de sus hombres, incluido Lion, le babosea la boca a la chica mirándome intentando darme celos. Maldito imbécil, me doy la vuelta y Baldric termina de preparar la bandeja, la cojo y me paseo por las mesas para servirlas, algunos hombres me tocan y yo me dejo, y les sonrío. Lion no ha roto el vaso de cristal de la furia que tiene por poco.
—Te he comprado un regalo, por si no te vuelvo a ver, para que sepas que no has sido una cualquiera para mí —me dice Baldric dándome un llavero con su inicial y la mía juntas “B&I”.
—Muchas gracias, es muy bonito, de verdad que me hace mucha ilusión —le respondo abrazándole mientras le doy unos cuantos besos en la mejilla. De verdad que me hace mucha ilusión, en este trabajo no consigues muchos amigos, ya que nunca saben realmente tu identidad por lo tanto cualquier muestra de cariño es muy importante.
Lion se levanta echo una furia y empuja una mesa haciéndola caer, todos los asistentes se quedan en silencio, está vez no la estoy fastidiando yo, y es muy raro que Lion se comporte así. El Asesino lo mira divertido y le hace un gesto a sus hombres para que se queden quietos, Lion se va hacia la salida furioso y cuando pasa por mi lado me dedica una mirada llena de reproches.
—Cada vez que vienes hay espectáculo, parece que la mala suerte te persigue —me dice Baldric divertido ajeno a todo.
—Puedo asegurarte que yo no tengo la culpa —le contesto riéndome.
El Asesino se levanta y se marcha con Lia, hoy se quedará satisfecho con ella, por lo tanto no me va a molestar a mí.
—Ahora vengo, necesito un poco de aire, cúbreme —le pido a Baldric.
Me pongo el abrigo y salgo a la puerta, veo a Lion fumando.
—¿Qué haces fumando? Tú no fumas —le reprocho cogiendo su cigarro y tirándolo.
—Chicos os van a ver, estamos en medio de una misión —se acerca Romeo nervioso.
Lion me agarra la mano y me lleva al callejón lateral al club.
—¿Qué mierda haces refregándote con ese?¿Esos moratones es de cuando te lo has follado? —me grita enfadado.
—Baja la maldita voz, es mi amigo, solo me ha hecho un regalo —me excuso.
—¡Contéstame! ¿Y esto? —me señala el cuello.
—Eso es porque estoy entrenando muy duro con el Capitán Griffin.
—¿También te vas a bajar las bragas con ese?
—Te estás pasando…
—¡Te estás pasando tú!
—¡Inmaduro!
—¡Golfa!
Tengo que acabar con esto.
—Lion no podemos seguir así, es mejor que nos demos un tiempo hasta que estemos más tranquilos —le pido suspirando.
—¿Para qué te lo puedas follar sin sentirte culpable?
—Vete a la mierda —me giro para volver al club y Lion me coge del brazo y me frena.
—Cariño perdóname, solo de pensar que otro pueda tocarte me vuelvo loco, los celos me matan, solo quiero estar seguro de que me quieres de verdad —me dice acariciándome la cara con las dos manos, está arrepentido.
—Lion no…
—Por favor, te prometo que me voy a controlar —me pide desesperado.
Agacho la cabeza y la junto con la suya, aquí está una vez más el perdón, el cuento de nunca acabar, el túnel sin salida. Suspiro agotada y acepto el beso en los labios que me da, a mí gran pesar.




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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora