29 Amor

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El mundo comenzó a girar dentro de la camioneta, la cual iba hacia abajo dando vuelta tras vuelta hasta llegar a terreno bajo. Ian quedó inconsciente. Jared frunció el ceño al sentir una terrible punzada en su cabeza y en todo el cuerpo. Azali le tocó el hombro; había logrado zafarse del cinturón de seguridad.

—¿Estás bien? —preguntó el teniente. Entretanto, se movió y puso su mano sobre la ceja, la cual estaba empapada con sangre.

—¡Carajo! ¡Ian! —gritó Jared con el dolor que no se iba.

Tocó a su hermano, y este se quejó. Muy despacio estaba volviendo en sí. Los cuatros estaban vivos, no muy bien, pero vivos al fin y al cabo, que era lo más importante.

—Vamos. —Azali ayudó a los hombres a salir de la camioneta.

El ruido de truenos se oyó nítido y puso en alerta a todos. Azali tragó saliva. No había podido tomar ninguna de sus medicinas, por lo que el miedo lo invadió por un segundo.

«Por favor, dame la oportunidad de ayudarlos».

Pidió a su hija en el cielo que le diera la chance que ella no le brindó. Estarían bien. Esta historia terminaría de la manera en que ellos merecían.

—Esta porquería no sirve. —Jared pateó la rueda de la camioneta.

—Te dije que no bajaras la velocidad cuando vas en pendiente, pero lo hiciste. Estas son las consecuencias.

Jared puso los ojos en blanco.

—Idiota.

El hombre se acercó y lo sostuvo del rostro.

—¿Por qué piensas que está allá?

—Donovan me contó que solía acampar allí con su abuelo.

—Bien —Azali le dio un golpecito en el rostro y Jared hizo una mueca de dolor—, agarren sus mochilas y prepárense para correr. Son varios kilómetros, pero, por suerte, llevo a hombres en forma, ¿cierto?

—Es chiste, ¿verdad?

—No, Dom, yo no bromeo cuando se trata de entrenamiento.

—Es que me parece que nos confundes con los miembros de tu antiguo equipo.

Azali no respondió. Se colocó la mochila y les hizo señas para que fueran detrás de él.

—Muévanse. Nadie para hasta que yo diga.

Obviamente la cosa era más fácil decirla que hacerla. Los Callums le siguieron el paso lo mejor que pudieron. El terreno era pedregoso e irregular, y no era que a ellos les faltara estado físico, pero la montaña era cosa seria. Azali demostró frente a todos por qué le llamaban pantera. Los guio sin detenerse un minuto. Entre pendientes, rocas, terrenos resbaladizos y estrechos poco a poco comenzaron a aparecer las huellas de Donovan y Víctor. Iban por el camino correcto. La cuestión fue que a mitad de camino la lluvia comenzó.

Jared maldijo cientos de veces mientras continuaban moviéndose. Eso no solo dificultaba la visibilidad, sino que borraba todos los rastros de los chicos.

—Hay que subir por aquí —señaló el teniente—. Si continuamos por abajo, corremos el riesgo de quedar varados por las inundaciones.

—Pero si apenas ha comenzado a llover.

—Obviamente no tienes ni puta idea del terreno en el cual nos movemos, Callum.

No frenaron el paso y no se quejaron, excepto por algunos insultos reiterativos de Jared, quien fue al lado de Azali todo el tiempo. Aza en cada paso sentía que volvía a la vida, a lo que amaba. Entendió los motivos por los cuales nunca pudo dejar de ser un marino, aunque a Débora le doliera el alma cada vez que se marchaba.

JARED - T.C  Libro 3 - Romance gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora