8.- Una visita y viejas costumbres

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CAPÍTULO  8:

UNA VISITA Y VIEJAS COSTUMBRES


Gun se levantó temprano para realizar algunas compras en lo que respecta a alimentación, así que ordenó rápido su cuarto para ir al mercado en una hora prudente.
Como era domingo, aprovechó el día libre para hacer cosas que no se podían hacer durante la semana.
Al terminar de limpiar su departamento, tomó su celular para revisar sus redes antes de irse a sus compras.
En LINE había un mensaje de Saint, que fue enviado en la madrugada de Tailandia.
Al abrirlo, leyó un mensaje que no le agradó en lo absoluto.

 Al abrirlo, leyó un mensaje que no le agradó en lo absoluto

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-¡P'Saint!-.
La respuesta no se hizo esperar.

 La respuesta no se hizo esperar

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Claro que estaba ofuscado. Lo esperaba desde hace un mes, cuando comenzaron sus clases musicales.
Así es, ya había pasado un mes.
Enviado el mensaje, guardó su teléfono y salió de casa con la mente puesta en lo que tenía que comprar.
El tráfico estaba saturado, como era de costumbre en las calles de Bangkok, aunque no tomó mucho tiempo en llegar a Siam para comprar algunos elementos personales y después ir a un supermercado.
Qué tal el mundo tan pequeño y curioso que, siendo el estacionamiento muy grande, justo se estaciona al lado de un auto de segunda mano, cuyo dueño era la persona con la que había estado compartiendo más de lo normal.
-Oh, Mark-. Lo llamó mientras ambos se bajaban casi al mismo tiempo de sus respectivos automóviles.
-P'Gun, qué coincidencia-. Le respondió Mark con una hermosa sonrisa.
Así habían cambiado las cosas en tan sólo un mes.
Un mes donde Perth continuaba siendo el acompañante sexual de Gun, dejando de lado las recurrentes visitas con Mark y donde este chico poco a poco fue reemplazando el interés en su amigo, por una leve atracción hacia su alumno.
-¿Qué haces aquí?-. Preguntó Mark.
-Necesito comprar algunas cosas. La despensa está vacía y ya me toca llenarla, pero primero vine a hacer compras innecesarias-.
-Entonces, la comida para ti es lo segundo-.
Mark se lanzó a reír con aquello, como una pequeña burla hacia el hombre que tenía frente a él.
-Ya lo sé, siempre hago las cosas al revés-.
Ambos se quedaron en silencio por unos segundos. Era como si ya habían hablado de todo y no tuvieran una conversación para iniciar, algo que es totalmente erróneo, porque había muchos temas en común entre ellos, aunque todavía no lo sabían.
-Eh... yo también vine a comprar algunas cosas, así que... ¿te parece si vamos juntos? Podemos ir a almorzar más tarde-.
Gun soltó una sonrisa de emoción, como si realmente esperaba que le llegara alguna invitación de ese tipo.
-Por supuesto que sí. Vamos-.
Los dos caminaron animadamente por los alrededores observando entretenidamente los locales de toda índole mientras conversaban animadamente.
Una de ellas, era una tienda de música donde Mark no se detuvo e ingresó inmediatamente al lugar. Tras él, Gun lo seguía con pasos agigantados.
-¡Espera, Mark!-.
El chico deslumbrado por ver los nuevos instrumentos, siguió sus pasos aceleradamente olvidando por un momento que estaba en compañía. Su único atajo fue un kit home studio el cual había sido recién importado.
-¿Te gusta?-. Preguntó Gun al ver que el chico observaba el producto y lo acariciaba con emoción.
-Siempre he querido tener uno de estos, pero no me puedo dar esos lujos, pues no me alcanza el dinero. A decir verdad, me gusta mucho ocupar el tuyo cuando estamos en clases-.
-Creo que podrías tener esto si quisieras-.
-¿Estás hablando de eso?-.
Gun sólo asintió, pero Mark movió la cabeza de un lado a otro.
-Ya lo hemos hablado y sabes que mi respuesta es un no-.
Ciertamente, la confianza entre ellos había crecido increíblemente, por lo que Gun ya había perdido la timidez frente a Mark y este por su parte, tampoco temía acercársele para juguetear un poco, aunque su corazón latía un poco más fuerte con cada día que pasaba. Así que esta circunstancia daba pie a que Gun le pidiera de vez en cuando pasar una noche con él, en tono de broma por supuesto. Aunque anhelaba con todas sus fuerzas pasar una noche con él, no por amor, sino porque desde el día que lo conoció quería satisfacer el deseo de saber qué tan dominante puede ser él en la cama.
-Sólo es una broma, ya sabes-.
-Sí-.
Este diálogo sorpresivamente se tornó un tanto incómodo, puesto que ambos corazones se agitaron bruscamente como si hubieran estado conectados, al escuchar alguna referencia sobre intimidad.
-Oye, de todas maneras, cuando lo necesites puedes obtener el mío-. Dijo Gun rompiendo el hielo.
-Gracias, pero prefiero tener mis cosas-.
Siguieron observando los artículos entretenidamente, y la comodidad retomó su lugar. Caminaron de un lado a otro probando todo tipo de instrumento.
Mark tomó unas baquetas que estaban posadas sobre una pequeña mesa y golpeó suavemente el platillo de la batería.
-¿Sabes tocar la batería?-. Preguntó Mark.
-Sólo un poco-.
-Inténtalo-.
Estiró su mano con las baquetas para entregarlas, pero este no aceptó. A cambio de eso, se dirigió hacia la sección de guitarras eléctricas seguido por los pasos de Mark.
Tomó una guitarra color rojo que estaba puesta en un atril como exhibición y comenzó a tocarla. Mark lo miró con un análisis profundo de lo que es ahora, contrario al chico que conoció hace un mes y que poco tenía de ánimos para tocar aquel instrumento.
-Ya estás volviendo a tomarle cariño, ¿verdad?-.
-No mucho-.
-No seas mentiroso. He visto clase a clase cómo has tomado dedicación a la guitarra y puedo asegurar que el amor por la música está regresando de nuevo. Incluso, ya no estás quejándote del hombro como antes-.
Mark estaba en una postura decida de hacerle ver que el Gun de antes había regresado. Pero él no podía asumir esa verdad.
Y es que realmente cada palabra del tutor era cierta. Al principio, Gun se quejaba del dolor en su hombro cada vez que terminaba de tocar la guitarra, pero al pasar los días, esto fue disminuyendo y la actividad de cada martes, jueves y sábado se había hecho una costumbre más que querida.
-Olvídalo, mejor vamos a comer algo-. Respondió Gun.
Dejó la guitarra en su lugar y salieron juntos hacia un restaurante cercano.
-¿Qué quieres comer?-. Preguntó Mark.
-Pues lo que sea-.
-De acuerdo, vamos a un restaurante cercano-.
Ambos chicos dejaron atrás la tienda de música. Lugar que se convirtió en uno de los tantos gustos que compartían.
La comida picante en Tailandia es muy usual, así que podemos deducir que casi el 90% de la población de ese país la consume. Así lo corrobora el pendón publicado en el restaurante con un menú que incluía Som Tum, cuyo contenido era una ensalada picante de papaya verde.
Mark sintió el apetito inmediatamente después de haber visto el anuncio y no dudó en decirle a Gun que quería entrar allí.
-Me gusta la comida picante y ese plato es mi favorito-. Le dijo con un poco de dudas porque creía que tal vez a Gun no le gustaría la comida picante, pero se llevó una sorpresa cuando...
-¡Qué coincidencia! También es mi plato favorito. De hecho, estaba pensando precisamente en entrar aquí-.
-¿Es en serio?-.
Gun asintió y Mark asomó una hermosa sonrisa de emoción que logró acelerar el corazón de la otra persona.
Con un apetito voraz que ya estaba establecida en el estómago de los dos hombres, entraron sin perder el tiempo luego de la pequeña charla que mantuvieron.
Estaban en una mesa central aprovechando la poca asistencia del lugar. Sobre ellos, el aire acondicionado funcionaba refrescando todo el lugar para calmar el caluroso día.
La comida no tardó en llegar a sus platos acompañado de un vaso grande de jugo de frutas tropicales.
-¿Sabes? Cuando era pequeño, mi hermano y yo jugábamos a competir quién soportaba más el picante. Yo siempre terminaba ganando-. Comentó Gun mirando su plato.
-Hacías trampa, ¿verdad?-. Dijo Mark riendo.
-Claro que no-.
La forma en que pronunció esa frase Gun, era para entender que sí lo hacía. Y claro que Mark estaba en lo cierto, el pequeño frente a su hermano mayor, esperaba las ocasiones en que este cerraba los ojos para dejar caer su cena al otro plato. Así la comida disminuía y terminaba más rápido repitiendo varios platos para demostrar que ingería la mayor cantidad de picante.
Gun tomó un poco del bocado y la metió en su boca. No podía predecir el tipo de picante que consumió, sólo se dio cuenta de que ese alimento estaba mucho más picante que los que comía en casa.
-¿Ya ves tu cara? Está toda sonrojada-.
Gun no pudo responder instantáneamente a Mark, porque la comida en su boca le impedía hablar. Finalmente, logró despejarse.
-¿Qué picante es? Está muy difícil de comer, pero puedo soportarlo-.
-Pues es semilla de ají tailandés-.
-Vaya, sí que está delicioso-.
Gun sintió el gusto por aquel plato y prácticamente lo devoró en un abrir y cerrar de ojos frente a la persona que lo acompañaba y que estaba completamente atento al chico.
Luego del almuerzo, los chicos se acercaron a la cartelera donde vieron el poster de una película norteamericana interesante.
-Entremos, si quieres. Yo invito-. Dijo Gun.
-La película suena bien, así que entremos-.
Caminaron hacia la fila de la caja para comprar las entradas donde la gente que esperaba, era poca. No tardaron mucho en llegar, pero cuando era el turno de ambos, el teléfono de Gun comenzó a sonar insistentemente.
La pantalla mostraba un nombre al que Gun no pudo resistirse.
-¿Me esperas un momento? Es una llamada importante-.
-Sí, claro-.
Se alejó un poco e indicó a Mark con señas que continuara con la compra de las entradas, pero el chico negó y se apartó a un lado para dar paso a los siguientes en la fila.
Si bien, se quedó mirando la cartelera, la atención estaba puesta en Gun. Sus ojos frente a la imagen de unos actores con apariencia terrorífica, y sus oídos hacia su lado derecho donde estaba Gun.
-¿Y cuándo has vuelto?-. Decía con una sonrisa de oreja a oreja.
"¿Quién será? No creo que sea Perth". Pensó.
Nuevamente prestó atención a la conversación.
-Oh, sí. Esta noche trabajaré hasta las 12... ¿Ahora?... Sí, por supuesto. En media hora. Nos vemos, P'Boat-.
"¿P'Boat? ¿Quién será ese tal P'Boat?"
Gun guardó su celular y se dirigió hacia Mark.
-Lo lamento, me tengo que ir. Un amigo llegó del extranjero y lo veré en un rato más-.
-Sí, no te preocupes. Nos vemos el martes-.
-De acuerdo, adiós-.
Al ver que el chico se alejaba, una extraña sensación apareció en su corazón.
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Un par de manos atadas al respaldar de la cama de extremo a extremo, era la escena que inundaba la habitación con aires de excitación.
El hombre alto, trigueño, pelo corto, con una sudadera que exponía su cuerpo trabajado, mantenía un pequeño juego de bolitas que conectaban con una cuerda. Las bolitas iban de diferentes tamaños, comenzando por la más pequeña hasta la más grande.
El chico atado, completamente desnudo y con sus piernas abiertas, no dejaba de jadear mientras veía cómo el dominante le sonreía balanceando el artículo.
-Por favor, ya colócamelo-. Suplicaba.
-No antes de recibir esto-.
El hombre se acercó con cautela arrodillándose en medio de las dos piernas de Gun y tiró de una cadenita con una argolla en uno de los extremos que aprisionaba la punta del pene.
-¡Ayyy!-. Gritó despacio.
-¿Te gusta esto, Gun?-.
-Sí... Sí... P'Boat, quiero más-.
El otro extremo de la cadena, se dividía en dos cadenitas que tenían una pinza cada una. Este elemento fue conectado rápidamente a los pequeños y rosados pezones de Gun.
Al balancear estas cadenas, se provocaba una ola de excitación que recorría todo el cuerpo del hombre manteniendo, además, el pene erecto de este.
El dolor que causaba estos elementos iban en aumento, pero entre más dolor, más excitación sentía Gun.
Boat soltó la cadena y ocupó su mano para masturbar a Gun. Subía y bajaba con mucha lentitud para proporcionar agonía en el chico.
La pequeña entrada del miembro, estaba tapada con una varilla de metal, que traía consigo un aro con el cual podía meterla y sacarla.
Boat comenzó a jugar con la varilla moviéndola de un lado a otro para que, en su interior comenzara a sentir pequeños choques eléctricos de dolor.
Gun se retorcía con este acto retrayendo sus piernas y arqueando su espalda.
-¡Duele! ¡Duele!-. Decía el chico.
-Aún no acabamos-.
Soltó el pene y abrió más las piernas de Gun, exponiendo la entrada estrecha. Con un poco de saliva, mojó el pequeño orificio y se impuso a meter aquel juego de bolitas que estaba en su mano.
-¡Ahgg!... P'Boat.. Está... está frío-. Exclamó Gun al sentir la primera bolita adentro.
Las introdujo una por una desde la más pequeña a la más grande dejando sólo al exterior la cuerda.
-Bien... Aguanta eso dentro de ti, ¿de acuerdo?-
-Sí..-.
Boat volvió su atención hacia el miembro y sacó lentamente la varilla, la que proporcionaba un gran dolor en Gun, pero que a finales de cuenta lo disfrutaba.
-¡Ayyy! ¡P'Boat! ¡Duele!-.
-¿Mucho?-.
-Sí-.
-No lo volveré a usar-.
-¡No! Por favor, déjalo. Pónmelo otra vez. Lo quiero-. Dijo Gun entre jadeos.
Boat sólo sonrió y volvió a ingresar la varilla pero acelerando su velocidad. Luego, bajó el cierre de su pantalón y sacó su miembro ya erecto.
Sin algún lubricante más que su propia saliva, penetró a Gun sin importarle que tenía ya ocupado ese lugar con las bolitas. El objetivo era causar un dolor inaguantable al chico, porque sabía las palabras que diría Gun a la primera estocada fuerte que sintiera.
-¡P'Boat! ¡Lo necesitaba! ¡Realmente necesitaba esto! ¡Dame más! ¡Quiero más dolor y sexo!-.
-Concedido-.
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