ESPECIAL 1 MILLÓN

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Siempre preferí estar en casa.

Si bien amaba salir de fiestas y tomar alcohol hasta hacer locuras, no se comparaba con la comodidad y la felicidad que me daba mi propia casa.

Ahora podía decir con certeza mi casa, gracias a que Caleb a escondidas hizo un montón de trámites desde que nos cambiamos de departamento a uno más cerca de la casa de mi madre, pues sin decirme nada había ahorrado durante mucho tiempo para poder adquirir el departamento para siempre, solo para nosotros.

Y eso me hacía muy feliz, ya que podía tener la certeza de que sería la casa en la que nuestra hija crecería. La sorpresa la recibí justo el día después de que me alivié, me entregó algunos papeles y simplemente me dijo: Mereces un hogar, y yo quiero no solo serlo, sino dártelo.

Hacía dos meses de eso, y seguía feliz, tan feliz como ser madre y vivir la maternidad todos los días.

Maternidad.

Sonaba tan irreal incluso en mis pensamientos, mi yo de dieciocho años jamás habría pensado que lograría tanto: mi trabajo soñado en una editorial, tener mi propio libro publicado, amigas verdaderas, un esposo maravilloso y una hija preciosa a mis veinte y dos años.

—¿No es la niña más hermosa que has visto?.—Inquiere Caleb, llegando por detrás y abrazándome, mientras ve dormir a la pequeña Odett en su pequeña cuna.

—Es irreal —digo mientras recuesto mi cabeza sobre el pecho de mi esposo.—Ni parece que no deja dormir en las noches, que ensucia pañales cada vez que respira, que llora cada vez que no la cargo y que duerme todo el día.

—No digas eso, te puede escuchar, mi princesa puede hacer todo eso y más —dice Caleb mientras deposita varios besos en mi cabello.

Sonrío plenamente y se me escapa un bostezo, Caleb se da cuenta de que estoy muriendo de sueño y hace que me gire para verlo.

—Que hermosa te ves rigel —dice en cuanto poso mis ojos sobre él.

—Siempre dices lo mismo, y justo ahora tengo más ojeras que vida. 

Caleb sonríe mostrando sus hermosos hoyuelos, y toma mi rostro en sus manos.

—Son la marca de que estás haciendo un gran trabajo como madre, y también como esposa, eso te convierte el doble de perfecta.—Sus palabras son tan suaves que como casi siempre, me quedo sin palabras, él aprovecha para darme un beso suave.—Ve a dormir un rato linda, estaré viendo a Odett mientras descansas.

—Tú también estás cansado —le digo porque Caleb se levanta conmigo en las madrugadas para atender a Odette, él se queda despierto para cantarle mientras yo la arrullo, al día siguiente va a trabajar y regresa hasta tarde para ayudarme con la limpieza que a veces se me complica.

—Sabes que no me quejo, ver a nuestra hija dormir se ha convertido en mi nuevo pasatiempo favorito. —Caleb vuelve a acariciar mi cabello. —Así que no te preocupes y descansa, que necesitarás un poco de energía para mañana, más porque Marc acaba de confirmar su visita y sabes que no le para la boca.

Lo último me hace reír y solamente así logra convencerme de dormir unos momentos. Mañana estaría teniendo visitas, en realidad es una fiesta para Odett.

Organizada por mi tía, por supuesto, ella siempre celebraba todo: mis cumpleaños, mis buenas notas, incluso celebró cuando perdí mi primer diente, hizo una fiesta gigante y me disfrazó de muela, algo que me persigue hasta el día de hoy.

Y no sería la excepción esta ocasión, había estado planeando esta pequeña celebración desde que supo que estaba embarazada, y ayer me había dicho que estaría aquí temprano para adornar la casa y esperar a nuestros invitados, solo serían ella, mi tío, mi mamá, Marc, Ava, e incluso Oliver con su novia.

Farsa de amor con el chico oveja [Finalizada Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora