Alive & Savage | Niragi Suguru

11. Eternamente

Akira había regresado a su dormitorio en busca de la ametralladora que Aguni le había entregado para que la usara durante sus misiones. De normal solía llevar encima la pistola, pero durante el patrullaje necesitaba algo más grande por si la situación se le complicaba. Cosa que nunca pasaba, pero era mejor prevenir que curar. El caso es que encontrarse con Niragi en su habitación era lo último que se esperaba; y lo que tenía para decirle tampoco había mejorado la situación.

- Lo que me pides no es algo que pueda aceptar a la ligera. Lo sabes. – le dijo después de un par de minutos en silencio. – Necesito más información, Niragi. Necesito entender por qué.

- No hay nada más que pueda decirte. – respondió, mas al ver como la chica torcía los labios disconforme, chascó la lengua y se pasó las manos por el pelo, nervioso. – Me dijiste que tú confiarías en mí, Akira. Este es tu momento para demostrármelo.

- Creo que llevó demostrándotelo desde el principio.

- Pero necesito que lo hagas ahora.

Akira apretó la mandíbula y le mantuvo la mirada con dureza. Sin embargo, Niragi fue el primero en apartarla y negar con la cabeza levemente.

- No sé ni para qué me molesto. – balbuceó. Pasó por su lado en dirección a la puerta, golpeándola con su hombro en el proceso, y antes de que abandonara la habitación, Akira decidió romper el silencio una última vez.

- Lo pensaré, ¿está bien?

El patrullaje, como siempre, fue tranquilo. Y después de hacerse con algo para cenar, Akira decidió unirse a la fiesta. Bailó un rato en el centro de la pista antes de dirigirse a la barra del bar en busca de una copa. Apenas le había dado un par de tragos cuando su vista chocó con cierto chico, quien una vez más, no tardó en divisar que alguien estaba observándole. Hikaru no dudó en acercarse hacia ella.

- ¿Puedo invitarte a un trago? – le preguntó. Por cómo arrastraba las palabras, Akira supuso que ese chico ya debería de llevar un buen rato bebiendo.

- No es como si hubiera que pagar por nada aquí con dinero. – contestó, divertida. – Pero acepto.

El primer chupito vino seguido de otros tres más. La voz, así como la risa de Hikaru, cada vez eran más estridentes, pero no fue hasta que estuvo a punto de caerse al suelo que Akira le sugirió ir a dar una vuelta por los alrededores. Quizás tomar un poco el aire le viniese bien para despejarse.

Juntos se alejaron del edificio principal mientras Hikaru le relataba algo sobre su último juego hasta que ambos se dejaron caer sobre la hierba. Una vez ahí, el chico echó la cabeza hacia el cielo y dejó escapar una suave carcajada.

- Pensé que en este estúpido mundo no encontraría ni un momento de paz, pero me equivocaba. – masculló, calmado. – ¿Hace mucho que conoces a Niragi?

- Jugamos juntos una vez, pero luego nos separamos. Volvimos a reencontrarnos en La Playa hace unas semanas. – le confesó. – ¿Qué hay de vosotros?

- No le veía desde que nos graduamos. Para ese entonces Niragi era... una persona muy diferente.

- ¿No erais amigos?

- Sí, bueno, más o menos. Puede que a veces nos pasáramos un poco con él. – contestó antes de darle un trago a su vaso. Aunque se notaba que ya había bebido más que suficiente, se negaba a dejar el alcohol todavía. – Pero eran cosas de críos, ya sabes, nada más.

- ¿A qué te refieres?

Hikaru giró el rostro para mirarla, pero sus ojos se desviaron hacia sus pechos sin ningún tipo de disimulo.