CAPÍTULO 33

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Cualquiera en mi lugar correría sin mirar atrás, pero yo, no, soy o demasiado valiente o demasiado estúpida. Tengo esperanzas, bastante arruinada he tenido mi infancia. Quiero una vida feliz, me merezco una vida feliz. Lo único que tengo claro que no hay nada fácil. Por todo hay que luchar y esta situación no va a ser menos.
—¿Por qué no estás en la cama? —me sorprende la voz de Arian viniendo hacia mí.
Estoy tumbada en el sofá, son las dos y veinte de la madrugada. No podía dormir y he puesto la televisión un rato. He encontrado los dibujos que veía de pequeña, lo están echando en el canal de niños y me he quedado embobada viéndolo porque realmente me gusta.
—No podía dormir —contesto sin apartar la mirada de la pantalla.
Arian se sienta a mi lado y me señala la televisión.
—¿Goku?
—Me da paz —contesto con una sonrisa. Arian levanta las cejas esperando una respuesta mejor—. Nunca he tenido padres, me crié en un orfanato. Allí había más niños que niñas y cuando nos dejaban ver la tele, los niños ganaban por mayoría, y todos querían ver Goku. A mi me gustaba verlo, porque yo tenía problemas y cuando encendían la tele, sabía que por unos minutos yo no era el centro de atención de esos problemas.
Arian se queda en silencio esperando algo más para poder entenderme, pero yo no estoy preparada para abrirme tanto. Me quedo muy seria, pensativa.
—Yo también lo veía de pequeño —contesta queriendo no hacerme sentir mal. Me pasa el brazo por detrás y me atrae hacia él para verlos juntos.
—Este capítulo me encanta, Freezer siempre ha sido malo. Pero cuando Goku necesita ayuda, él lo salva y después se hace el indiferente —le explico muy emocionada.
—¿Y qué tiene de especial?
—Qué aunque él sigue queriendo aparentar que es malvado, no lo es. Goku ha conseguido siempre que los malos que van apareciendo tengan una pequeña amistad con él.
—Eso no es así, por ejemplo Célula.
—Solo ha sido uno, ¿y todos los demás? Vegeta, Piccolo, Boo…
—Si que te gusta, si —dice sonriendo mientras me escucha.
—¿Cuál es tu personaje favorito? —pregunto con curiosidad.
—Vegeta —responde sin pensar. Levanto las cejas en señal de interrogación—. Siempre quiere ser el mejor, y se esfuerza para conseguirlo.
—Claro como tú —me burlo. Arian pone cara de engreído—. ¡Serás imbecil!
Nuestras risas son sonoras.
—El problema es que lo intenta, pero nunca llega a ser el mejor, porque cuando tiene la oportunidad, el amor o la amistad se interpone, y yo decidí no cometer los mismos errores —explica mirando la pantalla muy serio.
—El amor y la amistad te hacen bueno —respondo mirándole.
—Ese es problema —contesta absorto en los dibujos mientras le miro pensando en lo que acaba de decir.
La conclusión a la que llego es que su infancia ha tenido que ser dura también. No parece haber recibido muchas muestras de cariño.
—¿Conociste a tu madre? —la pregunta sale sin pensar y me doy cuenta tarde de lo íntima que es. Arian se vuelve hacia mí y piensa antes de hablar.
—No me acuerdo de ella, lo único que sé es lo poco que ha querido contarme mi padre —parece que le cuesta hablar de ello—. Se llamaba Violet, y murió cuando yo tenía tres años. Tenía los mismos objetivos que mi padre y murió a mano del CIE.
Central de inteligencia Europea, así se llama la organización que me ordena y compete. Nosotros, el EFE, somos una rama del CIE.
—Lo siento mucho —le digo sintiendo toda su pena.
—¿Qué vas a sentir? Vosotros, los buenos —me señala a mí y sigue hablando señalando hacia él mismo—, apresais o matais, a nosotros los malos. Es simple.
Su actitud se ha vuelto un poco fría e indiferente.
—Es más complicado que eso, y lo sabes —le contesto muy seria con tono enfadado.
—Lo que tu digas —dice dispuesto a levantarse.
—No te vayas, por favor —le pido agarrando su mano.
Con la cabeza inclinada hacia abajo dirige sus ojos hacia mí, y luego hacia nuestras manos. Espero su reacción durante unos segundos y al final decide quedarse. Vuelve a abrazarme.
No recuerdo como acabé en la cama. Me quedaría dormida y Arian me subiría a la habitación. Cuando despierto, él ya no está. La conversación de ayer fue dura para él, no estuvo bien que le preguntara por Violet, que nombre más bonito. No imagino a Arian dejándose besuquear por su madre. Río ante el pensamiento y luego me arrepiento de la risa. Yo tampoco sé lo que es que te coma una madre a besos. Suspiro y miro por la ventana. Hoy es el último día del año. Hoy se acaba una etapa para empezar otra. Soy fiel creyente de la magia del universo.
Paso el día sola, hablando de vez en cuando con Nana y explorando cada rincón del jardín nevado. Nana dice que ha hecho un gran banquete de comida para esta noche. Lo veo innecesario sabiendo que es solo para Arian y para mí. Con un sandwich bastaría.
—Hola bombón —me sorprende cogiéndome en brazos Arian a mi espalda.
—¡Qué susto! —grito empujándolo.
—¿Tan feo soy? —pregunta gracioso.
—¡Pues si! Pero sobretodo es porque al estar tan aburrida estaba concentrada pensando.
—¿No tienes frío aquí fuera?
—No, me gusta estar fuera, además estoy muy abrigada —le digo señalando el abrigo de pelos sintéticos muy gordo en beige. Toda la ropa que tiene Arian aquí para mí, me gusta mucho.
—Sí, ya veo que sobra mucha ropa —dice tocando los botones de mi abrigo. Le empujo la mano y río alejándome de él—. Te traigo algo.
Arian saca de su bolsillo unas cuantas fotos. Me las da y las repaso con atención. En una aparece Lion en una cama de hospital despierto con el pecho vendado. Otra Lion caminando por la calle agarrándose el pecho. La última es él en la puerta de un edificio hablando con Adler. Significa que está vivo. Arian no lo mató. Mis ojos se agrandan de felicidad y le abrazo muy agradecida.
—Gracias —algunas lágrimas salen de emoción.
—No hay de que —responde abrazándome.
—¿Por qué? —sabe a qué me refiero. ¿Por qué no me lo ha dicho antes? ¿Por qué ahora?
—Porque estabas tan obsesionada con él que quería que pensaras que estaba muerto. A ver si así te olvidabas de él —dice evitando mirarme.
—¿Estás celoso? —pregunto sonriendo divertida.
—Nana dice que la comida está lista, vamos que hace frío —dice cambiando de tema y entrelazando mi mano con la suya para volver dentro de la casa. Me quedo todo el camino mirándolo con gesto divertido esperando a que me mire, pero no lo hace. Diría que le da vergüenza, y eso me gusta.
La cena, supera mis expectativas. Arian está muy hablador, y Nana se ha sentado con nosotros. Por lo que han contado, lo hacen todos los años, pasan la cena juntos, yo no lo sabía, y es toda una sorpresa para bien. Nana cuenta cosas de su pasado. Nos cuenta las parejas que ha tenido, nunca ha llegado a comprometerse, ya que siempre le han hecho daño, engañándola. Me cuenta que la última vez que tuvo pareja, descubrió que solo quería acercarse a Arian, a través de ella, era un hombre italiano que empezó a adorarla desde que se conocieron. Al mencionar que no ha vuelto a saber nada más de él, mi mirada se fija en Arian, y este mientras mira su plato y pincha un trozo de carne de ríe en silencio. Ya tengo claro cómo ha desaparecido. No puedo reprocharle nada, por alguien así que me importara yo también lo hubiera hecho. ¿Desde cuándo pienso así? Esta no soy yo. Me llevo lo que resta de cena muy seria y pensativa, me siento mal conmigo misma.
—¿Se puede saber qué te pasa? —pregunta Arian, una vez que Nana se ha retirado a la cocina.
—No quiero ser como tú, yo no soy así —la voz apenas me sale.
Arian se levanta y se pone de cuclillas a mi lado.
—¿Por qué dices eso?
—A ti te gusta matar, y yo he pensado que está bien y no puedo… —hablo muy deprisa, juntando las palabras, muy nerviosa.
—Mírame —dice Arian mientras me obliga con sus manos en mi cara a mirarlo—. Ojalá fueras como yo, pero sé que no eres así. Tú eres buena, y eso he intentado decirte muchas veces, que me gustas así, tal y como eres.
Arian me abraza y hace que mis miedo se alejen un poco. Sé que soy buena, lo sé.
—¿Te apetece dar un paseo? —me ofrece Arian.
—¿Dónde? Hace mucho frío.
—Ven —entrelaza nuestras manos y me pone el abrigo para salir fuera.
Unos cuantos hombres nos siguen de escolta, pero de lejos. Caminamos agarrados y en silencio hasta llegar a un parque cercano a la casa. Está iluminado de luces y no hay nadie. ¿Quién va a estar aquí a estas horas? Todo el mundo, estará cenando con sus familias. Arian mira su reloj y sonríe.
—Disfrutemos del espectáculo —me abraza y me señala el cielo.
Su reloj pita dando las doce y fuegos artificiales cubren todo el cielo. Siempre me han gustado mucho. Es un espectáculo alucinante. Me gustaría poder disfrutar de este momento con todos. Romeo, Milo, Aqua, incluso Lion. Les echo de menos, pero aún no estoy preparada para pensar en el futuro. De momento me dejo llevar.
—¿Sabes por qué me puse Mina? —miro a Arian para hablarle. Él me mira curioso—. Porque mi madre me dejó en el orfanato junto a una carta. Cuando me fui, me la dieron, mi nombre era Cósima que era como me llamaban todos, pero mi madre me llamó cariñosamente Mina, y decidí llamarme así para tenerla siempre presente.
Arian se ha quedado mirándome con mucha atención. Vuelvo a mirar los fuegos artificiales y pienso en cómo sería mi madre. ¿Se parecería a mí?
—Eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida —dice Arian con su mirada fija en mí.
—Tú a mí, también —le sonrío ante la declaración tan bonita que me ha hecho.
Caminamos toda la vuelta haciéndonos bromas, al llegar a la puerta de la casa, me acaricia el cuello y salto sobresaltada porque me hace cosquillas.
—¡Para! —tengo que gritar cuando veo que sigue haciéndolo. Me entra la risa floja y a él de verme le pasa igual, tengo que huir de él y salgo corriendo hacia la puerta. Me agarra por detrás antes de llegar para abrazarme.
—Arian… —dice una voz grave, levanto la cabeza y hay un señor, con un imponente porte cruzados de brazos en la puerta.
—Padre —contesta Arian soltándome en un movimiento veloz y cortando nuestra risa en seco. Voy a conocer al Halcón.




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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora