CAPÍTULO 15

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Entramos por la puerta trasera y ahora veo con claridad el pasillo por el que salimos, hay cajas por todas partes, al fondo hay una cortina que da al club y la puerta a la izquierda antes de llegar a la cortina es el almacén donde yo estaba.
—Te quiero, no lo olvides nunca —me habla Lion mientras me agarra por el cuello y me da un beso de despedida.
—Cuídate Lion, no te fíes de nadie —y menos de mí— yo también te quiero.
En vez de acabar con esto y salir corriendo de esta misión, le he dado un beso a mi enemigo, le he mentido a mi novio y encima estoy segura que esto solo acaba de empezar. Me aprieto el intercomunicador y cojo la caja que me encargó Baldric para volver a la barra.
—¿Por qué has tardado tanto? Creía que te habías ido —me pregunta Baldric viniendo a coger la caja de mis brazos.
—Perdóname tendría que haberte avisado, me empecé a sentir muy mal y tuve que salir al aire libre unos minutos.
—¿Pero estás ya bien?
—Si, no te preocupes, volvamos al trabajo.
Miro hacia donde estaba el Asesino y sigue sin estar allí, solo están sus hombres divirtiéndose, entre ellos Lion bebiendo una copa con cara de pocos amigos.
—¿Se puede saber porque mierda no se escuchaba antes nada? Me asuste mucho —habla Romeo por el auricular.
—No sé, no tengo ni la menor idea —vuelvo a mentir.
—Y una mierda —responde Romeo.
—Sonaba como si tuvieras un bloqueador de señal cerca, conozco esas interferencias —inquiere Aqua.
—Pues alguien lo tendría, ya os he dicho que no sé nada, estaba en el almacén para reponer vasos y Lion vino a verme, ya sabéis lo demás —les respondo agachada recogiendo papeles que yo he tirado queriendo.
—Irma, la mesa diez piden más, ¿Estás segura que puedes con esto? Si no puedes, te cubro, no pasa nada, ya veremos como nos justificamos con Akram —me habla Baldric.
—Si puedo —cojo la bandeja decidida y en el momento que empiezo a andar aparece el Asesino agarrado de la cintura de Lia, se sienta en su lugar y la pone en sus piernas.
Voy decidida a dejarles las bebidas y a desaparecer cuanto antes. Lion no para de mirarme de reojo.
—¿Te gusta esta, Albert? —le pregunta el Asesino a mi novio sobre mí.
—No está mal —dice Lion sin importancia.
—Pues follátela —dice el Asesino, todos se quedan en silencio, se ha acabado la diversión—. Vamos, yo lo he hecho con esta.
Señala a Lia y esta levanta la cabeza orgullosa. Lion hace el ademán de levantarse y el Asesino lo frena.
—Aquí, te la follas aquí —dice divertido señalando el sofá.
—No lo voy a hacer aquí —responde Lion tranquilo.
—Vamos a tener que intervenir, creo que se huele algo —escucho por el auricular a Milo.
—Estoy preparado —contesta Romeo.
El Asesino saca la pistola y apunta a la cabeza de Lion directamente.
—Te he dicho que te la folles —vuelve a ordenar el Asesino.
Cojo yo las riendas y hago una señal con mis dedos para que lo vea Milo y no intervengan. Me pongo encima de Lion, este abre mucho los ojos.
—¡Quita! —me empuja fuera de sus rodillas—. Das asco, me follo a otra a esta no, elije.
Joder como duele este desprecio, el Asesino está riéndose mientras besa de nuevo el pañuelo y guarda su pistola.
—Tráeme otra botella bombón —se burla el Asesino después de haber conseguido que mi novio me degrade delante de todos.
Bloqueo mis lágrimas en mi interior y vuelvo a la barra, Baldric me está mirando con mucha preocupación.
—Tu eres fuerte, aguanta —me da ánimos Romeo por el auricular. Milo está con una chica en su regazo mirando la escena expectante.
Cojo una botella la abro y sin bandeja la llevo hacia la mesa diez, están todos mirándome. Me acerco al Asesino y la derramo sobre su cabeza. Sus hombres se levantan y él con un gesto los frena. Se pone justo a mi altura.
—Que sepas que no te tengo miedo —le digo a centímetros de su cara.
—No esperaba menos —me responde con una sonrisa impasible.
Me doy la vuelta y cojo mi abrigo para irme, Akram me detiene justo antes de salir.
—¡Estás despedida! —me grita enfadado.
—Me parece perfecto, métete tu puto prostíbulo por el culo, desgraciado —le respondo quedándome satisfecha con la respuesta.
Salgo a la calle y está nevando, miro al lado y veo a Romeo en una esquina.
—¿Estás bien? —me pregunta preocupado. Sabe que acabo de jugarme mi puesto de trabajo, y que esto va a tener consecuencias, pero ya no podía más. No puede acercarse a mí para no levantar sospechas.
—Muy bien, luego hablamos —le digo y abro los brazos agradeciendo la nieve en mi cara.
Camino hacia mi coche, esto es surrealista, tenía ganas de encontrarme con él y ahora después de todo lo que ha pasado pienso que ojalá no hubiera venido. Miro el reloj, las tres y veinte de la madrugada. Buena hora para mandarlo todo a la mierda.
Cuando llego a la base recojo a Fiera del cuarto de Romeo y me lo llevo a mi cama, hoy necesito compañía, mi vida está acabada, la de mis compañeros está en peligro y un futuro preso ha podido con mi temple. Lloro con Fiera consolándome.
—No Fiera, no se puede arreglar, ya está todo perdido —le respondo a la mirada de mi compañero.
Estoy dormida cuando llaman a mi puerta.
—Soy Romeo, abre.
Le abro y todavía con la ropa de la misión se tumba a mi lado y me abraza junto con Fiera. Hoy no quiero saber nada más, necesito descansar, en cuerpo y mente.


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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora