Mi aventura contra Orochi ha llegado a su fin. Ahora me dedico a lo que siempre quise, aunque debo admitir que ha sido emocionante recorrer casi todo el país y enfrentar a los yokai en momentos llenos de adrenalina. Las cicatrices de las batallas aún permanecen en mi cuerpo, destacando la mordida de Orochi y la rozadura de la piedra que arrojó.
Actualmente, me encuentro en la terma de mi prefectura. Es pública, pero después de sobrevivir al enfrentamiento con Orochi, he ganado un respeto e imponencia que hace que la gente evite entrar cuando estoy aquí, incluso si no se los he ordenado. No me molesta, ya que así tengo privacidad.No podía faltar que Jin estuviera conmigo, sin embargo, él no entró a la terma; está de cuclillas en el borde de piedra, leyendo sus apuntes.
En eso, Jin se puso de pie, resbaló y dejó caer el cuaderno directo al agua. Ambos lo agarramos en el aire y terminamos rozándonos las palmas de las manos. Por un momento, me faltó el aire y me sonrojé. Le entregué el cuaderno apenado por lo sucedido—Tranquilo, fue un pequeño accidente —dijo Jin con una sonrisa.
A diferencia de él, estoy nervioso y mi corazón late con fuerza
—¿Me permites revisar tu mano? —preguntó Jin amablemente.
Accedí y estiré mi mano hacia él. Él extendió mi palma con ambos pulgares, sintiendo cada sección de mi piel que podía
—Tienes un tacto áspero; debe ser por el uso constante de tu katana, y por eso te admiro. Eres alguien determinado —añadió en un murmullo.
No respondí; me costaba respirar por la emoción. Entonces, Jin alzó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. Los mantuvo así un buen rato.
Él está sonrojado y alegre, no sé cómo logra mantenerse sereno, apenas puedo mantenerme cuerdo.—No esperaba que estuvieras tan nervioso por algo así, teniendo en cuenta lo que hemos vivido —comentó entre risitas—, pero me da ternura
—Fue un acto repentino, eres una dulzura y lo sabes —respondí tímidamente.
Más tarde, salimos del local y tomamos caminos separados para regresar a nuestros hogares. Al llegar a mi casa, distingo a mi padre en la entrada, hablando con un joven comerciante. Él lleva una armadura desgastada y con su carreta abastecida a un lado. Mi padre me indicó con la mano que me acercara. Al hacerlo, el joven me miró con ilusión y sorpresa
—¿Eres uno de los purificadores, hannya? ¡Es un honor verte en persona! Muchos creímos que habías muerto después del ataque de Orochi, pero... —comentó emocionado.
—No has venido aquí a halagar a mi hijo, ¿Verdad? —interrumpió mi padre.
El comerciante sacó de su bolso una hoja desplegada con un mensaje. La tomé y leí que estaba firmada por Den
—No se preocupe si irrumpí en la privacidad de la carta, ya que no sé leer, la conseguí sobre la estatua que les construyeron. Los aldeanos me pidieron que se la entregara a uno de los purificadores; el más cercano es usted —indicó.
—Ya veo, te agradezco que te hayas tomado la molestia de entregármela —concluí.
El comerciante hizo una reverencia, recogió su carreta y se fue rápidamente. Mi padre se acercó para leer la carta conmigo
—"A este punto desconozco lo que están logrando como purificadores, pero estoy segura de que saldrán triunfantes incluso frente a Orochi. Ustedes superan cada desafío con valentía. Yo ya no puedo unirme porque mi vida ya no es la misma desde que mi hijo se corrompió. Jamás debí acercarme a esta vocación y por eso terminaré con todo esto, con mi vida. Si quieren verme antes de que me pudra, estaré en el bosque Aokigahara. Den" —leí en voz alta.
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Ojos de Yokai (+18) #PGP2024
Fantasy"¿Qué harías si tu mirada pudiera mostrar las auras de los yokai y al mismo tiempo te convirtieras en su objetivo?" Keitaro, el despreocupado hijo de un samurái, se ve obligado a enfrentar esta realidad cuando una acción desinteresada lo maldice con...