Azali escuchó el sonido de un potente motor entre sueños. Jared había regresado. Abrió los ojos y se enfocó en el reloj de pared que daba las 3 de la madrugada, los cerró de nuevo y dio una respiración profunda y siguió durmiendo. La mano firme de nuevo en su cintura y el hombre, producto de todas sus fantasías, lo llevó hacia él como si se tratara de un muñeco de trapo.
Jared besó su cuello y succionó. Azali se removió entre las sábanas y su amante lo inmovilizó, solo para colocarse por enésima vez entre sus piernas.
-Estás borracho-dijo cuando percibió el aliento de Jared. La boca entreabierta se deslizaba por sus pectorales, hasta el pezón derecho.
-Solo bebí una copita.
-No es una pregunta, imbécil-replicó y sostuvo la cabeza de su amante en sus pezones para que los chupara.
El ruido de los chupetones y jadeos comenzó a llenar la habitación. La boca de Jared se deslizó hacia abajo llegando a la enorme verga que relucía el líquido preseminal.
-Hola, «amiguito»-dijo mientras sostenía el pene entre sus manos y le dio un besito-. Ya no estemos enojados.
-Así es como tapas tu tristeza-dijo Azali sin querer reír-, con bromas sin sentido.
Jared no respondió, abrió su boca y se tragó el enorme pene hasta que tocó la campanilla. Las caderas de Azali se impulsaron hacia arriba y follaron la boca de su amante. Los sonidos estrangulados con cada empuje provocaron más excitación. Azali apoyó sus codos en el colchón para ser testigo en primera fila de lo que sucedía allá abajo.
-Dios, tu cara-gimió cuando el hombre estirado en el colchón comía su pene y lo observaba con hambre, como si de pronto la única comida que pudiera ingerir fuera el inmenso trozo de carne palpitante.
Jared lo soltó y produjo el sonido más erótico que los oídos de Azali habían escuchado. Necesitaba más de este hombre, de su salvajismo y osadía, de sus comentarios mordaces, incluso de su imbecilidad.
-Date la vuelta y muéstrame ese culo de infarto.
-¿Podrías dejar de decir esas cosas?
-¿Qué? ¿Todavía te da vergüenza? -indagó con la diversión que vibraba en su voz.
-A cualquier hombre le daría vergüenza-. Jared paseó la lengua por su boca antes de lanzar todo lo que se le vino a la cabeza.
-Es la verdad, si te molesta allá tú. No hay nada más rico que impregnar de mi corrida esas nalgas redondas y grandes-. Azali se giró en la cama para colocarse en 4. Jared se ubicó detrás de él, y palpó su entrada. El hombre se contrajo.
Se movió entre las sábanas y agarró del tubo de lubricante que estaba sobre la mesa de noche. Embadurnó un par de dedos y los deslizó al interior al tiempo que impregnaba besos en la espalda. La piel de Azali ardía, la de Jared tenía un brillo perlado que la adornaba haciéndola más apetecible.
Jared besó su cuello, los dedos entraban y salían. El toque en la próstata provocó que los brazos de Azali flaquearan.
-De verdad me gustas mucho, teniente-musitó en su oído sin dejar sus dedos quietos-, no me pidas más que esto, ¿puedes?
Azali gimió, la manera en que apuñalaba esa zona erógena dejaba su cabeza vacía. Estaba enamorado de Jared, era inevitable, pero ¿debía exigirle al otro sentir lo mismo cuando el acuerdo nunca se trató de emociones?
Los dedos abandonaron la entrada y Azali se acostó sobre su vientre. Afirmó los codos en el colchón y mantuvo sus piernas abiertas cuando el enorme trozo de carne se acomodó entre sus nalgas y empujó. Jared conocía el camino, la intensidad, la manera en que cada músculo del esfínter lo apretaba, y el quejido inicial que denotaba dolor. Siempre había dolor al principio, con ese tamaño ambos sabían de qué trataba, pero luego, al transcurrir los minutos y las embestidas lentas y profundas todo ese penar se disipaba y solo quedaba el placer.
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JARED - T.C Libro 3 - Romance gay +18
Romance¿Morirías por los seres que amas? Los Callums no tienen grises. Jared nació del lado malo de la vida, hijo ilegítimo, un padre inexistente, un hermano que siempre buscó la manera de ignorarlo debido al secreto que le ocultaba. La vida de Jared no ha...