Farsa de amor con el chico oveja [Finalizada Sin Corregir]

CAPÍTULO 36

DOS MESES DESPUÉS

Hoy era mi último día tomando terapia. Había iniciado dos semanas después de haber despertado en el hospital. La primera semana me había negado rotundamente a asistir a terapias.

Primero porque se acercaba la semana de exámenes y no podía permitirme faltar, segundo porque todo el mundo sabía lo que había pasado y no quería darles más de que hablar.

Pero cambié de opinión cuando me di cuenta que no era vida la que estaba llevando realmente. Esas semanas fueron las peores, me la pasaba con miedo y cada vez que cerraba mis ojos solo podía ver la sonrisa terrorífica de Adam y la voz de Lea. Cuando caminaba hacia cualquier parte lo hacía rápido y con el corazón latiendome de manera descontrolada, miraba a todos lados para ver que nadie me estuviera siguiendo.

Supe que no podía seguir de esa manera, me estaba dañando a mi misma y no quería eso, así que decidí hablar con mi madre, y me ayudó a tomar la decisión de ir con una psicóloga durante las vacaciones.

Los primeros días de terapia habían sido incómodas, yo me negaba a hablar mucho por miedo, pero mi psicóloga era muy buena en su trabajo, porque nunca me insistió, si no que esperó a que yo sola hablara. Luego de la primera semana comencé a hablar y poco a poco habían cambios.

Ava y Olivia estuvieron presentes en todo momento, ellas me  acompañaban hasta el consultorio y esperaban hasta que saliera, y les agradecía mucho a ambas, porque Olivia prefirió quedarse conmigo en lugar de irse a su casa para vacacionar, y Ava a pesar de no estar muy bien debido a que ella sabía la verdad sobre Adam, se quedó conmigo.

A esta última le había dicho que viniera conmigo a terapias pero ella dijo que con el tiempo mejoraría, no estuve de acuerdo con eso, pero decidí respetar su decisión.

Cuando cumplí el primer mes yendo a terapia fui capaz de decirle a ava y Olivia que quería ir sola. Al principio sentí miedo, pero cuando llegué a salvo supe que todo estaba bien. Caleb a pesar de trabajar siempre estuvo al pendiente de mi y celebró cada pequeño logro conmigo. Cada vez que lograba un avance nuevo él me regalaba un libro y me decía lo orgulloso que estaba.

Y así pasaron dos meses, ahora finalmente podía decir que todo había mejorado.

Salí del consultorio luego de despedirme de mi psicóloga, quien me felicitó por todo y me obsequió un paquete de galletas.

Mientras caminábamos rumbo a la residencia, llamé a Caleb, quien no tardó nada en responder.

—¡Lo logré! —dije con una emoción notoria en mi voz.

—Siempre creí en ti —respondió con voz suave y añadió: —¿Te parece si llevo palomitas para celebrar mientras vemos una película?.

Sonreí.—Mejor que sean papitas, sabes que las palomitas siempre las quemamos.