28. Samsonov

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Luego de cruzar la Muralla aquella tarde, Alonso de inmediato buscó a su jefe, quien al escuchar su reporte le pidió que lo acompañara a la retaguardia para que él mismo pudiera contárselo a sus superiores. Ambos encontraron a la plana mayor del Ejército reunida en una granja alejada de las líneas que hacía de cuartel general, mientras discutían los planes.

—Anders, Alonso, buenas tardes, pasen —los saludó el general Santander, jefe de la guarnición.

—¿Cómo le fue en su misión, mayor Alonso? —le preguntó enseguida el general Hoth.

—Bien, general Hoth, logramos acabar con varias decenas de oficiales enemigos, y tuvieron muchos heridos más. Entre estos heridos, hay alguien que estamos seguros les va a interesar saber de quién se trata.

Los militares lo miraron con intriga, esperando su respuesta.

—Es el general Samsonov.

Los presentes se quedaron helados al escuchar ese nombre después de tanto tiempo.

—¿Samsonov?, ¿Anatoli Samsonov? —preguntó Battory.

—Sí, señor, el mismo general Anatoli Samsonov. Lo pude reconocer claramente.

—Eso es imposible. Lo creíamos muerto —dijo Weiland—. ¿Cómo podría haber hecho para escapar del cerco?

—Lo sé, señor, lo mismo pensábamos todos. Pero parece que se las arregló para salir de Ucrania junto a una parte de su ejército —respondió Anders.

—Samsonov era un buen general. Arriesgado como pocos, le gustaba dirigir a sus tropas desde el mismo frente —recordaba Battory.

—Era uno de los mejores generales con los que contaba la alianza. Y ahora lucha en nuestra contra —agregó Hoth—. ¿Qué puede haber pasado para que un gran aliado sea ahora enemigo nuestro?

—Lo abandonamos, eso fue lo que pasó —respondió Battory.

—No nos quedó otra alternativa, general Battory, recuérdelo. Resultaba imposible intentar el rescate de su acorralado ejército y a la vez proteger la huida de los pocos millones de refugiados que aún se encontraban sanos. No contábamos con los medios ni con el tiempo suficiente, la guerra ya estaba perdida —dijo Weiland, de un modo que sonó a la defensiva.

—Igual debimos intentarlo, mis tropas estaban listas para ir en su ayuda —replicó el mismo general.

—No, general Battory, no iba a ser posible rescatarlos —le respondió Hoth. —Recuerdo que reiteradas veces se le ordenó hacer retroceder a sus tropas, antes de quedar completamente rodeados, pero las ignoró, decidió seguir luchando.

—Y por eso lo dimos por muerto, junto a sus divisiones ucranianas — agregó Weiland.

—¿Es posible que este general sea su comandante supremo? —preguntó Santander.

—Eso parece, general Santander, usando la lógica y lo que vimos, aunque no hay forma de estar completamente seguros sobre esto —respondió Alonso.

—Sí, es posible, y hasta lo más probable, que Samsonov sea quien esté dirigiendo la invasión —agregó Hoth.

—Concuerdo con ustedes, es muy probable que sea así —dijo Weiland, pensativo—. Y ahora nuestro antiguo aliado quiere venganza.

—Conozco bien a Samsonov, mis tropas lucharon junto a las suyas en varias batallas, sobre todo hacia el final de la guerra —agregó Battory—. Conozco sus tácticas para romper las líneas del adversario, y sobre su gusto por los ataques frontales, cuando los números están a su favor.

La Última Guerra en la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora