25 Emboscada

1.8K 303 70
                                    

—¿Estás bien? —le preguntó Víctor a Donovan esa noche mientras ambos estaban acostados en sus hamacas y miraban el cielo.

—Sí, amiguito —respondió con una sonrisa fingida. Se sentía incómodo desde que Jared llegó para derribar su vida como si fueran muros. Donovan era un Callum. Formaba parte de un mundo de asesinos, trajes caros y amores prohibidos.

—¿Por qué mientes? Tú nunca lo haces.

Donnie dio un suspiro de resignación.

—Estoy un poco triste.

—¿Es por los hombres de esta mañana?

—Sí, por el que se quedó, por... mi padre.

—Me dio miedo.

—¿Sí? —indagó asombrado.

—Tiene ojos crueles, muy negros, como el petróleo.

Donovan frunció el ceño. En ningún momento lo había visto como su hermano a pesar de que debía reconocer que Jared tenía algo de temible. No era un hombre cruel, no le dio esa impresión pese a ser testigo del trato a Holden.

—No es malo. Además, yo tengo los mismos ojos.

La luna era un disco hermoso entre plateado y celeste, e iluminaba los viñedos y las montañas. Las nubes estaban lejanas. Nadie podía cubrirla. Las estrellas no eran rivales para su hermosura.

—Vamos a dormir.

Ambos se pusieron de pie y caminaron hacia la casa. Donovan les echó un último vistazo a los viñedos. El sonido de los insectos rompía el silencio de la noche brillante, el frío se instalaba por esas horas y el clima hacía su juego. Calor agobiante en el día; noche clara y fría. Los chicos ingresaron a su cuarto y de inmediato se quedaron dormidos.

Esa noche, Donovan soñó con una mujer que jamás había visto. Ella lo arropaba y le cantaba con dulzura. Greta y North se habían ido a la cama temprano después de una nueva conversación con su hijo. El sonido de los vehículos se sintió como un eco lejano que venía de las profundidades de su sueño. Los párpados de Donovan se movieron, pero fue incapaz de abrirlos. De verdad estaba agotado. Sin embargo, el sacudón de su madre a todo su cuerpo lo hizo volver a la realidad, al momento en que su vida terminaría por volverse cenizas.

—Despierta, por favor.

Fue un susurro aterrador. Greta tenía miedo.

Donovan abrió los ojos y su corazón latió con velocidad. Observó a través de la ventana el horror. Las llamas cubrían cada espacio de los viñedos y se expandían con furia. El calor y el humo llegaban hasta la casa, hasta su ventana desgastada, que daba justo a la plantación. El trabajo de todo un año ardía. Las llamas crecían en ese terreno con escasa humedad.

Donovan se puso de pie tambaleante. Su mente estaba en alerta, pero al parecer a su cuerpo le costaba recibir el mensaje. Su madre lloraba y le hablaba. Su hermano, a su lado, miraba sin rumbo. Donnie se había quedado sordo. Greta lo zamarreó una vez más.

—Tienes que irte de aquí ahora. —Su madre tironeó de él y de su hermano.

Los muchachos se vistieron tan rápido como pudieron.

—¿Qué pasa, mamá?

—Los hombres de Tim Jackson. —Su madre se cubrió la boca. Quería gritar, pero si lo hacía alertaría su posición—. Vas a llevarte a tu hermano. Corran lejos de aquí, a las montañas, ¿de acuerdo?

—¿Y ustedes?

La mujer le dio un beso a cada uno en la frente.

—Sal por la puerta trasera. No te detengas por nada, ¿me oíste? Cuando haya pasado el peligro, regresas.

JARED - T.C  Libro 3 - Romance gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora