Ojos de Yokai (+18) #PGP2024

Entre la armonía y el caos

En cuanto reviví, mis ojos ardían como la vez que fui al mundo de los yokai; también sentía lágrimas cálidas que recorrían mis mejillas. Las toqué y noté que es sangre, pero no comprendo por qué me pasa esto. Revisé la herida de mi cabeza y ya no está abierta, solo sentía un poco de dolor, aunque mi cabello está un poco ensangrentado.
La experiencia de ser un yurei me dejó perplejo, no me imagino lo que habría sido de mis amigos si no hubiera renacido; no puedo quitarme de la cabeza la imagen de haber visto mi cadáver

  —¿Hola...? Ojalá el golpe no te haya afectado, este... ¿Kentaro, verdad? —Me dijo Tomoe, volví a la realidad al escuchar mi nombre mal pronunciado.

  —Es Keitaro...—respondí un poco molesto—. Estaba divagando.

Me levanté y respiré hondo el aire fresco del ambiente, estando como yurei no pude sentir otra cosa que no fuera el frío espectral. La brisa moviendo gentilmente mi cabello y el calor leve del sol sobre mi rostro me hacen sentir vivo

  —¿Ahora que hacemos? —preguntó Hideyoshi

En eso, llegó Den con el kiseru en la mano y fumándolo

  —No esperaba que fueran a morir, no les ayudé porqué quería ver cómo se encargaban del gashadokuro, pero aun tenemos que ayudar a Susanoo —exhaló humo del kiseru—. En Edo se concentra la mayor energía maligna, hay muchísimos yokai y posiblemente algunos profanados. Susanoo se encarga de estos últimos por lo peligrosos que son y los necesita a ustedes para que se encarguen del resto.

Nos guío hacia la parte trasera de la casa, en dónde sacó una carroza de las que usan los mercaderes y en la cual nos vamos a transportar, Den explicó que será un viaje largo hasta llegar a Edo.
Todos preparamos provisiones: comida, agua y cambios de ropa. Mi dolor en los ojos no se detiene, no creo que sea un efecto del poder de Izanami porque veo a mis compañeros en perfecta condición. Antes de subirnos, empecé a ver una mancha difuminada en el aire, parecía ser un aura, las lágrimas de sangre empapan mi ropa

  —Oigan... veo un aura, hay que estar alertas —dije adolorido mientras limpiaba la sangre de mis ojos.

En cuanto les dije eso, sacaron sus armas menos Den, ella únicamente observaba. Tomoe tenía la katana en mano y Hideyoshi un kusarigama: una pequeña hoz atada a una larga cadena.
El aura fue adquiriendo un tono más oscuro y fue ahí cuando alcé mi katana. Mis ojos ardieron aún más y al parpadear los sentía como vapor caliente. Después, aquella mancha se convirtió en un portal y ahora todos pueden verlo, quedando sorprendidos. Desde el portal salió una kitsune y saltó hacia mí, creí que la podría detener con mis manos, pero atravesó mi cuerpo. Al voltear, mis compañeros quedaron desconcertados y no hay señales del kitsune, sin duda me poseyó.

De repente, dejé de sentir mi cuerpo, como si mis extremidades se hubieran dormido y la kitsune movió mis piernas para entrar al portal. Los demás trataron de sujetarme, pero la yokai invocó una barrera de fuego para alejarlos. Ya en el otro plano, cerró el portal y arrojó mi katana, el bastón ni lo tocó. Estamos en el puente de siempre, tan enigmático que me sigue provocando repelús

  —Pensé que sería más difícil traerte —resonó la voz de la kitsune en tono burlón. Escucho su voz tanto dentro de mi mente como en el exterior.

El cielo sigue siendo igual de oscuro y hay un silencio inquietante. La kitsune caminó hacia adelante, le cuesta mantener el equilibrio de mi cuerpo. Pensaba que el puente no tenía fin, pero pude divisar una entrada: se asemeja a la de un templo. Sin embargo, hay muchos bastones khakkhara, clavados por doquier, están rotos y ensangrentados; bizarros trofeos

  —¿Mataban a los purificadores? —pregunté horrorizado.

  —En parte, pero esto...—respondió y señaló los bastones usando mi mano—, fue consecuencia de su propia guerra. Nos ahorraron el trabajo.