XXXII

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Llevábamos ya una hora y media esperando a que Scorpius despertara.

Albus estaba sentado al otro lado de su cama, leyendo algo para un trabajo que nos habían mandado esa misma mañana en Clase de Transformaciones.

Yo, muerta de nervios, martilleaba nerviosamente el suelo con mis pies. Tuve que resistirme en varias ocasiones a morderme las uñas, porque era un vicio muy feo que había dejado ya muchos años atrás.

-No entiendo por qué no despierta. ¿Deberíamos avisar a la enfermera?

-Charlotte, Scorpius despertará, y la enfermera vendrá a verle pronto, si ella ve algo raro, nos lo dirá.

-Tienes razón.

En mi cabeza solo había dos pensamientos en bucle: quería que Scorpius despertara y partirle a cara a Maggie Miller.

Por desgracia, le había prometido a Draco que no haría nada.

-Hum...-Scorpius empezó a moverse en la cama.

-¡Scorp!-me incorpore de inmediato y le cogí la mano, apartándole el pelo de la cara.

-¿Qué ha pasado?-dijo, quejumbroso.

-Nada, nada. Te comiste unos bombones en mal estado y por eso estás en la enfermería-intenté mentir.

-Ya, y yo tengo el pelo negro-dijo-venga, dime la verdad, Charlie.

Suspiré.

-Vale. Sí que te comiste unos bombones, pero el chocolate no estaba en mal estado, es que... tenían una amortenia mal preparada y bueno, ya ves.

-¿Los bombones de mi padre?-asentí- ¿alguien le ha intentado dar amortenia a mi padres?

-Sí, pero tu padre no comió bombones, sólo tú.

-¿Y quien se os regalo, si puede saberse? Mi padre no es de los que compran bombones, la verdad.

-Miller.

-No me jodas. Albus, dile que no me joda.

-Es verdad, amigo.

-Esa sí esta loca. Tenías tanta razón, Charlie. Uf. ¿Dónde está mi padre?

-Ha ido a hablar con McGonagall. Pero si quieres, Albus puede avisar a la enfermera para que acabe de chequearte y yo voy a buscarle.

-Eres la mejor amiga del mundo, te lo prometo.

Con una sonrisa me despedí de él y salí para irme a la oficina de McGonagall.

Toqué la puerta ligeramente.

-¡Adelante!-escuche la voz de la directora a través de la gruesa madera.

Abrí despacio, sin saber muy bien qué vería. Tres pares de ojos me miraron interrogantes e intenté centrarme en los de la directora del colegio y no en los de mi imprimado. O en los de la zorra de Miller, que estaban medió llorosos.

Draco estaba de pie detrás de la directora, que estaba sentada tras su gran escritorio. Y frente a ellos, en una silla corriente ha como la chica que estaba en ella sentada, Maggie Miller, girada hacia mi.

-Lamento interrumpir, profesora McGonagall echó, pero solo quería decirle al profesor Malfoy que Scorpius ya se ha despertado.

Draco miró a la mujer, quien le dio permiso para acompañarme a la enfermería.

-No se preocupe, profesor Malfoy, vaya a ver a su hijo. Yo terminaré de hablar con la señorita Miller en lo que esperamos a sus padres.

-Muy bien, profesora-dijo, mientras venía a mi lado.

Amor veneno - DRACO MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora