VI

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Me pasé la mañana encerrada en mi habitación.

Sabia que Albus y Scorpius se estarían preocupando por mi, pero ignoré sus comentarios (que podía oír aunque estuvieran en la sala común) y decidí quedarme en la cama hasta que fuera estrictamente necesario.

No fui al almuerzo, no tenía ganas de comer porque sentía que vomitaría cualquier cosa que cayera en mi estómago.

No obstante, me resigne a salir de la cama y darme una ducha rápida para ir a la reunión con el profesor Malfoy.

Enfundada en unos vaqueros y un jersey morado, caminé lentamente por los pasillos.

¿De verdad dejaría de ser mi tutor? ¿Me castigaría mucho por encontrarme a las tres de la mañana andando por los pasillos?

Tuve el instinto de morderme las uñas de lo nerviosa que estaba mientras andaba por el pasillo de camino a la oficina del profesor, era un vicio que había empezado a tener años atrás y que solo hacía cuando me sentía demasiado alterada.

Llamé a la puerta de madera de la oficina del señor Malfoy y su voz desde el interior me ordenó pasar.

-Señorita Dursley, ya pensé que no vendría. No ha aparecido en el desayuno, ni en el almuerzo.

-Lo siento, profesor. No me encontraba bien.

-¿Ya está mejor? ¿Es acaso una pequeña secuela de correr por el bosque como loba? ¿O es mero cansancio por atacar a sus profesores?

-Sigo sin entender a qué se refiere, señor.

-Si voy a ser su tutor, le agradecería que fuera sincera conmigo, señorita Dursley. No me gustaría tener que renunciar a tutelarla durante el Torneo.

-¿No lo ha hecho ya?

-Eso depende. ¿Va a seguir negando que la loba que encontré anoche junto con Hagrid no era usted?-permanecí callada-Bien. En ese caso no me queda más remedio que renunciar...

-Profesor-lo interrumpí, a sabiendas de que unos días atrás me dijo que no lo hiciera nunca-no sé qué tipo de confesión quiere por mi parte.

-Me gustaría que dejara de mentirme, señorita Dursley, solo eso. Estoy muy seguro de que sí sabe a qué me refiero cuando digo que es usted la loba albina que vi anoche con Hagrid en el bosque.

-En realidad... -intenté esconder una sonrisa.

-¿Si?-levantó ambas cejas, intrigado por lo que tenia que decir.

-Es una loba de la tundra, señor.

-¡Eras tú!

Suspiré.

-¿Si le digo que, creyéndome muy hábil como soy con los animales, en realidad salí a buscar la loba para ver si podía alejarla de los terrenos del castillo me creería?

-¿Fue eso lo que hizo?

Me lanzó una mirada divertida y supe que no se dejaría engañar.

-No.

-No comprendo por qué no me habló antes de su condición, Dursley.

-Bueno, comprenderá que no es algo fácil de contar. Y que cuando se cuenta, las reacciones no suelen ser positivas.

-Lo comprendo. Pero después de la exhibición de conocimiento sobre el tema que hizo en mi clase era muy difícil no pensar que usted está ciertamente relacionada con él.

-¿Cree que el resto de la clase sospeche algo?

-¿Esa panda de ignorantes? Difícilmente. ¿Quién lo sabe?

Amor veneno - DRACO MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora