La habitación permanecía en completo silencio mientras que Niragi terminaba de abrocharse el cinturón. Sentado en la cama, se agachó para recoger su camisa y Akira, todavía acostada sobre su propia cama, lamentó no poder contemplar durante más tiempo su espalda desnuda.
- ¿Qué es lo que hacías antes de venir a este mundo? – le preguntó Akira, escuchando al momento una suave risa por su parte.
- Solo hemos follado. – contestó Niragi, mordaz. – No he venido hasta aquí para hablar de tonterías.
Niragi se puso en pie, terminando de abrochar su último botón, pero frunció el ceño al escuchar esta vez la risa de Akira.
- Es sorprendente como nada de lo que dices consigue sorprenderme. – replicó Akira justo antes de girarse sobre la cama, dándole la espalda. – Cierra al salir.
- Lo que sea. – replicó con molestia. – Más vale que mañana no te quedes dormida. Los Militares tenemos que entrenar temprano.
Una vez de vuelta en los pasillos, Niragi caminó con una mano en el bolsillo y la otra repeinándose el cabello. Su mente todavía rememoraba el largo rato que había pasado en esa habitación y el silencio que por fin reinaba en el complejo solo facilitaba los agradables y placenteros recuerdos que atesoraba en esos momentos. En cuanto llegó a su propio dormitorio, se dejó caer sobre la cama, sacó un cigarrillo de la cajetilla que guardaba en su mesilla de noche y echó los hombros hacia atrás al encendérselo. Para bien o para mal, la presencia de Akira en La Playa iba a alterar su día a día; ya lo había hecho en realidad. Y sin importar si tomaba un rumbo positivo o negativo, él iba a disfrutarlo. Pensaba vivir al extremo, destrozarlo todo a su paso, hasta que llegara el día de su muerte.
A la mañana siguiente, cuando Akira comprendió qué era el entrenamiento de los paramilitares, maldijo a todo ser humano que se encontrara en ese macabro universo. Mientras tanto Niragi, al igual que la mayoría, llegaron cerca del mediodía tan frescos como quien ha dormido todo lo que ha querido y más. Algunos incluso parecían venir de darse un baño en la piscina.
- Cuando me avisaste del entrenamiento, no mencionaste que era una actividad voluntaria. – protestó Akira tras acercarse a Niragi, quien no tardó en dedicarle una clara sonrisa irónica.
- ¿No lo hice? – cuestionó con falsa inocencia. – Debí olvidarlo.
Al supuesto entrenamiento de los Militares tan solo se unían los que así lo deseaban. No era algo de equipo, sino que Aguni empezaba el día con una exhaustiva rutina deportiva y aceptaba que los interesados se le unieran durante lo que eran unas horas agotadoras. Y posteriormente, antes de la comida, el grupo al completo de los paramilitares se reunía para repartir las tareas diarias.
- Tenemos dos nuevos traidores. Niragi, elige a tu equipo y encárgate de ellos. Last Boss, tú controlarás el patrullaje. La vigilancia nocturna queda bajo mi mando. – comenzó a enumerar Aguni. Al parecer, repartía las misiones entre los mejores de su equipo y ellos formaban su propio grupo según considerasen. No obstante, antes de dar por terminada su breve intervención, su vista se posó de refilón sobre Akira. – Como es tu primer día, irás con Last Boss. Él te mantendrá controlada.
Los ojos de aquel hombre cuyo rostro estaba cubierto de tatuajes la agujerearon al instante. Su apariencia era un tanto tétrica, así como su comportamiento, pero Akira suponía que no tenía nada que temer mientras ambos se encontraran en el mismo bando.
- Como ordenes.
Niragi enarcó una ceja sin siquiera darse cuenta de la mueca que estaba poniendo. En el fondo, se sentía ofendido de que Aguni no pusiera a esa chica a su cargo después de haber sido él quien hubiera puesto a prueba su puntería, aunque era entendible que no quisiera que le acompañase a encargarse de los traidores durante su primer día. Una de las comisuras de sus labios no tardó en elevarse con tan solo imaginar el momento en que por fin le permitieran a Akira acompañarle en una de esas misiones. Tenía ganas de ver cómo le sentaba; incluso curiosidad por saber cómo reaccionaba.
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Alive & Savage | Niragi Suguru
FanficReencontrarse en La Playa después de la forma en que se habían conocido ya era malo, pero la situación todavía podía empeorar más. O tal vez no; aunque fuese una remota posibilidad, quizás que sus caminos se hubieran cruzado fuera mejor de lo que am...