18 Amenazas

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El verde de la extensión de viñedos causaba un hermoso contraste entre el azul profundo del cielo y las montañas marrón rojizas. Dominic se detuvo en la entrada de lo que era la propiedad de los Graham.

—¿Estás seguro de que es aquí?

—Son las indicaciones que Olivia me dio —le aseguró Ian a Dominic.

Jared sintió que su corazón se asemejaba a un terremoto en su pecho y causaba estragos. Habían llegado. Estaban ahí.

Ingresaron al terreno en la camioneta y levantaron una nube de polvo. Algo de dos kilómetros separaban la casa de la entrada a la propiedad. Las uvas colgaban de los viñedos, oscuras, grandes y apetitosas. Era el clima más adecuado para cultivarlas. Ese mismo que causaba molestias en los seres humanos debido al calor sofocante hacía que las uvas crecieran fuertes y saludables. Su hijo había crecido allí.

«Mi hijo».

La garganta de Jared se cerró y las ganas de llorar lo invadieron.

¿Cómo carajo coordinaría una mísera palabra cuando lo viera?

Había tres hombres trabajando, los cuales se escondieron entre la plantación apenas los vieron.

Azali frunció el ceño.

—Oigan, ¿en verdad somos tan feos? —bromeó sin entender la actitud.

La camioneta continuó por la huella polvorienta. Azali advirtió las ruedas de otros vehículos marcadas. Habían tenido visitas un día atrás, dos como mucho.

Un hombre rubio, que tenía su rostro cubierto, se enfocó en la camioneta. Dominic avanzó hasta quedar más a o menos a quinientos metros de la casa. La residencia no era pequeña, pero estaba deteriorada. La madera de las ventanas estaba desgastada por el potente sol y los vientos. El hogar al parecer en algún momento había estado pintado de un color más claro que la canela. Ahora, debido a la erosión del clima, tenía manchas de color más claro o incluso blancas. La madera rasgada en los laterales de una de las ventanas, la que daba hacia los viñedos, necesitaba un cambio urgente.

Jared abrió la puerta de la camioneta apenas su primo la detuvo. Los cuatro bajaron del vehículo. El hombre se quitó el pañuelo del rostro; tenía la piel irritada por el sol. El calor hacía tan difícil que los seres humanos se adaptaran a ese lugar inhóspito.

—Buenos días. —Ian caminó hacia el hombre para estrechar su mano. El tipo se limpió la mano sucia y respondió—. Mi nombre es Ian Callum, y buscamos a North Graham.

North asintió. Sus ojos fueron de Ian a Dominic y se detuvo en Jared. Su vista se quedó en el tipo impecable de pantalón beige, camisa blanca y zapatos náuticos. Jared se quitó los lentes de aviador. North miró a un costado y negó.

—Jamás creí que lo conocería. —Volvió su vista azulada a las turmalinas negras de Jared.

—Entonces sabes quién soy.

—¿Cómo no hacerlo? Es como ver a mi hijo en veinte años más. Es idéntico a ti. ¿Cómo negar la verdad cuando me está golpeando la cara?

Jared se aclaró la garganta y dio pasos hacia el hombre para saludarlo.

—Soy Jared Chadwick Callum y estoy aquí por mi hijo.

—Sin duda se refiere al mío —corrigió el hombre—. Le recuerdo que ha estado a mi cuidado por quince años.

—Me vale mierda si lo has tenido por cincuenta. —Jared bufó.

Ian le sujetó el brazo y su hermano le dio una mirada asesina.

JARED - T.C  Libro 3 - Romance gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora