Capitulo 41

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-Hola enamorada, no te vi en todo el viaje casi- me dijo mi mejor amiga una vez que se sentó a mi lado en la mesa.

-Que exagerada que sos- le respondí tomando algo.

-Así que.. cabaña aparte eh, están con todo ustedes- enseguida sentí como se me atoraba el agua en la garganta haciéndome toser exageradamente y Sara comenzó a reírse.

-Fue idea de Enzo boba, por nada en especial- le respondí una vez que recupere el aire mientras me reincorporaba.

-Mm no parece ser.. pero bueno ponele que te creo- respondió alzando los hombros.

-Encontré algo en su valija- solté sin más, internamente necesitaba decírselo a alguien.

-Le revisaste la valija?- me dijo mi mejor amiga abriendo los ojos- Ay Jaz..

-No no, para. Fui a sacarle este buzo nada más y envuelto había algo así como un regalo- me defendí rápidamente.

-No te da curiosidad? Yo que vos hubiese ojeado un poco.

-No boluda, mira si le voy a chusmear las cosas. Aparte no sé si es para mi..- rodeé los ojos porque era verdad. No podía meterme así porque si.

-Y para quien más va a ser, tontita?

-No se no tenía nombre.. cuando me compra algo por lo general tiene mi nombre ahí- le dije alzando los hombros.

-Decime que no te estás haciendo la cabeza- me respondió acusando y rodeé los ojos nuevamente.

-No..- dije y me miró fijamente- ya fue no importa.

Finalizada la conversación, momentos más tarde ya nos encontrábamos comiendo el asado que habían preparado los chicos y Ota se había pasado con todo esto, estaba espectacular.
Nos habremos quedado una hora más escuchando sobre las historias que cada uno tenía guardadas sobre su participación en sus respectivos equipos de Europa y como lo estaban viviendo allá y otros como el Cuti, seguían por su tercer plato de comida.

-Bueno gente, nosotros nos vamos- dijo Enzo levantandose de la silla dándome la mano que muy orgullosamente acepte.

-Uh bueno, traten de no hacer mucho quilombo- aclaró Ota divertido y Enzo lo miró desafiante.

-Uh ya salta el celoso, banca un toque osito de peluche- le respondió Enzo y se miraron con Rodri enseguida conteniéndose la risa.

-Aflojen con lo del osito de peluche porque les voy a dar un bife- dijo señalándolo a ambos con la peor cara y todos estallamos en risas.

Pobre Ota, era el papá de la casa.

Una vez dicho esto, con Enzo nos fuimos caminando directo para nuestra cabaña pero antes que lleguemos, para mi sorpresa, me agarró con sus brazos a upa para llevarme como un bebé.

-Que haces bobo? bájame- le dije riendo.

-No, hoy sos mía, no te dejo ir- respondió sin importarle nada y continuó caminando para la puerta.

Cuando finalmente decidió bajarme pude ir al baño para cambiarme y ponerme el pijama para estar más cómoda.
Una vez hecho, salí del baño y la luz ya estaba apagada pudiendo distinguir apenas la que estaba en la mesita de luz.

Pude divisar a Enzo sentado en el borde de la cama llevando solo ropa interior y no tardé mucho en acercarme a él. Enseguida me vió y estiró su brazo para agarrar el borde de mi remera tirándome más contra él haciendo que yo quede más alta esta vez.
Mientras yo acariciaba su pelo peinándolo con mis dedos, él había comenzado un jueguito de besos cortos por encima de mi remera, justo en la parte de mi estómago, posando sus manos al costado de mi cadera masajeando de arriba abajo.

Pasé mis piernas por sus costados quedando a horcajadas sobre él mientras él miraba atento cada uno de mis movimientos. Su mirada ahora viajaba a mi boca abriendo apenas los labios mordiéndose el inferior. Me apretó mas contra su cuerpo mientras que yo intentaba moverme apenas sobre él sintiendo su miembro duro contra mi parte baja.

-Te tengo unas ganas, wacha- me dijo bajito todavía mordiéndose el labio.

-Los chicos nos van a matar- susurré contra sus labios rozándolos.

En un movimiento rápido hizo que cambiemos de posición ahora yo me encontraba abajo con mi espalda sobre la cama y Enzo sobre mi.

-Si te soy sincero, no me estaría importando mucho- me respondió rozando su nariz con la mía.

Le creía.

Sin más estampó sus labios contra mi cuello dando besos lentos y húmedos en donde podía. Por mi parte era imposible contener leves gemidos que fueron surgiendo por todo lo que él me generaba.

Bajó un poco más dejando más besos por encima de la remera y luego se atrevió un poco más levantándola, dejándome totalmente expuesta ante su mirada.

-Mirame- ordenó y fui abriendo los ojos lentamente. Ahí estaba su figura mirándome desde arriba con deseo mientras que su mirada me recorría completa. Los escalofríos no tardaron en llegar- Dios, sos muy hermosa.

Al segundo sentí nuevamente su recorrido de besos por mi panza siendo lo más sutil posible sin dejar marcas. Mi mirada lo observaba agachado frente a mi, todavía lo seguía para ver a donde quería llegar y se detuvo cuando alcanzó el borde de la parte de abajo de mi ropa interior.

Su mirada conectó con la mía buscando alguna señal de aprobación y lentamente asentí dándole permiso para que siga con lo suyo. Entonces sin más poco a poco fue bajándola hasta sacarla por completo.

Fue dejando besos húmedos y mordidas en la parte interna de mis muslos y al instante pude sentir que no aguanto más cuando con su lengua se adentró de lleno en mi parte baja, chupando y lamiendo tan lentamente que sentía que iba a morir en ese mismo instante.

-Enzo-balbucee por lo bajo y frente a esto él entendió continuando con su trabajo más rápidamente mientras que yo apenas podía procesar alguna palabra para decir, era imposible.

Mi espalda se arqueaba ante su contacto y él con sus dedos apretaba mi cintura más fuerte tratando de mantenerme firme, seguramente dejando alguna que otra marca en esa zona que se iban a notar más adelante.

Él conocía muy bien lo que provocaba en mi y sabía realmente qué hacer y como hacerlo para hacerme sentir mejor.

A Kilómetros- Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora