CAPÍTULO 31

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Nos levantamos rápido y me bajo el vestido, me coge de la mano y me hace correr hasta llegar a un espacio donde la maleza está más alta, observa el terreno y me dirige hasta un hueco entre dos piedras altas que está escondido. Me señala que no haga ruido y que me agache. Escucho los pasos cerca de los policías y pasan a centímetros de nosotros sin vernos.
—Que rico estaba el chocolate —susurra en mi oído.
Esas siete palabras hacen que vuelva a arder de deseo como si no acabara de correrme, con él siempre quiero más. Se levanta y tira de la mano para que lo siga, intentamos disimular pasando entre la gente del jardín para ir hacia el coche. Una vez que empiezan a señalarnos y a llamar a los policías comenzamos a correr. Me fijo en la cara de Arian y tiene gesto divertido, está disfrutando, y yo también la verdad.
—¿Nos siguen? —le pregunto mirando el retrovisor.
—No bombón, los perdí en la primera curva —me dice mientras le observo conducir con masculinidad.
Gira su cabeza levemente hacia mí y me mira fijamente, tiene las pupilas dilatadas, y puedo confirmar que su rostro es relajado, alegre y seguro. Apoya una mano sobre mi muslo y me aprieta suave reconfortándome su contacto. Sonrío con dulzura ante el gesto. Por mi mente pasan mil pensamientos mientras me centro en sus ojos, tengo una lucha interna. Me siento bien con él, no es perfecto, hay cosas de su forma de ser que no soporto, como las constantes amenazas o que siempre quiera tenerme controlada, pero es que somos enemigos, no deberíamos querer rozarnos, y solo con la simple idea de tenerlo cerca y no poder hacerlo me desespero. ¿Seré yo un simple juego para él o sentirá realmente algo más? Si no le importo no quiero saberlo, se está volviendo mi vicio, algo que no puedes parar de hacer aunque sepas que no está bien.
—Me gustaría saber lo que piensas —me sorprende hablándome.
—A mi también me gustaría saberlo, de ti —le respondo después de pensarlo unos segundos.
Aún tenemos muchos secretos, no puedo abrirme totalmente a él. Tengo que obligarme a ser prudente aunque realmente mi corazón desee tirarse al vacío con él, además si él ha evadido la conversación es que tampoco está preparado para abrirse.
—¿Dónde vamos? —le pregunto.
—Vamos a ir al punto de reunión, donde siempre me reúno con los míos, tengo que dejar algunos temas cerrados hoy —me dice pensativo.
Para en la puerta de un edificio, parece abandonado, la fachada está descuidada y todo parece sucio. Baja del vehículo y le sigo de cerca. Miro alrededor y la gente se pasea por los alrededores sin prestarnos atención. Arian golpea con sus nudillos la puerta con una melodía ordenada.
—Señor —abre un hombre y saluda a Arian bajando su cabeza. Este le responde con la cabeza sin dirigirle palabra y entramos en silencio. Observo cada detalle, avanzamos por un pasillo igual de descuidado que el exterior. El hombre se queda al lado de la puerta y la vuelve a cerrar con llave. Escucho música de lejos, y voces de gente. Abren unas cortinas dos hombres y abro mucho los ojos, no me esperaba para nada lo que estoy viendo. Es una sala con lujos dentro de un edificio sin vida, la música suena fuerte, y hay muchas luces de colores por todos lados, aquí no hay luz solar, está todo cubierto, sin ventanas, supongo que estará insonorizado, cuelgan barras del techo y está lleno de personas haciendo cada una cosas distintas, pero todas parecen que cumplen un tipo de requisito, sobretodo las mujeres, no llevan apenas ropa. Mesas de billar, tragaperras, y sofás inundan la estancia.
—Espérame por aquí, no puedo llevarte conmigo, es algo confidencial —me dice Arian al oído por la música alta. Le miro sin estar convencida y se marcha sin mirar atrás.
Observo a todas las mujeres seduciendo a los hombres que hay, Arian camina entre ellos y todos lo saludan y se apartan de su camino, se les ve que lo respetan.
—Hola, ¿has venido con el jefe? —se me acerca un chico que le apesta el aliento a alcohol.
En silencio le miro fijamente.
—¿No sabes hablar? —se burla el chico.
Sigo con el mismo gesto sin mostrar un ápice de importancia a aquello. Se aburre de llamar mi atención y se va. No sé que hacer, me siento en un sofá para esperar a que llegue la hora de irnos. Arian aparece con un escuadrón de hombres y se sienta en un sofá que hay al fondo, a unos metros. Genial, veo que esto va para largo. Me mira de reojo mientras habla con los suyos, una mujer les lleva una botella de alcohol y vasos. Cruzo mis brazos y piernas mientras le observo sin esconderme.
—Chica que aburrido —me dice otro chico que se sienta a mi lado. Lo miro dos segundos con el desplante enfadado y vuelvo a centrar la mirada en Arian—. Si piensas que me vas a echar así, olvídalo.
El chico hace un gesto a una chica y nos acerca vasos y una botella, este llena el vaso y me lo ofrece. Arian se percata de la situación y ensombrece sus ojos, bebe un trago sin quitarme la vista, no le gusta lo que ve y eso hace que mi espíritu de manipuladora se despierte.
Le cojo la copa al desconocido y me lo bebo de un trago sin dejar de observar a Arian.
—Demasiado fuerte —le digo al desconocido soltando la copa en la mesa que tengo enfrente.
Esta sonando “Kingdom Come” de Demi Lovato. El chico de mi lado saca polvo blanco y lo extiende en la mesa, empieza a organizarlo en líneas finas y llama a otros para que se acerquen. Todos uno a uno la consumen y miro con detenimiento como lo hacen. Nunca he probado la droga, es más, si sé lo que están consumiendo es por las clases que nos han dado en la base.
El tipo me señala la mesa para que yo también lo haga, le echo un vistazo a Arian y está en medio de una conversación concentrado, no está observándome. Mis ojos se dirigen al polvo blanco, ¿por qué no?, tengo ganas, entierro al fondo de mi alma la persona legal y responsable y dejo salir a la persona que no me han dejado ser, que no me han dejado vivir, que han obligado a esconderse detrás de la niña buena. Cuando lo consumo respiro con profundidad y por un momento siento un subidón de adrenalina, me siento con mucha energía, me siento poderosa, sin complejos, sin remordimientos, no me molesta la situación, ni el lugar. Levanto la vista y Arian ha vuelto a centrarse en mí, está en silencio sin dejar de observarme.
Me hace un gesto con su mano para que vaya con él, le reto con mis ojos, no pienso hacer lo que él quiera. Primero pone los ojos en blanco y luego pone una sonrisa ladeada. Esa sonrisa me hace sentir cosquillas en mi estómago, es tan guapo, tan atractivo que me muero de ganas por besarlo. Sin pensar me levanto de mi sitio y voy hacia él. Todo a mi alrededor se mueve sin importancia, todo se hace borroso a mi visión solo está él en ella, Arian sentado sonriendo esperándome. Es lo único que deseo con todas mis fuerzas, a él, y a su forma de mirarme, de tocarme, de hacerme sentir, todo y nada.
Llego a su lugar y despide a sus hombres con un gesto, todos se levantan mientras me repasan de arriba abajo.
—Ven —me señala sus piernas para que me siente encima de él.
Hago lo que me pide y acerco mi nariz a su cuello para absorber todo su olor, esto si es droga, esto me hace sentir adrenalina mil veces más, sé que no estoy siendo madura, prudente, pero con él pierdo toda la razón, y te puedo asegurar que es porque las células de mi cuerpo se rebelan cuando lo sienten cerca a él.
—¿Cómo te encuentras? —me susurra en el oído.
—¿Desde cuando te importa? —le respondo quitándole el vaso y dándole un trago. Arian me mira preocupado. Cierro los ojos ya que siento que estoy mareada y subo mi barbilla hacia arriba esperando así encontrarme mejor y poder tener acceso a algo más de oxígeno.
—Yo voy a cuidar de ti bombón, ¿puedes andar? —me pregunta en voz baja metiendo un mechón detrás de mi oreja. Asiento con la cabeza.
Me agarra de la mano y me dirige él. Mis ganas de besarle aumentan a cada segundo, sé que no debería porque estamos en medio de su círculo de personas, soy el enemigo, pero ahora mismo no me importa nada. Le aprieto su mano entrelazada con la mía y gira su cabeza para mirarme, aprovecho la oportunidad para acercarme a él sin dejar de mirarlo. El tiempo se ha parado a mi alrededor, para mí solo estamos él y yo, me acerco lentamente a sus labios y le agarro la cara con mis manos atrayéndola hacia mi, no opone resistencia, no muestra signos de desacuerdo, él también quiere, aunque no sea lo que debamos. Junto mis labios con los suyos, extasiada, borracha de deseo, disfrutando de su contacto, como si fuera aire para mis pulmones, tengo la sensación de no poder vivir sin él, y la droga en mi sangre aumenta al infinito todos mis sentimientos. Se retira un poco de mis labios y abro los ojos para encontrarme con sus ojos azules observándome, me pierdo en su mirada, me quedaría toda mi vida así, con él. Se gira y tira de mi con rapidez, escabulléndonos de la mirada de la gente para llegar al pasillo derruido por el que entramos. Me aprisiona contra la pared y vuelve a juntar sus labios con los míos. Me abraza con fuerza mientras me besa, está desesperado por tener más, busca con su lengua la mía con ansias.
—No… te imaginas… lo que te necesito —me dice con voz ronca entre besos. Se queda unos segundos respirando mientras se recompone.
Vuelve a tirar de mí y me lleva hasta el coche, ha oscurecido, las estrellas brillan con fuerza en el cielo. Arian coge su móvil, y se lo pone en el oído mientras conduce.
—Desaloja ahora mismo todo, llego en diez minutos —cuelga.
No voy a preguntarle, no quiero saberlo, ahora mismo no me importa nada, solo quiero su contacto. Él me lo nota y entrelaza mi mano con la suya para luego dar un beso en ella.
—¿Sabes que ya estoy perdida? —le digo sincerándome sin querer darle detalles, no hace falta que lo sepa realmente. Perdidamente enamorada de él.
—Yo también bombón —me dice volviéndome a besar la mano con gesto serio y pensativo. Es la primera vez que lo veo dudar un poco, no noto que tenga la situación controlada como siempre, además está un poco triste.




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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora