Durante el camino hacia Orochi, empecé a sentirme mal: la cabeza me daba vueltas y llegaban a mi mente recuerdos que no eran míos. Vi el pasado de Orochi, confuso y enigmático. Su origen es difícil de comprender, pero confirma lo vil que puede llegar a ser.
Para empeorar la situación, muchas personas huyen, corriendo en dirección contraria a la nuestra y empujándonos en su desesperación, atascando los caminos de tierra y los campos. Sin embargo, todo parece estar en orden; no hemos visto heridos ni muertos. Además, Orochi no se ha movido de su lugar ni parece estar devorando a quienes se alejan de él; únicamente nos observa con una calma inquietante.
A kilómetros de distancia, Susanoo invocó una tormenta con un solo movimiento de su arma, dirigiendo los rayos hacia Orochi. Estos iban a golpearlo violentamente, pero él desapareció en un parpadeo. Su imponente forma de dragón se esfumó, dejando a Susanoo visiblemente sorprendido. Poco después, Susanoo se reunió con nosotros, atento a que Orochi no volviera a acercarse—N-no sé si lo sabías, pero Orochi puede tomar forma humana; l-lo acabo de presenciar en una visión y en el mundo de los yokai cuando rescaté a Momo —remarqué, mi voz apenas controlando el nerviosismo.
—Uh, eso complicará las cosas. Será difícil encontrarlo y dudo que sea menos poderoso en ese estado —respondió, con una nota de preocupación—. Sigamos avanzando.
Corrimos a través de la vasta llanura, buscándolo. Más allá, se encontraban las ciudades cercanas al palacio, y el eco de los gritos atronadores de terror resonaba en nuestros oídos como el rugido de una tormenta distante. En un parpadeo, Susanoo nos transportó al origen de los gritos: un poblado sumido en el caos. El aire estaba cargado de polvo y las huellas dejadas por la multitud se mezclaban con manchas de sangre, resultado de los empujones y la desesperación. Los hogares, desmantelados por las prisas de las personas que huían, estaban llenos de desorden
—Necesito que ayuden a las personas; esa es la nueva prioridad. Yo tengo que seguir adelante para encontrar a ese monstruo —indicó Susanoo con firmeza, apoyando la katana sobre su hombro.
Nos dividimos en cuatro caminos para asistir a quienes pudiéramos. La emboscada humana creada por el pánico dentro de la mayor concentración en la aldea había causado que muchos, al caer, fueran aplastados sin piedad. Los cuerpos, con las cabezas destrozadas y manchas de sangre cubriendo el suelo, pintaban una escena grotesca. Entré a varias casas para verificar si alguien había quedado atrás. En una de ellas, encontré a una mujer embarazada que no podía correr junto a la multitud debido al peligro. La ayudé a salir con cuidado, sosteniendo sus brazos mientras intentaba caminar sobre sus temblorosas piernas. Ella logró caminar a paso rápido por su cuenta; la vigilé mientras se iba, asegurándome de que nada le sucediera. Finalmente, logró salir de la ciudad sin complicaciones.
El caos y el terror fueron tan repentinos que algunas personas no dudaron en abandonar a ancianos, niños, bebés e incluso a enfermos que no podían moverse con rapidez. Por suerte, pude rescatarlos y asegurarme de que estuvieran a salvo, aunque quedaran a solas. Era el mejor destino que podían tener desde que apareció Orochi. No obstante, ahora cargo a dos bebés en brazos, sin saber a quién dejarlos; ya no quedan más aldeanos en esta zona.Después de peinar el lugar, mis compañeros y yo nos reunimos en la salida del otro extremo, al noreste. Susanoo está de pie sobre un techo, con la mirada fija en el horizonte, intuyendo que algo peor se avecina.
—¿Alguien preguntó por un bebé o dos? Las calles que revisé estaban vacías y no sé qué hacer con ellos —indiqué, mostrando a los bebés envueltos en mantas.
—No, todos escaparon. No puedo creer que los hayan dejado a su suerte —respondió Hideyoshi, indignado—. Esta catástrofe ha demostrado que los humanos son egoístas.
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Ojos de Yokai (+18) #PGP2024
Fantasía"¿Qué harías si tu mirada pudiera mostrar las auras de los yokai y al mismo tiempo te convirtieras en su objetivo?" Keitaro, el despreocupado hijo de un samurái, se ve obligado a enfrentar esta realidad cuando una acción desinteresada lo maldice con...