"Los opuestos se atraen"
-Primer libro-
INFIDELIDAD: Una palabra que muchos ya escucharon, un echo que ya algunos vivieron y que les rompió el corazón, aquellos que no conocen ese sentimiento, desean jamás sentirlo, porque deja una cicatriz que casi...
Reynaldo dejó a Kendall en su habitación, recostada en su cama Mientras estuvo con ella, Linnie le hacía preguntas de lo sucedido y este respondía
Ambos tenían una buena relación de cuñados aunque Linnie no estuviera en Mellowbrook conocía el tipo de noviazgo que tenían su hermana y él
O eso creía
A ella le gustaba como cuñado, era inteligente, elegante, amable y por sobre todo, sabía que amaba a Kendall quizás más que a las matemáticas y a la ciencia.
Tras unos minutos, Reynaldo tuvo que irse, despidiéndose de Kendall con un beso en la boca apesar de que está no pudiera corresponderle, acarició su cabeza y deseó que despertara al día siguiente y poder verla en clases, se fue a su casa dejando a Linnie viendo a su hermana, tras unos segundos la rubia mayor se fue a dormir.
. . . . .
. . . .
Era de madrugada, el reloj marcaba las 5:31 de la madrugada, la rubia abría sus ojos lentamente hasta encontrarse con la oscuridad de su habitación, lo único que iluminaba era la luz que atravesaba las cortinas, una luz muy tenue, se levantó despacio, su cuerpo pesaba y estaba algo desorientada, su cuello y espalda dolía un poco por hacer caído al suelo tan de golpe
Se vió a si misma pudiendo distinguir entre las sombras el vestido de sultana, miró a su mesita de noche viendo el reloj con la hora, arriba de este pisaba la hermosa corona, se sentó a la orilla de la cama Intentando recordar lo sucedido, al hacerlo sintió el mismo escalofrío y más al recordar la mirada de Gordon..
Necesitaba a Kick, lo necesitaba ahora
Se levantó, tenía incluso los zapatos puestos los cuáles eran unas pequeñas chinitas de color rojo con un moñito enfrente, debajo del vestido del mismo color, se colocó la corona.
Debía admitirlo, le encantaba parecer una sultana, se miró al espejo y sonrió, Kick no la había visto con alguno de los trajes, ni las joyas ni coronas, le daría una sorpresa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Poco y nada le importaba que fueran las 5 de la mañana, al día siguiente no iría a clases y listo.
Claro que nunca antes en toda su vida faltó a clases, si estaba enferma iba igual, pero ahora lo único que le importaba era acurrucarse en los brazos de su amante, de su amor, su primer y único amor.
