2 ¿Por que no confías en mí?

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La mano firme sobre la cadera un par de horas después hizo despertar a Azali. Se mantuvo quieto, y Jared respiró su aroma mientras adhería su torso y pene a la espalda y culo de su amante.

—Duerme—. Su voz fue más bien un susurro, como si no quisiera despertar a nadie. Sin fuerza o determinación. Jared lo ignoró y besó su cuello, tomó entre sus labios el lóbulo de la oreja.

—No tengo ganas de dormir, sino de comerte.

—¿Este es el único idioma que dominas? —. Azali se giró en la cama y quedó de espaldas sobre el colchón. Jared aprovechó la oportunidad y se posicionó entre sus piernas.

—Sabía que te molestarías si te decía la verdad—Jared besó su cuello, su respiración causó un escalofrío en la piel morena.

—No hagas eso, maldita sea—Azali gimió y lo apartó, necesitaba hablar con él, sin importar que los dos ya estaba duros.

—Él fue uno de los guardaespaldas de mi padre hace 15 años. Fue quien golpeó a mi hermano Ian para que observara mientras él le vaciaba el cargador en la cabeza a Mora.

—La madre de tu hijo—. Jared asintió, su mandíbula en tensión. Dios, ¿por qué era incapaz de hablar acerca de lo que sentía?

Había momentos en los que Azali se desesperaba. Las ganas de llegar más allá lo enloquecían, pero Jared era una roca, él mismo lo había dicho.

—¿Por qué mientes? —preguntó—. He sido incondicional contigo durante todo este tiempo. He dejado todo por...

—Yo no te obligué a hacerlo—replicó.

—Por supuesto que no, y no lo digo para que pienses que fue una obligación—aclaró—. Mierda, ¿es que nunca puedes ver mi punto?

—Ya, no te pongas quejoso.

—Eres un imbécil, Jared.

—Y te caliento.

—Para ti todo gira en torno al sexo.

—¿Hay algo más? —preguntó con ironía. Su mano se movió sobre la verga de Azali y este frunció el ceño—Estas peleando conmigo, y tienes una erección terrorífica.

—Lo que hiciste hoy no tuvo que ver con sexo, sino con venganza—. La sonrisa burlona de Jared desapareció, se movió del otro lado de la cama y apoyó su espalda en colchón. Su vista en el techo blanco níveo.

—Ellos me destruyeron, Aza—dijo en una mezcla de rabia y dolor—. Me quitaron todo lo que tenía. Ninguna persona me había importado hasta Mora. Nadie. No tenía nada, pero nunca fue algo que me quitara el sueño. Entonces apareció ella, si la hubieras conocido, hombre...

Azali sintió que su estómago se retorcía, ¿cómo un hombre podía continuar enamorado de un fantasma 15 años después?

—Háblame de ella...

—No creo que...

—Jared—replicó—, al menos dame la oportunidad de conocer al único ser que has amado en tu puta vida o también me vas a negar eso?

Jared negó, se levantó de la cama y buscó la ropa para salir del lugar. El aire escaseaba en esa habitación que estaba llena de una niebla espesa de celos, desesperación y odio.

—Fui a Ciudad del Cabo a buscarte, ¿eso debo contar no?

—Apareciste después de haberme insultado de todas las formas posibles en Casablanca cuando sabías que tenía razón—agregó—. Me follaste y como un idiota que piensa con la verga me dejé.

—No es así—replicó enojado—Tú me importas Azali de lo contrario no habría ido por ti.

—¿Entonces porqué sigues ocultándome cosas? ¿Por qué no me dijiste que hoy no había ningún contrato, sino que era parte de tu plan de venganza con aquellos que te hicieron daño? ¿O qué? ¿Piensas que no te entendería?

—¡Es que nunca lo harás! —levantó las manos y tiró de la camisa que estaba sobre la silla para colocársela—. No tienes idea lo que significa perder a tu único amor, ni siquiera te imaginas que le hace a tu corazón perder a un hijo y después de años saber que vive, que tu propio hermano lo ocultó.

—Ian hizo lo correcto, por más que te duela—respondió mientras ahogaba la pena que le provocaban las palabras de Jared.

—¿Sabes qué? Tú y la mierda de mi familia se pueden ir al infierno—. Agarró la chaqueta y salió de la habitación. Azali se puso de pie y lo siguió.

—¿A dónde vas?

—A un lugar en donde no te esté escuchando tus cuestionamientos idiotas—. Bajó la escalera a toda velocidad y se arregló el cuello de la chaqueta. Azali quedó estático al lado de la escalera. Negó varias veces y sintió el portazo.

«Ni siquiera te imaginas que le hace a tu corazón perder a un hijo».

En ese momento, Azali entendió que le exigía a Jared cosas que él tampoco estaba entregando. Había demasiado dolor en algunas confesiones, en sacar del pasado heridas que ni siquiera hacían el intento de cicatrizar. La desaparición de un hijo era algo terrible, pero saber que está muerto y que nunca más lo volverás a ver, resultaba inenarrable.

Azali volvió a la cama, era consciente de que no iba a conciliar el sueño y de pronto los viejos hábitos volvieron. El dejar que la cabeza le quitara las ganas de vivir.

Pensó en las veces en que Débora, su exesposa miraría el techo acostada en la cama, imaginando dónde se encontraba él, en qué selva o desierto estaría perdido. Pensó en la preocupación, en la tristeza de saber que cada minuto podía ser el último. Su mujer había soportado eso en soledad, había aguantado la tristeza solo para que él llegara y a la semana saliera en una nueva misión.

La vida tenía muchas vueltas y ahora Azali, desde la otra perspectiva, comprendía todo aquello que había criticado. Azali había sido un hijo de puta insensible, igual a como lo era Jared.

¿Cómo Jared iba a saber que él también perdió a una hija si nunca se abrió a contarle? Era un imbécil, no adivino.

Dio vueltas en la cama hasta que logró conciliar el sueño. Lo último que sus oídos escucharon fue la risa de su hija, otra vez ese sueño lo acunaba, como hacía mucho tiempo no sucedía. 

JARED - T.C  Libro 3 - Romance gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora