Paz antes de la tormenta

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Después de derrotar a Ancestro, Siddartha se comportó más amable y servicial. Seguimos en el exterior y ya casi amanece, la luz evidencia los rastros sangrientos de la estatua. Debemos limpiar la escena antes de que los aldeanos salgan de sus casas. El veneno que preparó Jin deshizo la carne de la criatura, provocando que se desparramara por el suelo como una masa putrefacta, su hedor inunda el aire, haciéndolo casi irrespirable.
Antes de encargarnos de la limpieza, llevamos a Jin y Hideyoshi con un curandero, pues un golpe de una estatua como esa es casi mortal. Las primeras luces del amanecer atravesaban los tejados agujereados cuando llegamos a la humilde choza del curandero.

Cuando volvimos, Siddartha estaba examinando las articulaciones huecas de Ancestro

  —Todavía puedo usar el cuerpo de Ancestro, es una marioneta hueca —comentó mientras limpiaba el interior de la estatua con meticulosidad.

  —Hay muchos tanuki cerca del palacio de Kushinada, podrían ayudarte a manejarlo. Su fuerza puede ser útil —añadí.

Siddartha hizo una pausa, se limpió las manos sucias de polvo y sangre en su túnica

  —Por cierto, no me van a apresar ¿Verdad? Conste que le ordené a Ancestro que solo detuviera a los invasores, pero terminó matándolos y...

  —Ahora que lo dices, serías condenado por asesinato —intervino Tomoe—. No obstante, dijiste que dañaron a la villa y a su gente. Explica qué hicieron y eso quizá te salve.

Un silencio incómodo se apoderó de nosotros mientras Siddartha buscaba las palabras adecuadas

  —Me dijeron que eran viajeros, personas en busca de aventuras y esas cosas, pero cuando llegaron aquí, tiraron las estatuas, arrojaron basura a las casas, se metieron en peleas con los aldeanos e irrumpieron en la cueva. Aún con la presencia de Ancestro no se detenían, lo demás es historia...—suspiró.

  —Opino que no es necesaria la condena si esa historia es verdad. De por sí Ancestro era incontrolable —dije, sopesando las circunstancias.

  —Ancestro recibió su castigo. Yo me voy a redimir mejorando la villa, sacaré las cosas de la cueva olvidando el pasado de mi familia y haré tumbas para los huesos contaminados —concluyó.

El frío matutino junto con el agotamiento del desvelo nos afectó a todos

  —Te vamos a creer, aunque tienes suerte. Si algo grave le hubiera pasado a Jin por la corrupción... no habría tenido piedad contigo —recalqué, haciendo que la gravedad de mi acusación calara en Siddartha.

Finalmente, terminamos de limpiar los restos de Ancestro y fuimos con el curandero a su residencia. Nos dejó entrar y con un suspiro de alivio, nos informó que Jin y Hideyoshi no estaban en condición grave; sanarían por su cuenta. Una sensación de alivio me invadió, pero no del todo. Me senté al lado de Jin, observándolo, incapaz de apartar la mirada de sus heridas.

  —No le va a pasar nada malo si lo dejas de mirar unos segundos... Relájate, estará bien —comentó Tomoe, sonriendo para consolar mi inquietud.

  —Lo sé, pero siempre he tratado de mantenerlo fuera de mi labor para que no resultara herido. Verlo así me hace sentir culpable —respondí, suspirando suavemente mientras desviaba la mirada hacia Siddartha—. ¿Por qué hay tantas estatuas de Buda?

  —Ponen una estatua en el lugar donde murieron las personas; fue idea de los aldeanos —explicó Siddartha, con tono neutral.

  —¿Entierran a los fallecidos ahí mismo? —preguntó Tomoe, alzando una ceja, sorprendida.

  —Por supuesto que no. Tenemos un cementerio, pero dicen que al poner una estatua, le darían paz al alma que aún permanece en el lugar, aunque muevan el cuerpo. Además, las estatuas están descuidadas porque les pertenece a la familia del difunto, pero con el paso de las generaciones, olvidaban a sus antepasados.

Ojos de Yokai (+18) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora