13. El barco

613 54 1
                                    

- Me he encargado de la pantera. – anunció Akira en cuanto se reencontró con Niragi en la arena de juego que, esa vez, conformaba el parque de atracciones.

- Nada mal. – respondió tan apenas impresionado. Sabía bastante bien de lo que esa chica era capaz como para sorprenderse todavía de sus hazañas. – Yo voy a por el cuervo.

- ¿Y por qué parece que estés haciendo fila?

- Porque así es más divertido. – contestó. Al momento, las puertas dando paso a la atracción se abrieron y Niragi no dudó en cruzarlas. – ¿A qué esperas?

- No me gustan las atracciones.

A lo que Niragi planeaba subirse era un barco gigante que se mecía de un lado hacia el otro, adquiriendo una altitud demasiado elevada para el gusto de Akira.

- No sabía que eras una cobarde. – se mofó.

- No lo soy.

- Entonces sube, venga.

Tan solo para demostrarle que no tenía miedo, Akira dejó su arma a la entrada y subió a la atracción, tomando asiento a su lado. La barrera protectora para que no salieran volando no tardó en descender, por lo que Akira se agarró a ella firmemente. Su corazón latía con fuerza, notaba su pulso retumbar en su garganta, y los nervios ya estaban haciendo mella en su estómago. Nunca le habían gustado los parques de atracciones; y cuando el barco empezó a coger altura hacia atrás, recordó por qué. En el mismo momento en el que descendió a gran velocidad, Akira soltó un chillido aterrador mientras que Niragi gritó entusiasmado.

Sin darles ni un solo respiro, el barco subió hasta arriba y volvió a caer hacia atrás. En una de esas sacudidas, Niragi aprovechó para coger su arma y apuntar al cuervo que revoloteaba sobre ellos. Acertó tras dos simples disparos.

- ¡Esto es demasiado fácil! – se jactó, jovial, pero la chica que tenía a su lado no tardó en ganarse su atención. Niragi no pudo evitar pasarse la lengua por los labios al ver el más puro terror reflejado en el rostro de Akira. Era la primera vez que la veía tan asustada y, en cierta parte, le gustaba ver su miedo. Era sumamente divertido, pero todavía podía hacerlo más.

Tras colgarse el arma al hombro, Niragi llevó sus manos a las muñecas de Akira y ejerciendo cierta fuerza logró obligarla a soltar la barra de seguridad. En su lugar, guio sus manos a su propio torso para que se aferrara a su cuerpo, aunque eso supusiera que le asfixiara un poco.

- ¡Venga ya, disfruta un poco más! – le sugirió, pero no surtió efecto en Akira.

Mientras que Niragi seguía gritando emocionado cada vez que el barco caía, Akira se abrazaba a él casi con desesperación. Su hombría no tardó en endurecerse ligeramente dentro de sus pantalones. Le estaba excitando el tener a Akira aferrada a él como si fuera su salvavidas; el escucharla ahogar un chillido en su garganta cada vez que el barco descendía con rapidez hacia atrás o hacia delante. Y por más entretenido que fuera, Niragi decidió pasar su brazo sobre sus hombros para rodearla con firmeza. Pensó que tal vez la ayudaría a sentirse más segura, pero solo facilitó que Akira pudiera abrazarse incluso más a él, como si en cualquier momento fueran a fundirse el uno con el otro.

La atracción tardó largos minutos en detenerse, aunque para Akira pareció más bien toda una eternidad. Y en cuanto subió la barra de seguridad, Niragi saltó al suelo emocionado, con la adrenalina todavía recorriendo su cuerpo. Le tentaba la idea de repetir hasta que acabara el juego, pero también había otras cosas de ese parque de atracciones que quería probar. Además, no le importaba enfrentarse a un animal más difícil de matar que un simple cuervo.

- Te odio.

- Sí, lo has repetidos varias veces mientras te agarrabas a mí como una niña asustada. – se burló Niragi, soltando una carcajada. Y por más que le gustaría hacerlo, Akira no podía negarlo. Sería demasiado vergonzoso intentar negar lo obvio.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora