XVII

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El siguiente mes pasó volando.

Los preparativos para el baile estaban casi listos y los nervios también.

Llevábamos todo el mes ensayando el baile y, Draco tenía razón: era un excelente bailarín.

Nos enseñaba como dar los giros correctamente, como agarrar a nuestra pareja y cómo dar los pasos correctamente.

Las veces que nos habíamos visto en privado no había cambiado mucho al tiempo anterior. Seguíamos hablando, o simplemente pasando tiempo juntos en silencio. Es cierto que había más besos que anteriormente pero... eran solo besos.

Y una parte de mí (quizás la más animal y la más imprimada) estaba deseando que pasara algo más.

Yo sabía que él también lo quería. Podía escuchar su corazón acelerado y su respiración irregular cada vez que nuestros besos se volvían algo más pasionales y él se alejaba.

-Lo siento, Charlie. No quiero aprovecharme de la imprimación para hacer esto contigo...

Yo le juraba y perjuraba que no era la imprimación lo que que hacía que quisiera tener intimidad con él, pero no estaba segura de que fuera cierto al cien por cien. Al fin y al cabo, los animales teníamos celo, ¿no?

-Señorita Dursley, ¿podría decirme por qué no está prestando atención a la demostración? Usted más que nadie debería aprender a bailar correctamente ya que nos representará a todos en la Apertura del Baile.

Quise matar a Draco allí mismo. ¡Bailaba bien! No se me retorcían los pies y ya era capaz de girar sin desestabilizarme. Y los cambios de mano también eran sencillos ahora.

-Perdón, profesor.

-Acérquese.

Fui hacia él, sin saber muy bien qué esperar. Durante este mes siempre había bailado con Scorpius (o con un chico de quinto cuando nos separaba porque hablábamos demasiado), lo que por suerte hacía que no estuviera nerviosa y aprender fuera mucho más fácil. Pero si ahora Draco quería que bailara con él... Oh, no. Iba a ser un desastre.

-Bien. De nuevo, todos por parejas. Desde el principio. 5, 6, 7, 8...

La música empezó a sonar a nuestro alrededor mientras sus manos iban a mi cintura y yo me colocaba rápidamente para empezar a bailar también. El inicio fue algo torpe, porque sentía que se me derretían las piernas y no era capaz de concentrarme en otra cosa que no fuera disimular todo lo que sentía por él.

-Cálmate. Bailas bien. Vamos.

Susurró para que solo yo lo oyera. Me enderecé y empecé a bailar tan bien como sabía, pero seguía manteniendo fija mi mirada en sus pies, sin mirarle a los ojos.

-Mírame-le ignoré-Todo estará bien, está muy centrados en no pisar los pies de los otros como para darse cuenta. Mírame, por favor.

Cuando mis ojos se encontraron con sus grises pupilas, sentí de nuevo que la imprimación crecía dentro de mi. Bueno, o al menos yo creía que era la impronta.

Todo desapareció a nuestro alrededor, solo escuchaba la música y nuestros corazones acompasados con ella. Me cogía, me giraba, me agarraba de la cintura y me apretaba las manos.

Era algo mágico.

Y eso que yo estaba con mi espantoso uniforme y él con la túnica de profesor. Y sin contar que, en realidad, estábamos rodeados de alumnos torpes que de vez en cuando soltaban quejidos por un pie pisado o una vuelta mal dada.

La música se paró y con ella el embrujo en el que nos habíamos envuelto, porque cortó el contacto visual y sus manos se alejaron de mí.

Era lo peor de cuando me tocaba: que dejara de hacerlo.

Amor veneno - DRACO MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora