Las últimas noticias cayeron como una bomba en las oficinas del Consejo de Defensa, en los demás cuarteles, y en el Primer Consejo. Y, en este último, era en donde se iban a decidir los asuntos más importantes y la estrategia a seguir. Los generales Weiland y Hoth iban a asistir a una reunión convocada por el Consejo esa misma tarde.
Aunque Weiland había acudido reiteradas veces al Primer Consejo, cuando era llamado para consultas por algún tema o para presentar algún aburrido y rutinario informe trimestral, aquella vez notó que la asistencia era mucho mayor a la acostumbrada, y pudo detectar claramente la tensión en el ambiente. Ambos tomaron asiento junto al general Watanabe, el representante permanente del ejército en el Consejo, y los tres militares pudieron intercambiar algunas palabras en privado antes de que se iniciara la sesión.
Luego Weiland se levantó y se acercó al gigantesco mapa de la región por completo colgado en una pared lateral de la sala, y esperó a que todos guardaran silencio antes de empezar.
—Ciudadanos, buenas tardes, paz —saludó el general.
—Paz —respondieron todos.
—Esta vez no voy a entrar en pormenores. Ha sucedido lo siguiente: Durante la última semana, hemos soportado ataques masivos en la frontera suroeste. —señaló el área en el mapa con un puntero de madera—. Y como ustedes ya saben, el resultado ha sido negativo, ya que hemos perdido dos bases de avanzada, los puestos Uno y Dos —volvió a señalar—, sin hallar sobrevivientes hasta el momento.
»Además, hemos establecido combates menores, pero mayores a lo acostumbrado, en otras partes de la frontera. —y señaló la sur y la oeste. El general se tomó un momento antes de continuar, ya que lo que iba a decir a continuación aún no lo sabían en el Consejo—. Pero debemos centrar nuestra atención en el suroeste, ya que allí han ocurrido, o están ocurriendo, algunos hechos diferentes en el actuar del enemigo, que indican claramente la gravedad de la situación. —la sala se mantuvo en silencio y lo escuchaba con atención.
»Lo primero es que los ataques contra estos puestos de avanzada y contra algunas patrullas, han sido mucho, muchísimo más grandes que lo que hemos visto anteriormente; el número de atacantes ha sido enorme y nos han superado con rapidez. Por otro lado, han logrado sustraer el armamento de estas fortificaciones, los cuales han sido utilizados en nuestra contra y con eficacia, se podría decir. —un murmullo recorrió la sala, Weiland esperó un momento antes de continuar—. Además de que el enemigo cuenta ahora con algunas de nuestras armas, los exploradores han podido observar dos cosas sumamente preocupantes, y se los voy a decir de manera directa, ya que lo que van a escuchar a continuación explica con claridad el peligro al que nos enfrentamos. Una de ellas es que ahora tienen artillería. Y la otra, es que el enemigo cuenta con enormes tropas, podríamos hablar hasta de ejércitos.
El general sabía de antemano que, en ese momento, al decir eso, iba a terminar su exposición inicial y arrancaban las preguntas y discusiones.
El primero en hablar fue Francisco Conti, consejero de producción, que dentro de sus responsabilidades se encontraba la fabricación de armamento.
—General, usted está hablando de ejércitos, con cañones, y que están organizados, como nos cuenta.
—Es correcto, consejero, cuentan con una cadena de mando, según parece —respondió el general de manera simple, sin darle énfasis o dramatismo a lo que esto significaba.
—¿Eso quiere decir que...?
—Sí, que tienen capitanes y comandantes. Y están organizados en divisiones, eso es algo que nunca antes habíamos visto.
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La Última Guerra en la Tierra
Science FictionEn el año 2071, los pocos miles de sobrevivientes de la Tercera y Cuarta Guerra Mundial que escaparon del apocalipsis, la radiación y el contagio, hallaron refugio y recursos en la selva montañosa de los Andes orientales, donde lograron desarrollar...