Entre los yokai

49 15 3
                                    

Dormí en la habitación dentro del palacio después del tratamiento en mis oídos; el pitido resonaba en mis sueños. Al día siguiente, desayuné con el señor Sakurai, aunque sus hijas no habían aparecido todavía. No me sorprendió, considerando que su padre les había mencionado que alguna tendría que casarse conmigo. Aún escucho en tono bajo, tengo dolor de cabeza y un poco de mareo, pero al menos el molesto pitido ha desaparecido.
Llevo el ungüento y unas gasas dentro de las orejas, colocadas por el curandero del palacio; debo dejármelas puestas un par de horas más para sanar por completo. Cuando terminamos de desayunar, los sirvientes recogieron los cubiertos y dejaron la mesa impecable. Me levanté y me despedí del señor Sakurai; fue amable en todo momento e incluso me envió bendiciones para el camino. Mientras me dirigía a la salida del palacio, noté que en una de las habitaciones se asomaban sus hijas. Me miraron con curiosidad, sin embargo, se ocultaron rápidamente cuando nuestras miradas se cruzaron.

Cabalgué rápidamente de regreso a mi hogar para buscar a Momo. Con ella, es más fácil viajar a la prefectura de Tomoe a través de un portal. El cielo estaba despejado y una brisa suave hacía ondear la hierba alta. En una pradera cerca de la costa, me encontré con Jin, quien recolectaba algunas hierbas y flores del campo, guardándolas en una pequeña canasta. Descendí de Yami y me acerqué a él para saludarlo

  —¿Qué tal te fue? —preguntó él, mientras arrancaba unas flores de un delicado color rosa pálido, que tenían capas de pétalos como si fueran pequeñas obras de arte.

  —Bien, dentro de lo que cabe. Tuve que derrotar a una nukekubi; me dejó un poco sordo —expliqué altisonante—. Pero ya me curaron. No se concretó la alianza porque una de las soluciones era casarme con una de sus hijas y no acepté.

Jin se acercó para revisar mis oídos. Sus manos, y parte de su ropa, desprendían un aroma dulce, como vainilla o caramelo de azúcar

  —Es una excelente fragancia —murmuré, sintiendo que me sonrojaba—. ¿De qué es?

  —Debe ser de las flores que recolecté —dijo, oliendo su propia ropa—. Son camelias, parecen dulces hechos flor, ¿Verdad?

Sonrió y me percaté de que sus labios tenían un color similar al de las camelias que había recogido, lo que hizo que desviara la mirada, ruborizado. Jin comprobó las gasas en mis oídos y asintió, satisfecho.

  —No debería ser una sorpresa que te lleguen solicitudes así, pero sin duda eres difícil de conquistar —añadió Jin de forma risueña.

  —¿Y tú? Me da curiosidad saber si has salido con alguien.

Seguíamos conversando mientras regresábamos a la aldea; llevaba a Yami de la rienda, caminando detrás de mí

  —Sí, he tenido parejas —respondió con indiferencia, apartando la mirada.

  —¿Por qué no me lo contaste? Pensé que eras un poco solitario y enfocado en tu trabajo —resalté, sorprendido.

  —Porque no me habías preguntado, no obstante, lo que dices es verdad. El primero me fue infiel y a la segunda le dije que era mejor separarnos porque no podía estar en la relación y en mi trabajo al mismo tiempo; se enojó por eso, pero se molestó aún más cuando esquivé su cachetada. No he sabido nada de ella desde entonces —detalló directamente.

"¿El primero? ¿Se trataba de un chico?" Pensé. No se dio cuenta de lo que dijo o confía en mí lo suficiente para decírmelo

  —Suenas confiado, parece que no te afectó.

  —Sí me afectó, bastante, pero ya sabrás a qué recurrí para olvidarlo...

  —El sake —dijimos los dos a la vez.

Ojos de Yokai (+18) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora