5.- Insaciable

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CAPÍTULO 5:

INSACIABLE


Perth tocó el timbre de la puerta a eso de las cuatro de la tarde para su clase de día viernes. Llegó temprano porque debía asistir a su trabajo en la jornada de la tarde-noche, así que prefirió adelantarse un par de horas.
Llamó un par de veces, pero la puerta no abría, por lo que comenzó a dudar si había alguien en casa.
"¿Por qué demorará tanto en abrir? ¿Debería llamar?", pensó.
Cuando estuvo a poco de marcar, la puerta se abre asomándose el hermoso y conocido rostro de aquella persona.
-Ya me estaba por ir-. Dijo Perth.
-Lo siento, sólo estaba...-.
-Bien, pero no perdamos más tiempo-. Respondió con una sonrisa coqueta entrando rápidamente al departamento.
-¡Heyy!-. Rió Gun.
Cerró la puerta por dentro y observó desde allí que Perth estaba sacando algunas carpetas de su mochila.
-Vamos a comenzar a aprender algunos ejercicios de respiración-. Dijo Perth mientras sacaba algunas hojas.
-De acuerdo, pero... Oh, hace un poco de calor, ¿no crees?-. Gun sacudió un poco su polera en señal de sofocación.
Sin esperar, se sacó la prenda de encima quedando a torso desnudo, frente a la atenta mirada del chico que había volteado hace unos pocos segundos.
-Ya entiendo. Quieres tu primera clase, ¿no?-.
-Escoge-.
Perth se acercó a Gun y lo agarró del pantalón atrayéndolo fuertemente a su cuerpo.
-No me tientes-.
-Apuesta por ello-. Respondió desafiante el alumno.
-Eres un insaciable y pervertido. Ven aquí-.
Lo arrastró hacia la habitación y allí comenzó con su acto de destrucción corporal y mental en cuestiones de sexo.
Comenzó con una ronda de mordisqueadas en el cuello de Gun mientras lo obligaba a caminar de reversa hasta llegar al borde de la cama, pero no dejó que cayera.
-Quédate así un momento-. Susurró Perth al mismo tiempo que lamía el lóbulo de aquella oreja.
-Ah... sí-. Respondió con unos pequeños gemidos que se creaban gracias a la respiración que comenzaba a acelerarse.
Una de sus manos que lo sujetaba de la cintura, cambió de lugar y bajó hasta acceder por el interior del pantalón de buzo que tenía.
-Estás sin ropa interior. Mmmm, se ve delicioso-. Dijo mientras tanteaba y jugueteaba el miembro del otro chico.
-¿Por qué crees que lo hice?-.
Perth soltó una pequeña risita, y continuó con sus besos y mordisqueos que ahora, se alojaban en el cuello del mayor, haciendo que lo arqueara un par de veces.
En medio del juego previo al sexo, Perth instó a que el deseo y la lujuria creciera rápidamente en el interior de Gun, así que lo volteó rápidamente, pero evitó que se posara en la cama.
-Ahí no, es aburrido-.
Lo arrastró hacia el escritorio y aprisionó su cuerpo contra el ajeno. Gun puso sus manos sobre el vidrio y despejó aquel lugar, botando algunos objetos de música.
Perth bajó el pantalón de buzo sólo hasta el muslo. Lo único que quería era exponer aquellos glúteos suaves y bien formados. Luego procedió a sacar su propio miembro.
-¡Espera!-. Dijo Gun rápidamente en el preciso momento cuando escuchó el sonido del cierre del pantalón.
Estiró su mano y sacó un paquete de condón de uno de los cajones del escritorio.
-Sin condón, no hay diversión-.
-De acuerdo-.
Para cuando se diera cuenta, Perth ya tenía invadido su pequeño agujero con fuerza y rapidez. Pero además de esto, el menor añadió un poco de degustación al acto.
Mientras penetraba con rudeza, su mano estaba posada en el pene de Gun, apretando con un poco de fuerza, haciendo crecer el dolor en el hombre que le daba la espalda.
-¡Ayy! ¡Pe... Perth! ¡Más fuerte! ¡Ahhh! ¡Síi! ¡Así!-.
-¿Te gusta así? ¿Que duela? ¿Eh?-.
-Sí...Ahh... Duele... Duele... Me encanta... Ahhh-.
Gun enderezó su espalda y la apegó contra el cuerpo de Perth, levantando su brazo para aferrarse al cuello de este. Alcanzó su pelo y lo apretó con suavidad dando pequeños tirones que no importaban mucho.
Desde hace mucho tiempo que Gun no experimentaba el sexo con dolor. Algo que anhelaba con vehemencia, pero no había tenido una persona que le diera lo que quería. La última vez que disfrutó ese tipo de sexo fue hace unos 3 meses atrás, cuando se encontró con un viejo amigo llamado Boat.
El hombre era un experto en este asunto, tanto así que desarrollaba en sus amantes el gusto por ello. Desde luego, cabe mencionar que fue él quien enseñó a Gun este tipo de acto sexual. Pero lamentablemente, Boat se fue al extranjero y de vez en cuando se comunican por videollamada. Algunas veces, ambos chicos terminan con las manos al interior de sus pantalones.
El dominante, instintivamente, comenzó a usar un poco de su fuerza en las acciones que estaba cometiendo, tanto con su mano como con su pene.
-Di mi nombre-. Dijo mordiendo el lóbulo de la oreja de su pequeño amante.
-¿Eh?-.
-¡Dilo!-. Ordenó con voz de mando, apretando fuertemente el brazo izquierdo de Gun con su mano libre.
-¡Ah! ¡P..Perth! ¡Perth!-. Decía agitadamente.
-No... Tanapon-.
-¡Tanapon! ¡Tanapon! ¡Tanapon!-. Repetía una y otra vez el alumno.
-Buen chico-.
El dolor en aquella zona aumentó abruptamente gracias a los constantes apretones que le proporcionó el dominante, pero esto a Gun poco le importaba, pues ayudaba a aumentar su excitación.
-Estoy... al límite-.
-Aún no-.
-Mmm...Ahhh-. Musitaba mientras mordía sus labios.
Perth prohibió la salida del líquido, presionando con su dedo la punta del miembro.
El sudor caía por todo el rostro de Gun, quien intentaba con todas sus fuerzas controlar su mente y dominar su cuerpo que estaba siendo movido como una marioneta por los sentimientos mezclados en su interior, que incluían dolor, excitación y opresión.
Por su parte, Perth estaba casi llegando a su límite, y sólo tenía en mente el deseo de dominar a aquel hombre pervertido que tenía gimiendo y al que se le podía sacar una buena cantidad de dinero.
-¡No puedo, quita el dedo!-.
-Olvídalo, pequeño pervertido-. Le dijo mientras aprisionaba su miembro fuertemente.
La otra mano cambió de labor e inició unos apretones y pellizcos en los pequeños pezones de Gun. La boca de Perth estaba hundida en el cuello dejando pequeñas mordidas y chupones que representaba la presencia del dueño en el cuerpo de su alumno.
Un calambre en el pene de Gun hizo que este sacara la mano de Perth con todas sus fuerzas y botó todo el líquido que estaba aprisionado en el interior, ensuciando su cuerpo y la mano de Perth
-¡Ahh!-.
-Mhhh-.
Ambos chicos se quedaron estáticos por un corto tiempo para recuperar la normalidad de sus respiraciones. Gun descansó su cuerpo tirándose hacia atrás para apegarse a Perth y así poder acariciar su cabeza.
-Esto fue...-. Dijo mientras sonreía.
-Era lo que querías-.
Gun obligó la separación de los cuerpos, dio media vuelta y quedó frente a frente con Perth.
-Pero no estoy del todo satisfecho-.
-¿No tuviste suficiente? ¿Quieres una segunda ronda?-.
Gun mordió sus labios sensualmente y con su mirada penetrante, respondió:
-No sé... tal vez no estaría mal-.
Perth sólo sonrió.
-Además no te quitaste la ropa, sólo fui yo el casi desnudo-.
Se había fijado en ese asunto cuando miró de pies a cabeza y se dio cuenta que Perth estuvo con la ropa todo el tiempo, sólo estaba expuesto el miembro que aún estaba con el condón. En cambio, él sólo llevaba encima sus pantalones que estaban hasta la mitad.
-No era necesario quitármela, ¿o sí? Sólo necesitaba mi pene para saciarte. Pero tú necesitabas que estuvieras desnudo para que pudieras excitarme-.
-No es parejo-.
-Olvídalo, ahora vete a bañar. Yo también iré-.
Gun se aferró a la cabeza de Perth y acercó su rostro de tal forma que sus labios se rozaron.
-Eso quiere decir que...-. Susurró Gun.
-Quizás-.
Por la forma en la que habló Perth, era un hecho que la ducha se convertiría en el segundo escenario para la batalla corporal de aquellos hombres drogados por la sustancia llamada lujuria.
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Mark terminó de dar sus clases en aquel establecimiento y fue a casa para descansar después de una jornada laboriosa.
Luego de un baño ligero, se acostó en su cama y tomó el celular para llamar a su amigo Perth, pero este no contestó.
"Por supuesto, es viernes y está en esas clases de canto, aunque de canto no tiene nada. Debe estar enseñando a cómo gemir". Pensó.
Claramente sabía dónde y con quién estaría su amigo, así que bajó unos contactos más para dar con el nombre que tenía en mente.
Tocó el nombre del chico y la llamada conectó.
A la tercera tonada, el teléfono fue contestado.
-¿Aló?-.
-Hola, P'Plan-.
-Mark, amigo, ¿cómo estás?-.
-Bien, sólo llamaba porque necesitaba hablar con alguien-.
-Ya veo, entonces quiere decir que no has podido contactar con Perth o es que él y tú están peleados, ¿es así?-.
Su amigo lo conocía muy bien, así que no tardó en adivinar la razón de su llamada.
-No especules cosas, ¿acaso no puedo llamarte?-. Dijo malhumorado.
-¿Lo ves? Estás refunfuñando-.
-Olvídalo, mejor cuelgo-.
Plan soltó una carcajada al escuchar a su amigo, y cómo no iba a hacerlo si las veces que su amigo lo contacta, es cuando ha peleado con Perth o definitivamente no ha tenido algún tipo de contacto con el sujeto.
-Oye, no seas gruñón. Sabes que siempre estaré para escucharte. Ahora dime, ¿por qué estás tan enojado? No creo que no hayas hablado con Perth el día de hoy-.
Mark soltó un suspiro y luego respondió con algunos titubeos.
-No, o sea, sí... Bueno, hablamos hoy por la mañana un poco, pero ahora no me contesta mi llamada, aunque sé la razón-.
-¿Y entonces?-.
-Se está revolcando con su alumno-.
-¿Qué?-. Gritó Plan, casi reventando los tímpanos del oyente.
-Te resumiré la historia. Perth y yo le estamos dando clases de canto y guitarra a un tipo enfermo que paga por sexo, además de las clases. Así que Perth no quiso dejar pasar esta oportunidad de tener más dinero-.
El amigo estaba un tanto curioso por la historia. Un hombre que paga por sexo, debía ser alguien insaciable.
-Vaya, eso suena espeluznante. ¿Y tú?-.
-No, yo sólo haré mi trabajo y ya-.
-Eso quiere decir que estás celoso-.
Mark comenzó a sentir comezón en todo su cuerpo, debido a la ira que estaba sintiendo. No quería seguir fomentando a que su mente creara imágenes del chico que le gustaba siendo poseedor de un cuerpo desconocido.
-Voy a colgar, iré a dormir-.
-No, hoy es viernes, así que iré por ti esta noche para tomar unos tragos-.
-Como quieras-.
No dio tiempo para que Plan se despidiera y colgó sin más. Luego, dejó el celular sobre el velador y se acostó. No supo más de su existencia hasta que el timbre de su puerta comienza sonar insistentemente, sobresaltando al chico que exclamó con molestias algunos improperios apenas abrió sus ojos.
No se dio cuenta del tiempo hasta que miró el color oscuro del cielo.
-¡Ya voy!- Gritó.
Apenas se arregló un poco el pelo y caminó a paso lento hacia la puerta. Su amigo estaba de pie allí con una expresión de pocos amigos.
-Al fin abres la puerta. La he estado tocado desde hace mucho tiempo-.
-No molestes, P'Plan-.
-Además, aún no estás listo para salir, así que apresúrate-.
-De acuerdo, pasa. Me arreglaré-.
Plan tomó inmediatamente asiento y esperó a su amigo que estuviera preparado, mientras llamaba a Perth para que se uniera a la fiesta, pero no hubo caso.
Sabía con certeza cuál era la relación que tenían sus dos amigos, y el hecho de que ellos no compartieran juntos, era algo que no le gustaba, por eso organizaba de vez en cuando una salida de tres, pero al parecer, esta sería la excepción.
Después de unos minutos, Mark aparece arreglado con una chaqueta de negro y unos jeans rotos ajustados. Su peinado lucía un poco desordenado y mojado, lo que lo hacía ver bastante atractivo.
-Estoy listo, así que vamos-. Dijo Mark.
-Sí-.
Se fueron rápidamente hacia un Bar bastante amplio y llamativo, donde se juntaban todo tipo de personas, independiente de su status social. Frente a la puerta de entrada, encontraron una barra larga donde atendían varios chicos. Al costado, unas cuantas mesas estaban puestas en forma desordenada y en una esquina superior había una pista de baile, el cual estaba llena casi siempre.
Mark miró hacia todos lados el lugar donde asistía por primera vez. El ambiente estaba tranquilo y acogedor, por lo que Mark no tardó en acomodarse en alguna de las sillas de la barra. Plan se quedó parado mirando hacia una de las mesas y se regresó a su amigo.
-Mark, espérame un momento. Allí hay unos amigos que quiero saludar-.
-Sí, claro-.
El chico se fue y Mark sacó su teléfono para hacer un poco de tiempo. Sin duda, había algo que lo incomodó. Si su amigo lo invitó a salir, y luego se marcha dejándolo solo, ¿no sería muy poco razonable?
-¿Puedo atenderlo?-. Dijo una voz sensual.
-Sí, quiero un vaso d...-.
Apenas vio la cara del chico que lo miraba sonriente, Mark interrumpió su oración y formuló otra.
-¿Tú qué haces aquí, P'Gun?-.
El chico mencionado, se apoyó sobre la mesa con sus antebrazos y habló.
-Trabajo aquí mi querido profesor-.
-Vaya, no sabía que te movías por estos lugares-.
-Digamos que es un pasatiempo. Dime, ¿qué te sirvo?-.
-Un vaso de Vodka-.
Gun se enderezó para ir en búsqueda del pedido seguido por la mirada de Mark. Esta acción tuvo como resultado convertirse en testigo de una escena donde un desconocido se acerca al joven barman, lame el lóbulo de su oreja y comunica un mensaje, luego se retira. Mark se enteró del mensaje porque pudo leer los labios.
"Te espero en el baño en diez minutos".
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Alumno para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora