La doctora Laura Miller pasó la noche en la casa de los Chernikov, y desde una habitación contigua pudo ser testigo directo de los sueños y diálogos nocturnos de Tania. Ambas conversaron hasta muy tarde aquella noche, intercambiando sus ideas y creencias sobre la vida, y sobre la muerte, también. Hablaron de ciencia, sobre el futuro que le esperaba a la humanidad y, principalmente, de aquellos temas en los que Laura era experta, como los procedimientos de edición genética en humanos, temas que Tania encontraba sumamente interesantes y que conocía bien, al haberlos estudiado a fondo por su cuenta.
Laura quedó asombrada al saber que la adolescente había leído de principio a fin el Manual de Edición Genética, el trabajo de su vida, su obra maestra, su contribución al mundo. No podía creer que una chiquilla de su edad fuera tan lista, que conociera tanto sobre tantos asuntos, y que entendiera con claridad y realismo el mundo y la sociedad en la que vivían. Y, además, que supiera expresarse tan bien. Que pudiera presentar sus ideas de una manera ordenada, clara y sencilla, utilizando argumentos poderosos e irrebatibles para sustentar sus certezas y convicciones.
Luego de desayunar con Katerina y Vasily, mientras hacían la sobremesa, Laura soltó el tema delante de todos.
—Tania, pude escucharte, por la noche.
—Sí, lo imaginé, doctora Laura.
—La verdad, no me pareció como que estuvieras dentro de un sueño, era más bien otra cosa.
—Sonaba más a una conversación, ¿verdad?
—Sí, eso, a una conversación.
—Así es como recibo los mensajes, las cosas que quieren que haga por ellos, las cosas que quieren que les diga a los demás, conversando. Ellos me hablan y yo les respondo y les hago preguntas.
—Sí, sí, así se oía, Tania. Ellos... ¿Quiénes podrán ser ellos? Aún no lo sabes, ¿o sí?
—No, aún no. Y, ahora, ellos me hablan además de otros. Ese fue el mensaje de anoche, que debo encontrar a otros, a los otros. Y yo no sé quiénes son ellos, ni los otros, ni donde están.
—¿Otros? ¿Te refieres a... otros humanos?, ¿otra colonia?, ¿otro refugio?
—Es lo que creo.
Laura se quedó en silencio un momento, sin salir de su asombro por lo que oía.
—Tania, esto es algo súper importante, de ser cierto, que exista otra colonia de sobrevivientes. No hemos sabido de ni una sola desde el éxodo a San Pedro.
—Y que nos pueden ayudar, ¿verdad, doctora Laura? Porque los mensajes que recibe Tania son para nuestro bien, o para advertirnos del peligro.
—Claro, Katerina, y si le piden ahora que encuentre a los otros, es porque algo bueno debe de salir de ese encuentro.
—Parece que tengo una nueva misión, doctora Laura. Y, nuevamente, tengo una ruta para seguir, en mi cabeza, en mis recuerdos.
—Una ruta, ¿hacia dónde?
—Hacia el norte, bien al norte, lejos de la frontera.
Laura hizo una pausa de nuevo, mirando fijamente a Tania.
—Tania, querida, creo que alguien más que tu familia y yo debemos escuchar esto. Nuestra supervivencia quizás dependa del resultado de la misión que tienes por delante. Debes contárselo cuanto antes al Primer Consejo, tú misma, ya que a mí no me creerán.
—Está bien, iré con usted —respondió Tania con resignación, después de pensarlo por un breve momento.
—No temas, estaré a tu lado.
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La Última Guerra en la Tierra
Ciencia FicciónEn el año 2071, los pocos miles de sobrevivientes de la Tercera y Cuarta Guerra Mundial que escaparon del apocalipsis, la radiación y el contagio, hallaron refugio y recursos en la selva montañosa de los Andes orientales, donde lograron desarrollar...