CAPÍTULO 6

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—Y bueno, ¿qué quieres saber de mí?

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—Y bueno, ¿qué quieres saber de mí?. —Pregunté estando ya en su departamento luego de haberle rechazado un vaso de agua fría.

—Todo. —Respondió sin dudar.—Bueno, lo que tú estés dispuesta a contarme.

Le dije lo básico, como mi edad, lo que estudio, que amo leer romance, (tardé hablando más de libros que de mi). También le comenté que tengo una seria obsesión con combinar todo,y que mi color favorito es el verde militar.

—Y por último, no soporto a la mayoría de los hombres pero a la vez me gustan porque poseen pe...—No me permitió terminar cuando dijo que lo entendía, admito que dije lo último solo para ver el color rojo en sus mejillas.

—Te toca, no se absolutamente nada de ti.

Me responde que solo conozco sus desgracias y aprovecha para contarme la historia con Camille, al parecer fue su única amiga en la secundaria y al ser muy linda el confundió la amistad y no dudó en fingir ser su novio. También me sorprende al decirme que nunca ha estado en una relación de verdad.

—Y para que me conozcas más, debo decirte que tengo veinte años, y que en unos meses cumpliré veinte y uno. Estudio Astronomía aunque nadie apoya eso, a mi único amigo lo conocí en preparatoria y se llama Marc. Me encanta mirar películas y mi película favorita es Dumbo. —Se sonroja al decir eso pero se las ingenia para continuar. —Mi primer nombre es Yohan aunque prefiero Caleb, mi color favorito es el Gris, por alguna razón mi numero favorito es el cinco, me gusta el aguacate pero odio el guacamole, y soy fiel creyente de que el sabor a refri existe.

—El sabor a cucarachas también existe.—Solté y al escucharlo reír me apresuré a añadir.—Aunque nunca he probado una cucaracha.

Caleb rio un poco más y no pude evitar mirarlo, muy difícilmente lo veía sonreír abiertamente. Cuando finalmente paró de reír nos quedamos en silencio. Algo incómodo, y realmente no tenía más que hacer en su departamento pero tampoco quería irme, pensé en que decir y pronto recordé algo que quise preguntarle cuando me hablaba de él.

—En realidad tengo curiosidad en algo.—Cuando lo dije sus ojos conectaron con los míos, y sentí escalofríos, era extraño que me sostuviera la mirada, aunque también era bueno ya que comenzaba a mostrar confianza.—Dijistes que estudias astronomía ¿Cierto?—Caleb asintió—Y dijistes que nadie te apoyaba, ¿te referías a tus padres?.

Caleb rompió el contacto visual, y no respondió, y creí que no lo haría, hasta que carraspeó.—Mis padres nunca quisieron que estudiara astronomía, ellos querían que estudiara Arquitectura, así que no me apoyaron.—Se detuvo y pude ver que respiró más hondo. —Cuando decidí estudiar lo que yo quería ambos me dejaron de hablar porque los había desepcionada. Tuve que esforzarme por ganar una beca y entrar a esta universidad, me alejé de ellos desde entonces.

Arrugué las cejas y dudé antes de preguntar. —¿Y no los has vuelto a ver desde hace años?.

—Ajá, ellos no querrían verme de todas maneras, aunque a veces siento que cometí un error.

—No—dije rápido.—Hiciste lo correcto, ¿qué caso tendría estudiar algo que no te gusta?, vivirías haciendo feliz a tus padres pero siendo infeliz el resto de tu vida, y la felicidad de uno mismo jamás tendrá precio.

Caleb se quedó callado unos minutos, hasta que se aclaró la garganta.

—También tengo una pregunta, esta mañana no te distes cuenta pero traté de acercarme a ti cuando aún estabas pagando tu jugo, pero me detuve cuando te vi discutiendo con aquel chico. Noté como te molestó lo que hizo, ¿es por algo en especial?.

Me quedé quieta, dudé mucho en contarle la verdad. Aunque él se había abierto conmigo, ¿no debía yo hacer lo mismo?.

—Aunque no tienes porqué responder, solo era curiosidad—Caleb me sonrió—¿No tienes sed?, hace un poco de calor.

Extrañamente me sentí tranquila cuando me di cuenta que intentaba cambiar de tema. Me di cuenta que él no esperaba que yo le respondiera a como él lo hizo.

—No me gusta aceptar nada de los hombres. —Dije finalmente y cuando vi que se avergonzó me apresuré a aclarar que hablaba del chico de esta mañana. —Cuando estaba en secundaria los niños solían obsequiarme cosas, yo creía que era porque querían ser mis amigos, querían ser amables o simplemente porque yo era linda. Las niñas decían que solo era por mi cuerpo y no les creía, hasta que comencé a ver que los niños a los que les acepté sus regalos me los cobraban con salidas, se sentían con el derecho de que yo les diera lo que ellos querían. Desde entonces jamás acepto nada de ellos.

—Tienes miedo—Soltó Caleb, pero no lo dijo burlándose, lo dijo serio, como si lo que yo había dicho lo había analizado, y sentí escalofríos. Nunca quise admitir que mi odio hacia los hombres en el fondo era miedo.

Pero nadie tenía porque saber eso.—Solo los odio, no es miedo, mis debilidades las convertí en fortalezas hace mucho tiempo. —Afirmé sostienendole la mirada y al ver que dudaba, decidí demostrarle lo cierto que eran mis palabras.—Cuando mi cuerpo comenzó a cambiar yo tenía diez años, los niños siempre me molestaron, incluso llegaron a tocar mis pechos y decir que parecía una vaca. Las niñas se reían de mí diciendo que yo terminaría embarazada muy pronto. Los hombres mayores me miraban de forma extraña y cuando mi primer periodo llegó fue en clase, todos se burlaron de mí, odiaba cada parte de mi cuerpo, y las niñas mayores decían que yo tenía suerte por desarrollarme a mi corta edad y que solo me hacía la víctima.

<<Las niñas con “cuerpos lindos” no tienen derecho a sentirse inseguras>>

Caleb estaba atento a cada una de mis palabras así que continúe.—Cuándo entré a la secundaria parecía que todo iba mejor, los niños eran muy amables conmigo y por alguna razón yo amaba su atención, aunque las niñas siempre me odiaran. Pronto descubrí que solo veían mi cuerpo. Estuve a punto de sufrir depresión, pero miré a mi madre, que a pesar de todo siempre siguió adelante. Obtuve fuerzas por ella, y finalmente entendí que los hombres no tenían por qué usarme porque la desición era mía.  Así que ahí lo tienes Caleb, logré salir adelante.

—Y es de admirar Emma, pero en el fondo has sentido miedo.

¿Por qué era tan difícil que dejara de pensar lo mismo? ¿Por qué podía leerme tan fácilmente?.

—No tengo miedo, y no lo tendré jamás, mucho menos a un hombre.

Y en un instante tenía a Caleb delante de mí, tomando mi rostro en sus manos y mirando mis labios fijamente.

—¿Qué haces?—logré preguntar a pesar de que sentía que las palabras no iban a salir.

—Demostrando que tienes miedo.

—¿Crees que me darás miedo así?.

—Dejame besarte entonces.

Ni siquiera lo pude procesar, sus labios ya estaban sobre los míos, y mierda, me estaba provocando miles de emociones, ¡¿por qué?!.

Cuándo se separó de mí, no esperé a qué viera lo mucho que me había gustado y a la vez aterrado.

—¿Ves?, un beso no puede asustarme Caleb, he dado cientos.

—Algún día.

—¿Algún día qué?.

Caleb no respondió, sólo sonrió.

—Por cierto—Dijo después de un tiempo. —Marc sabe que lo de nosotros es falso, por si deseas contarles la verdad a las dos chicas que siempre andan contigo.

Le agradecí por decirmelo y le dije que prefería no contarles nada. Ni siquiera sabía si ellas me consideraban como su amiga. Finalmente miré la hora en mi celular y me di cuenta que era tiempo de irme.

—Te veo mañana en clases entonces ovejita.

No recibí respuesta y cuando miré que tomaba sus llaves le pregunté a dónde se dirigía, se encogió de hombros.—Te acompaño a la residencia chica atrevida.

Farsa de amor con el chico oveja [Finalizada Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora