15. Encrucijada

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Aunque inesperada, la advertencia de Chishiya había acabado siendo real. Los paramilitares habían llegado a tiempo para encontrarse a Arisu con las manos en la masa, o más bien, en la caja fuerte. También habían capturado a Usagi, quien estaba vigilando la entrada a la suite real. Niragi se había encargado de darle una paliza a Arisu hasta dejarlo inconsciente y, posteriormente, los habían encerrado en habitaciones distintas.

Una vez controlada la amenaza y antes de que los paramilitares, por fin, pudieran regresar a encargarse de otros asuntos, Aguni decretó que siempre hubiera alguien vigilando la entrada a la suite para que este incidente no volviera a repetirse. No podían permitir que alguien robara la baraja durante sus primeras horas en el poder; sería demasiado lamentable.

Niragi se había marchado con tres o cuatro hombres más a la habitación en la que mantenían encerrado a Arisu para hacerle quién sabe qué. No obstante, le había ofrecido a Akira que fuera a su dormitorio y él iría a buscarla en cuanto terminaran. Tal vez entonces por fin pudieran tener algo de tiempo para ellos dos solos.

Dado que Niragi tenía baño privado, Akira había pensado aprovechar el rato para tomar una apacible y relajante ducha después de un día tan largo, pero escuchar la puerta abrirse cuando apenas se estaba desenredando el pelo logró confundirla. Suponía que los chicos se tomarían su tiempo con Arisu.

- ¿Tan pronto vuelves? – preguntó al aire.

- Creo que no soy yo a quien estabas esperando.

Ver a Chishiya apoyarse en el marco de la puerta del baño hizo que Akira abriera los ojos más de la cuenta, atónita al verle ahí de pie tan tranquilo.

- ¿Te has dado un golpe en la cabeza o algo así? – cuestionó. – ¿Cómo crees que le sentará a Niragi saber que te dedicas a entrar en su dormitorio como si nada?

Por no hablar de lo mucho que le enfadaría simplemente el descubrirlos a solas en una habitación. Últimamente estaba tan quemado con la relación entre Chishiya y Akira que cualquier cosa podría ser el detonante.

- Tan solo he escuchado que estarías aquí. Quería hablar contigo. – respondió Chishiya, impasible. – Aunque para evitarnos problemas, sería mejor que no tardara mucho en marcharme.

- Sin duda sería lo más inteligente. – reconoció Akira, mas todavía recelaba de lo que fuera que tramase Chishiya. No llegaba a cuadrarle del todo que primero hubiese insultado a los paramilitares durante la votación para luego asegurarse de que nadie se la jugase a Aguni.

- Venía a avisarte de que planeo entrar en la suite real esta misma noche. Voy a robar las cartas.

El peine que Akira todavía sostenía se resbaló de entre sus manos en el mismo momento en que Chishiya cerró la boca. Su rostro seguía calmado, con una de las comisuras levantadas pues le había hecho gracia la reacción de Akira. En contraposición, ella le observaba como si se hubiese vuelto completamente loco.

- ¿Cuál es tu maldito problema? – protestó Akira al instante. – ¿Esperas que me ría o algo así?

- ¿Crees que bromeo? – cuestionó Chishiya, enarcando una ceja. – ¿Por qué bromearía con una cosa así?

- ¿Y por qué me lo contarías a mí?

- Porque un paramilitar va a estar vigilando la entrada a la suite. Y me resultaría bastante conveniente que fueras tú, Akira. – le explicó pausadamente. – Yo voy a entrar me cueste lo que me cueste, pero si no tengo que encargarme de engañar o noquear a Last Boss o a cualquier otro, será más fácil.

Así que ahí estaba el motivo de la inesperada visita de Chishiya; esa era su forma de pedirle que le ayudara a cometer el peor crimen que cualquier miembro de La Playa podría cometer. Y conociendo a Chishiya, estaba bastante segura de que iba en serio cuando le decía que planeaba cometer semejante robo.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora