El purificador más prudente

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Tan pronto llegaron los mensajeros, me notificaron que debía ir a cada clan para tratar asuntos importantes. Lo más peculiar fue que vinieron al mismo tiempo; incluso se miraron confundidos. Al final, me entregaron un papiro cada uno y se retiraron.
Entré a mi casa y leí los papiros minuciosamente. El de Tomoe era informal, una invitación casual, pero ella vive lejos y tendría que cruzar gran parte del país. El segundo, cuyo símbolo no reconocí, era del clan Sakurai. Ellos viven al noroeste, en Hirado. Este caso era urgente, pues pedían ayuda con un yokai además de proponer una posible alianza.  Le entregué los papiros a mi padre, que se encontraba en la sala bebiendo té. Al leer el del clan Sakurai, se emocionó y mostró una sonrisa alegre

  —Vayamos enseguida, es un honor que nos contacte otro clan... jamás me había llegado una propuesta así —dijo con entusiasmo.

  —Me pregunto por qué —respondí de forma sarcástica. Mi padre me dio un leve golpe en la cabeza con el papiro.

  —Ya he tenido suficientes reprimendas por haber estado ausente. Eres una calca de tu madre; al mínimo error que cometo, me lo recuerdan cada vez que pueden —respondió irritado.

Posteriormente, fui a mi habitación y me puse la armadura, la máscara y equipé el bastón junto con mis armas. Salí al pasillo y encontré a mi padre esperándome con mi haori en mano; aquel que había arrojado al suelo en la discusión hace tiempo. Me sentí inseguro al recordar aquel momento y no lo recogí

  —Es evidente que eres un gran samurái y purificador, así como mi legítimo sucesor. Olvidemos el pasado —comentó con amabilidad.

Con algo de duda, me puse el haori, lo que hizo que mi padre sonriera con orgullo. Sentí alivio y calidez en mi corazón. Mientras mi padre preparaba los caballos, fui a despedirme de Akira. Ella estaba con su madre en una planicie, acampando y pasando el rato. Jamás la había visto tan feliz y liberada como ahora; me alegro por ella. Le comenté acerca de los papiros y clanes, pero aceptó que fuera solo y continuó platicando con su madre, ignorando mi presencia.

Luego, fui con Jin a su estancia; él ahora vive en la casa de dos pisos donde enfrenté al hone karakasa. Además de su trabajo, Jin se dedica a sus estudios. Sigo sorprendiéndome de la cantidad de libros, frascos y estantes llenos de plantas y remedios que abarcan hasta donde alcanza la vista.
Jin estaba leyendo en el mostrador; hace tiempo me había dicho que sus apuntes de medicina están escritos en el idioma natal de su madre y que él sabe leerlo e incluso hablarlo perfectamente. Es digno de admirar.

Había pensado en sugerirle que aprendiera a defenderse con algún arma para que no estuviera indefenso durante nuestros viajes, pero considerando que es bilingüe, además de sus conocimientos de medicina y la excelente persona que es, no tengo derecho a exigirle nada a este maravilloso hombre

  —Tengo que ir a Hirado para hacer un acuerdo con otro clan y combatir otro yokai —comenté a Jin, pero no respondió.

Cabe mencionar que Jin tiene el cabello corto hasta la nuca debido a un incidente durante una huida; nos estaba persiguiendo un oni y yo no podía enfrentarlo porque aún tenía el brazo vendado. Jin se había caído y su cabello se quedó atascado y enredado entre la maleza, así que tuve que cortárselo para que no lo golpeara.
No olvidaré su reacción de asombro y tristeza al ver su cabello en el espejo, pero se adaptó rápido; admito que se ve elegante y maduro con su nueva apariencia

  —¿Jin? —pregunté sin recibir respuesta.

Me puse enfrente de él y vi que, en realidad, estaba dormido, pero se quedó en la misma postura en que estaba cuando leía. Lo sacudí gentilmente para despertarlo

  —Lamento despertarte, pero debo irme con otro clan a tratar asuntos urgentes. Iré con mi padre —susurré.

  —Oh... entiendo. Espero que puedas estar bien sin mí; te estaré esperando —contestó somnoliento y bostezó.

Ojos de Yokai (+18) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora