Yuki onna

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Estamos en la recámara de Tomoe. Sus sirvientes caminan de un lado a otro, inquietos y preocupados por ella. Todavía no despierta, y todos tememos lo peor

  —¿Cómo afecta la yuki onna a las personas? —preguntó Akira, visiblemente intranquila.

  —Una de dos: las congela hasta matarlos o absorbe su vitalidad con el mismo resultado. Por suerte, Tomoe se encuentra viva —respondí con tono serio.

  —Si la derrotamos ¿Podría volver a la normalidad, como en el caso de las algas? —añadió Jin con esperanza.

  —De eso no estoy seguro. Para vencerla, lo más óptimo sería que alguien fuera carnada para atraerla y yo la purifico desde lejos. Aunque es arriesgado, podría descubrirme fácilmente o matarlos antes de que logre ahuyentarla —expliqué, lleno de tensión.

  —Podemos poner una trampa, atraparla sin necesidad de arriesgar a alguien —comentó Akira, tratando de encontrar una solución.

  —No se podrá... es un yurei —suspiré.

  —Otro espíritu. No nos dará un susto, pero sí podría matarnos al instante... —añadió Jin, visiblemente agotado.

  —Vamos a buscarla, en cuanto vea su aura, pensaremos qué hacer. Aprovechemos el ambiente a nuestro favor —dije, mostrando resolución.

Mis amigos asintieron y salimos de regreso al punto donde encontramos a Tomoe fue atacada. Hay rastros de escarcha esparcidos en la nieve como un camino de púas, provocados por la magia de la yurei, no obstante, no distingo auras. Lo peor es que, siendo un yurei, flota y no deja huellas que podamos seguir.
Caminamos con cautela. Aunque aún es de día, la luz es tenue debido a los grandes árboles que cubren el cielo con sus hojas, y el aire tiene una humedad fría que penetra hasta los huesos. Momo, en su forma pequeña, yace recostada sobre mis hombros, sus colas envuelven mi cuello como una suave bufanda. Mientras avanzamos, ella muerde mi cabello juguetonamente, pero su inquietud me pone en alerta.

  —¿Qué tienes, Momo? —pregunté preocupado, alzando la mirada hacia ella.

  —Me aterra la yuki onna por su poder. No tengo suficiente para enfrentarla —respondió ansiosa, esponjando su pelaje.

La ventisca se vuelve cada vez más intensa y la nieve en el suelo es profunda; nos llega hasta las rodillas, obligándonos a caminar con pasos grandes. Siento que el pie derecho se me está congelando.
En un punto, llegamos a una parte abierta llena de hierbajos sin cubrir por el invierno y enfrente, una terma. Empiezo a distinguir el aura, así que advertí a mis amigos:

  —Debemos apresurarnos, de seguro hay personas dentro —ordené con seriedad.

Alcanzamos la entrada y la abrimos con esfuerzo, ya que las bisagras están congeladas y el borde de la puerta está sellada por una capa de hielo. En el interior encontramos la recepción, los pasadizos que conducen a las termas exteriores y unos cuantos bancos de bambú. Sin embargo, el lugar está vacío

  —Es pequeño para ser un termal, seguramente es mixto. Por esa razón a mi madre no le gustan las termales; "japoneses pervertidos", decía —comentó Jin despreocupado, aligerando el ambiente.

De repente, escuchamos un sonido quebradizo y estruendoso, similar al del hielo que se quiebra. Al girarnos, notamos que la puerta principal se está congelando a una velocidad alarmante. Corrí al instante para intentar abrirla, pero el hielo del otro lado es demasiado denso. Si no fuera evidente que el hielo no puede ampliarse de esta manera, el aura que tiñe la entrada deja claro que es obra de la yurei.

Cruzamos la puerta trasera, donde se encuentra la sala de baño. Hay una pileta larga recargada contra la pared de madera, ahora cubierta por el hielo, y adentro hay cadáveres que no tuvieron tiempo de reaccionar antes de morir en el cubo de hielo.
A pesar de que me resbalé, logré trepar para observarlos mejor: son dos hombres desnudos con la piel azulada debido a la asfixia. No me imagino cómo se habrán sentido los pulmones forzándose a respirar. Sus cuerpos no muestran signos de putrefacción; permanecen intactos gracias a la temperatura.

Ojos de Yokai (+18) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora