CAPÍTULO 28

316 17 0
                                    

El sexo con el Asesino es puro fuego, ardiente, explosivo, intenso, salvaje, me deja más que satisfecha, es una nueva forma de hacer el amor para mí, ya que estaba acostumbrada a la suavidad de Lion, pero una vez que has probado el sabor de lo prohibido es imposible dejarlo, que se tumbara a mi lado a media noche no hizo más que incrementar mi deseo y no he podido parar en toda la noche de demostrarlo. Él se fue de la habitación temprano supongo, ya que me he despertado sin él, me miro en el espejo del baño y vuelvo a tener señales por todo el cuerpo, es muy agresivo en el sexo y no puedo decir que no me guste ya que he descubierto que me gusta mucho. Sonrío recordando cada momento y lleno la bañera con agua caliente, voy a recrearme en el baño.
Después de llevarme horas preparándome bajo a la cocina con un hambre voraz, todavía quiero venganza, el sexo no cambia nada, y sé que está loco y que en cualquier momento puede darle por matarme pero hasta que pueda actuar tengo que hacer mi papel.
—Buenos días Nana —hablo mientras entro a la cocina. El olor a pan recién horneado me invade, y mi estómago comienza a rugir.
—Buenos días niña —habla la anciana, cuando se gira hacia mí mira cada golpe de mi cuerpo y baja la mirada avergonzada, es muy prudente y el silencio invade la estancia.
—Me muero de hambre —digo para acomodar la situación.
—He hecho esto especialmente para ti —me dice poniéndome una bandeja de festín con pan todavía caliente, fruta, pasteles y huevos revueltos.
—¿Sería mucho pedir un café? —le pido.
—Claro que no, ahora mismo te lo hago, no sabía si te gustaba.
—Muchas gracias por todo, tiene que estar increíble —digo mientras devoro todo lo que me ha puesto por delante con la mirada.
Ayudo a Nana en la cocina todo lo que puedo y me deja, no sé que hacer, este cautiverio no es muy normal, puedo hacer lo que quiera, incluso aburrirme hasta la saciedad. Cuando veo que Nana no está muy contenta con mi ayuda me voy, he descubierto que es muy protectora con su cocina y no le gusta que nadie le toque nada ni cambie nada de lugar.
Me siento a ver la televisión el resto de la tarde, de repente escucho ruido, es un hombre gritando, la apago y sigo el sonido para descubrir de que se trata. Hay unas escaleras que bajan a un sótano y sin pensarlo bajo. Me quedo a mitad de la escalera y observo a lo lejos un hombre atado a una silla, el Asesino está golpeándolo con demasiada violencia. Miro a mi alrededor, está todo oscuro, es donde yo estuve cautiva, están en medio de la jaula, a lo lejos, solo un pequeño foco los ilumina.
—¡Que no sé nada! —le grita suplicando el hombre.
El Asesino no habla, solo sigue golpeando, el siguiente más fuerte que el anterior, visualizo sus nudillos y están ensangrentados,  me centro en su cara y tiene los ojos muy abiertos, ensangrentados, está fuera de sí, realmente no tiene reparo en matar, al revés parece que disfruta de esa sensación.
Retrocedo sin girarme y la madera cruje, el Asesino se gira y me quedo estupefacta en el sitio pensando que si no me muevo no me verá, que imbécil soy. Viene a paso ligero hacia mí, me coge del brazo con fuerza y me saca a rastras de allí.
—Este lugar está prohibido para ti —me dice mientras me tira al suelo de un empujón.
—¡No estaba tan prohibido cuando me retenías allí! —le grito enfadada.
Se gira y vuelve abajo cerrando con un portazo, dejándome aquí en el suelo como un cervatillo asustado. Odio que me trate así cuando le parece. De estar asustada paso al enfado, me levanto y voy al jardín, está nevando y no he cogido abrigo, me da igual, necesito sentir frío ya que estoy ardiendo de rabia. Levanto la cabeza para que me caigan los copos de nieve en ella, ojalá me rescaten, pero si no lo hacen tengo que pensar un plan para escaparme, no puedo seguir aquí mucho tiempo más, estoy tentando a la suerte de seguir viva, un loco está obsesionado conmigo y lo mismo un día le da por quererme en su vida que otro quiere matarme. Lion, lo echo de menos, a él y a Romeo, a Aqua, a Milo, incluso a Fiera, lo que daría por un lametón de cariño. Quiero que vuelva mi estabilidad, mi rutina.
—¿Estás bien? —me pregunta el Asesino a mi espalda echándome un abrigo sobre la espalda.
—Estoy cansada de tus desplantes, un día quieres matarme, otro me follas, y el siguiente vuelves a hablarme mal, termina ya conmigo por favor —le pido con los ojos inundados en lágrimas.
—No sé ni yo lo que siento, nunca he pedido perdón pero no sé si te vale con esto —arranca una rosa roja, mi favorita, del jardín y me la ofrece.
Esto es increíble, este chico tiene realmente un problema, sus cambios de actitud y humor me asustan, la cojo con una incertidumbre enorme. He dejado de llorar, ahora es cuando más asustada estoy.
—Ven, demos un paseo —me echa su brazo sobre mi hombro y me pega a él para pasear por el terreno—. Tuve una infancia difícil, nunca he tenido a una madre, y mi padre es un tipo duro, no le va cuidar niños precisamente.
—¿Y Nana? —le pregunto queriendo saber más.
—Nana ha ejercido de madre, pero nunca del todo, ya que me tiene más miedo y respeto que cariño, y una madre nunca tendría ese sentimiento por su hijo.
—¿Ves a tu padre?
—Claro que lo veo, él nunca viene aquí, yo voy a su casa, después de todo, es mi jefe y tenemos que organizar el trabajo.
—¿En qué estáis metidos?
—No puedo contártelo bombón, no deberías saber tanto —me dice sonriéndome, parece ahora mismo un tipo normal y no el chico violento y sádico de hace unos minutos.
—Deja de llamarme bombón, mi nombre es Mina —le reprocho.
—No quiero llamarte como si fueras una más.
—¿Una más de todas por las que has pasado? —pregunto un poco celosa.
—No, para mí no eres una más, yo lo tengo claro, ¿y tú? —me lo dice muy serio.
—¿Disfrutas con esto? —cambio de tema y le señalo dirección a la jaula.
—La verdad es que si, he vivido toda mi vida así y es a lo que estoy acostumbrado, y no me vengas con que puedo cambiar, porque ya has visto todo lo que disfruto haciendo daño —me dice pensativo. Parece sincero.
—¿Qué va a pasar conmigo? Esta espera me está volviendo loca —pregunto incómoda.
—Estoy disfrutando de tu compañía —me mira fijamente, su mirada la envuelve un aura oscura y penetrante, contrasta mucho con el color azul cielo de ellos.
—¡Señor! —le llaman desde la puerta. Él le hace un gesto con la cabeza.
—Después nos vemos —se despide dándome un beso en la frente que me deja sorprendida.
—¡Asesino! Quiero saber más —le grito mientras se va.
—Tenemos toda la vida bombón, mi nombre es Arian —me dice a medio camino con esa sonrisa tan peculiar de comerse el mundo.
Arian, me acaba de decir su nombre real, o eso espero, de ahí podría sacar mucha información si estuviera en la base. Esta conversación me ha hecho un cortocircuito en mi cabeza, por mucho que él diga, sé que puede ser bueno, porque conmigo le sale, a veces. La cárcel no se la puede quitar nadie, pero quizás después de un tiempo pueda llegar a ser un ciudadano normal. Tengo claro que quien lo ha impulsado a todo y quien lo obliga es su padre, y tengo que saber más. Voy a ejercer de agente infiltrada para llegar a mi objetivo.
Cuando veo como sale por la puerta de salida corro hacia su habitación, busco en cajones, debajo del colchón, en el armario, en cada rincón algo que me sirva para saber más, no hay nada. En silencio abro cada puerta para ver si en alguna tiene un despacho, y lo encuentro en la parte baja de la casa, tiene el portátil encendido, me siento en el sillón de cuero negro. Pongo en práctica todo lo que sé sobre como hackear contraseñas, pero para esto hace falta tiempo, cosa que no tengo porque en cualquier momento puede llegar, casi lo tengo, aquí tiene que estar todo lo que necesito saber antes de irme.
—Sabía que no podía confiar en ti bombón —me dice Arian con voz grave y ronca entrando en la habitación.
Miro hacia él y se me para el mundo en ese instante, me ha pillado, y es precisamente el tipo de persona que toma consecuencias. Me levanto de la silla lentamente, sin saber muy bien que decir, no hay explicación posible. Se acerca a mí, cuando lo tengo pegado me agarra del cuello y me tumba en la mesa.
—Si no tienes nada que hacer, me lo podrías haber dicho antes —me dice pasivamente ejerciendo demasiada fuerza en mi cuello. Intento golpearle para que me suelte y agarrar sus muñecas para tirar de ellas pero está en ese estado en el que tanto me aterra, es un puto demonio.
—Suéltame —balbuceo con esfuerzo sin poder respirar.
—Haz que te perdone —suelta su agarre y me da tregua a respirar, mis pulmones agradecen el oxígeno entrando por la boca forzadamente.
Respiro unos segundos y me lanzo hacia sus brazos, le beso con pasión, me va la vida en ello.
—Eres la única manera que tengo de controlar mi furia, por lo tanto eres mía —me habla a centímetros de mí cara, mientras yo respiro con dificultad.
—¿Tuya? —consigo decir.
—Mía, para siempre.
Nos quedamos en silencio, segundos que parecen horas mirándonos enfrentados muy de cerca. Imaginando que estará pensando el otro. Esto es una puta locura.
—Nunca más vuelvas a entrar aquí —me dice en el oído. Asiento tragando con dificultad. De repente se gira para irse y tengo que agarrarme a la mesa para no caerme, tengo las piernas débiles. Me giro y veo como se acomoda la polla dentro de los pantalones.
—¡Hijo de puta! —le insulto lanzando la primera figurita de escayola que veo hacia la puerta.




¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora