North había tenido razón. Mirar a Donovan era como volver al pasado, a una época un poco más luminosa, ver una fotografía vieja de su adolescencia.
Donovan, con su rostro sucio y empapado con lágrimas, corrió hacia North y lo abrazó. Tenía moretones en su cara. Por su color, se notaban que era recientes, y Jared, por lo sucedido, sabía quién los había hecho. Malditos bastardos. Habían tenido la suerte de que Jared no vio al muchacho antes, de lo contrario los habría matado a todos. Jamás se sintió tan arrepentido de dejar a alguien vivo como ahora.
—¿Estás bien? —dijo mientras limpiaba a North—. Mamá me impidió salir.
—Estoy bien, hijo querido —replicó como si le doliera el alma—. Ellos me ayudaron.
Donovan se giró hacia los hombres y se detuvo en Jared. Un escalofrío lo invadió. De pronto, el temor llenó cada célula de su cuerpo. Había algo extraño en este hombre, algo como... familiar. North lo sujetó de ambos hombros y lo obligó a volver la vista hacia él.
—Donnie, los señores han venido a hablar contigo.
—¿Conmigo? ¿Por qué?
Su padre le dio un beso en la frente. No quería llorar, pero era inevitable, porque el mayor miedo de toda su vida no le había golpeado la puerta, sino que había entrado como un tornado.
Jared Callum era un tornado, uno que arrasaba con todo a su paso, y North se sintió nada a la par de ese hombre. El miedo se apoderó de sus palabras, de su voz, y los silencios cubrieron cada espacio. Donovan no entendía. Quería respuestas, las necesitaba.
El momento que North había pospuesto toda su vida estaba allí y nadie podía cambiar el pasado. Sin importar cuánto amaba a Donovan, él no era su hijo. Y todo lo que le había entregado de manera incondicional durante cada segundo de su vida de repente se tornó nada.
—El señor que ves allí se llama Jared Callum, cariño —dijo antes de llorar—, y es tu verdadero padre.
—¿Qué? —preguntó con el ceño fruncido, aturdido por la afirmación contundente y letal de North. ¿Acaso era posible?
Se enfocó una vez más en el hombre más despiadado que había conocido en su corta existencia. La sangre aun caía del cuchillo que llevaba en su mano. Donovan negó una y otra vez, mientras que Jared se mantenía inmutable, aunque sus ojos lo decían todo.
«Es tu verdadero padre».
Donovan se sintió en una novela, en una donde no tendría un final feliz.
—Señor Graham, quiero avisarle que hemos encontrado lo que busca.
—¿En serio? Recién han pasado dos meses.
—Es un varón. Sé que lo amará con toda su alma. Es precioso. He analizado más de cien entrevistas, y ustedes son los correctos para él.
Estaban en una mesa circular, cada uno de ellos en silencio. Donovan se frotó los ojos. Era una pesadilla, tenía que serlo. El relato de su padre, mejor dicho, de su tutor, quien lloraba como jamás lo había hecho, le corroboró que estaba en la realidad, sin importar que se asemejaba a una dimensión paralela.
—Nunca quise hacerte daño. —North explicó una y otra vez, y rogó que su hijo lo perdonara.
Donovan sentía que el nudo en la garganta se apretaba más a cada segundo.
Miró a Jared, que estaba frente a él. Este tenía las manos juntas sobre la mesa de madera rústica y jugaba con sus pulgares.
—Tú no pareces hijo de tu padre.
—¡Cállate!
—Es verdad. De seguro tu madre lo engaña.
Malditos hijos de puta. Donovan odiaba a cada compañero de clase que se burlaba de él, que lo molestaba con cosas que le generaban dudas. No había nadie de pelo negro y de rasgos tan profundos en la familia, nadie. Cada noche, Donnie se detenía en sus facciones, en sus gestos, en sus labios llenos, en sus ojos oscuros como el alquitrán, en su estructura física. Sus padres eran bajitos, y él medía más de un metro ochenta y solo tenía quince años.
Lo sabía. Lo supo toda la vida. No pertenecía a ese lugar, al sitio que amaba y donde se sentía amado. Era hijo de ese hombre frente a él que no lo miraba por vergüenza. Su mundo lleno de tranquilidad de repente estaba en guerra. Todo lo vivido era parte de una mentira, una a la que ansiaba aferrarse. Estaba al borde del vómito.
—Hijo... —North le tocó el brazo, y Donovan lo quitó. No prolongaría más esta incertidumbre y tampoco el dolor que le provocaba.
—Váyanse.
—¿Qué?
—Quiero que me dejen a solas con Jared.
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JARED - T.C Libro 3 - Romance gay +18
Romance¿Morirías por los seres que amas? Los Callums no tienen grises. Jared nació del lado malo de la vida, hijo ilegítimo, un padre inexistente, un hermano que siempre buscó la manera de ignorarlo debido al secreto que le ocultaba. La vida de Jared no ha...