26. Vuelta al principio

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- No es seguro que te quedes con él. – le advirtió Kuina en cuanto supo de la intención de Akira de no seguir con ellos. – Niragi es peligroso e imprevisible.

- Siempre lo ha sido. Pero me las he apañado bien con él hasta ahora.

- La Playa no es lo mismo que estar aquí afuera. – insistió. – Su carácter puede empeorar.

- Su estado es peor de lo que está dispuesto a reconocer. Si alguien no se encarga como es debido de esas quemaduras, es cuestión de tiempo que muera. – les explicó Akira brevemente. Puede que Niragi se hubiera resistido a toser delante de ellos, pero no eran tontos, también habían visto sus labios manchados de sangre y su táctica para distraer a Uta. – Y no podría perdonármelo si esta vez lo abandono voluntariamente.

Como era entendible, una vez Akira les había comentado a Usagi, Arisu y Kuina su intención de quedarse con Niragi, a ninguno le había parecido una decisión demasiado acertada. Aunque, por más que se lo desaconsejaran, tampoco podían impedírselo.

- Quédate con una botella de gasolina, por si encontráis un coche. – le sugirió Arisu. – Puede que os venga bien. Nosotros tenemos de sobra con la otra para regresar.

- Gracias. – respondió Akira, dedicándole una pequeña sonrisa. – Y gracias por todo lo demás.

Todavía se notaba el rastro de lágrimas en los ojos de Arisu. Había sido quien le había roto la mano a Tatta para quitarle la pulsera puesto que él no era capaz de hacerlo solo; y de ahora en adelante, Arisu tendría que enfrentar los remordimientos por sus actos.

- Espero que la próxima vez que nos veamos, me demuestres que estaba equivocada con él. – masculló Usagi a forma de despedida.

- Sí, yo también lo espero. – replicó Akira, recordando la breve conversación que habían tenido en el coche de camino al juego.

Kuina, aunque no es que fuera demasiado sentimental, le dio un abrazo a Akira antes de que se separaran de una vez por todas. No solo porque habían pasado más tiempo juntas en La Playa, sino porque en los últimos días, realmente le había gustado tener a Akira de compañera. Su actitud le había impresionado gratamente. El sentimiento era mutuo, así que Akira no dudó en responderle el abrazo.

- Si encuentras a Chishiya, dile que cuando volvamos a vernos le daré una paliza por separarse y no volver a por mí. – le pidió Akira, sonsacándole una pequeña sonrisa a Kuina.

- Y si lo encuentras tú antes que yo, dile lo mismo de mi parte.

Desde que había llegado a ese mundo, Akira no podría decir que fuera una persona capaz de trabajar en equipo. Sí que había tenido que cumplir ciertas misiones y algunos juegos con los paramilitares, pero poco más. El caso es que colaborar con Arisu, Usagi, Kuina, Chishiya y Tatta le había sorprendido en el buen sentido. Si hubiera sabido antes lo agradable que era tener un equipo de gente que realmente parecía preocuparse por ti, habría intentado integrarse entre ellos mucho antes. Pero de cualquier forma, esa etapa ya había llegado a su fin. Ahora, su único compañero era un chico que se había negado a dirigirle la palabra en la última hora.

- Una mochila con provisiones. Nada mal. – comentó Akira. Empezaba a creer que si no era ella la que intentaba sacar conversación, permanecerían eternamente en silencio.

- ¿Qué quieres decir con eso? – cuestionó Niragi, seco, sin dejar de rebuscar algo en su interior.

- Que no sabía que fueras tan precavido. – contestó, mas verle sacar un pequeño frasco de cristal llamó su atención. – ¿Qué es eso?

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora