CAPÍTULO 2

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Cuando voy entrando al despacho veo a todos mis compañeros llegando, nos vamos saludando cariñosamente mientras entramos.

—Buenas noches, tomad asiento por favor —se dirige hacia nosotros con su temple característica nuestro comandante. Está en pie detrás de su sillón con los brazos cruzados, este hombre nunca deja de infundir respeto por muy bien que te lleves con él.

Están todas las sillas frente a su mesa en fila horizontal, hay una para cada uno y mientras nos vamos sentando lo saludamos.

—A su servicio mi comandante supremo—digo mientras me pongo recta y lo saludo con mi mano en la frente haciendo el saludo militar.

—A su servicio mi comandante supremo —saluda Milo, repitiendo lo mismo que he hecho yo, y así todos.

—Tenemos un nuevo objetivo —dice mientras enciende la pantalla enorme que está a su espalda— necesitan nuestro servicio en el Banco Central Europeo en Fráncfort del Menos (Alemania), entraron unos asaltantes y a la policía federal se le está yendo de las manos, la negociación va cada vez peor, tienen de rehén a la presidenta Christine Lagarde y a varios trabajadores, los escoltas de la presidenta están muertos. Hay que acabar con la situación cuanto antes, intentando minimizar las bajas posibles. El objetivo primordial es sacar con vida a Christine. Allí en el lugar se le darán más datos a todos, ¿alguna duda?

—¿Se saben cuántos son? —pregunta Aqua.

—Los federales creen que unos ocho pero no están seguros —explica Adler frotándose la barbilla.

—¿Cuándo partimos señor? —pregunta Lion.

—Ahora mismo, ponga a su equipo en marcha —le exige nuestro comandante a nuestro líder.

—Entendido señor comandante supremo, en marcha equipo —esto último lo dice dirigiéndose a nosotros.

Todos nos levantamos y le hacemos un breve saludo militar a nuestro comandante antes de irnos.
Vamos hasta el patio y ya hay hombres esperándonos con todos nuestros materiales y armas. La base vive por y para trabajar a nuestras órdenes. Empezamos a coger cada uno lo que cree que va a necesitar, cargadores, metralletas, bombas, etc.

—Vamos todos juntos —ordena Lion señalando el avión de combate. Asentimos mientras nos ponemos los chalecos antibalas aparte de la ropa especializada que tenemos, toda protección es buena.
Conduce Romeo, a su lado va Lion, y atrás vamos los demás.
—Fiera se queda esta vez en casa —informa Lion mirando a nuestro perro de la unidad, Romeo asiente y este le da su fiel amigo a uno de los soldados.


Tardamos diez minutos en llegar, aterriza el avión en una explanada cercana a las tiendas de los federales. Todos los ciudadanos están amontonados en los límites acordonado por la policía. Gritan y celebran que nuestro avión llega. Toda la humanidad sabe que cuando llega el EFE, se acabaron los problemas. Tienen montada una base de operaciones entre tiendas y habrá más de doscientos policías por todas partes. Nos ponemos el antifaz en la cara, se adhiere a nuestra piel sin necesidad de cuerda, es una maravilla de invento, empezamos a andar con los macutos colgados a nuestros hombros y parece que se paraliza el tiempo, todos los federales dejan de hacer sus quehaceres y se quedan embobados mirándonos ya que hay muchos que es la primera vez que nos ven. Somos una leyenda, y todo el mundo habla de nosotros, pero pocos nos llegan a ver. Nosotros normalmente no nos dejamos ver, y menos para operaciones así que deberían de resolverlas ellos, le han tenido que pedir un favor enorme al comandante para que aceptara una operación así. “El EFE ha llegado” escucho entre dos hombres.
Sale un hombre con la corbata floja, la chaqueta arrugada y la cara de estar agotado, respira agitado, se le ve que rebosa tensión por todas partes.
—Los planos del edificio y el informe de situación ya —le exige Lion al inspector entrando en una de las tiendas y haciéndose hueco tirando todo lo que hay encima de una de las mesas para poner nuestras cosas. Valiente prepotente de mierda, hay veces que me pregunto que hago con un tipo así. Resoplo disimulando para que no se dé cuenta nadie. El inspector se queda quieto, creo que no sabe si ponerse a discutir o dejarlo pasar, elige lo segundo, buena elección ya que sin nosotros, esa operación sería un desastre. Además somos sus superiores, el mayor rango lo tenemos nosotros. No estoy de acuerdo con las formas de Lion de hacerse notar, pero es verdad que en estas situaciones, los que estaban a cargo de la operación, viendo que han mandado a otros porque no han podido darle solución, se crispan y compiten con facilidad, queriendo demostrar que es el mejor. Vamos, una pelea de gallitos en toda regla.
—Agente Meyer, dale el informe y los planos a los comandantes, yo soy el inspector Schmidt —dice dirigiéndose a nosotros.
—Quiero todos los agentes fuera de esta tienda menos usted inspector, entramos en cinco minutos —le informa Lion mientras todos rodeamos la mesa para discutir la estrategia mientras repasamos los planos.
—No le recomendaría entrar ya que la situación es crítica ahora mismo —se impone el inspector.
—Y lo quiero en silencio, solo dejo que se quede para que su equipo pueda estar al tanto, no para recibir ninguna opinión —le contesta Lion levantando la voz mientras le dirige una mirada furiosa.
Siempre que tratamos con agentes de la ley tiene que ser así, ya que por una parte nos tienen como una especie de dioses que adorar pero por otra parte creen que le vamos a quitar su trabajo y la envidia florece. Si él supiera que su trabajo de oficina de mierda no nos interesa en absoluto no estaría tan reticente.
—¿Todo entendido? —nos pregunta Lion después de haber repasado la estrategia en tiempo límite.
—Entendido —respondemos todos al unísono.
—En marcha —responde guiándonos fuera, me coge del brazo y me tira hacia atrás quedándonos los últimos— no te muevas de mí lado, yo te cubro.
—Sé cuidarme solita Lion, te recuerdo que soy igual que tú —le respondo un poco molesta. A mi no tiene que cuidarme nadie, he llegado donde estoy por mi propio pie. Hay veces que no aguanto estas cosas de Lion, sacudo la cabeza e intento centrarme en la operación, voy a demostrarle una vez más que no necesito que me cuide nadie.
Es solo una misión más pero hay algo que me tiene muy nerviosa y no sé realmente qué es. Lo hemos hecho miles de veces, hemos estado en sitios peores con gente más peligrosa que unos simples ladrones. Nunca nos han llamado para un simple robo, es algo muy simple y básico, pero si los federales llevan cuarenta y ocho horas con esto y no han podido solucionar nada por algo será. Esto no suele pasar, y algo me dice que hay algo más detrás de todo esto, normalmente nos llevamos preparando días para las operaciones. Estamos improvisando, y tenemos preparación pero ¿un robo?, algo no encaja.

Aqua se queda fuera, en su portátil en la tienda, es la que nos guía desde fuera, es la cabeza fría del operativo. Lion y Milo están entrando por el túnel subterráneo, está también vigilado por los ladrones pero aquí viene nuestra parte, Romeo y yo vamos a hacer de cebos, intentaremos hacer mucho ruido para que se centren en nosotros.

—Listos —confirma Lion por el intercomunicador en la entrada del túnel.

—Lista —responde Aqua.
Miro a Romeo y él asiente en posición de ataque.

—Listos —respondo yo por el mío, todos nos oímos ente sí.

Romeo y yo estamos en la azotea, empezamos a deslizarnos por la fachada y entramos por un ventanal de un piso superior rompiendo el cristal y haciendo mucho ruido. Corremos hacia el final del pasillo y escuchamos pasos acercándose. De repente empezamos un fuego cruzado.

—Estoy llegando al despacho, el objetivo debería estar allí —informa Lion por el aparato, se refiere a la presidenta.

—¡Romeo a tu izquierda! —le grito viendo que le están cogiendo terreno— Hay que retirarse.

—A cinco metros tenéis una sala de máquinas, estaréis más protegidos —habla Aqua.

Empezamos a retroceder, hay unos tres hombres disparándonos, ya hemos abatido a dos. Le hago señas a Romeo para informarle de donde vamos a atrincherarnos y él asiente.

—Esto está demasiado tranquilo, no veo a nadie, estamos dentro —informa Milo.

—¡Retrocede! —grita Lion. Se escuchan disparos por el aparato.

—¡Son cinco! —grita Lion con dificultad.

—¡Aguantad que vamos para allá! —digo preocupada. Estoy muy nerviosa solo de escuchar los disparos a través del auricular y no ver que están bien.— Hay que ayudarles Romeo.

Nos enfocamos en nuestros objetivos y conseguimos abatir a los tres. Corremos hacia la posición de nuestros compañeros con mucha preocupación.

—Son buenos tiradores, están bien preparados —informa Milo.

Sí, yo también me he dado cuenta. Están más preparados de lo que nos creíamos. Poco les falta para estar al mismo nivel que nosotros.

—Vamos a sorprenderlos por detrás —me dice Romeo.


Llegamos en sigilo y vemos como están en un gran salón redondeado, nuestros compañeros están al otro lado cubriéndose y defendiéndose. Los enemigos están a unos metros de nosotros, delante, acechándolos sin compasión. De repente nos ven y su líder empieza a dar órdenes en otro idioma, tienen acento americano. Nos resguardamos de los disparos y respondemos.

—¡Los tenemos! Están acorralados —escucho a Lion.

De repente tiran un explosivo en dirección opuesta, donde están Lion y Milo, y empiezo a temer por la vida de mis compañeros, ya sabía que improvisar no es nada bueno.
—¡Corre! —escucho a Lion.


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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora