9. Confianza

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Nunca había sido una amante de la fiesta, pero en estos días, Akira había aprendido a disfrutarla con creces. No obstante, también notaba que cada noche se hartaba antes de bailar como si fuera la última vez que fuese a poder hacerlo.

Akira escapó de entre la multitud, le dio un trago a su vaso y se repeinó vagamente. No pudo retener una pequeña sonrisa al notar que todo el mundo estaba pasándoselo realmente bien, pero pronto alguien logró llamar su atención. Chishiya, desde una de las butacas, le saludaba levemente con la mano. En cuestión de segundos avanzó hasta sentarse a su lado.

- Cuánto tiempo. – comentó Akira a modo de saludo. – ¿Te lo estás pasando bien?

- Hago lo que puedo. – respondió Chishiya con las comisuras de sus labios apenas elevadas. – ¿Y tú?

- Podría decir lo mismo. – comentó. – Pensaba que ya no querías hablar conmigo. Ya sabes, por eso de que nadie bueno forma parte de los paramilitares.

- Puede que sacara conclusiones apresuradas. – le soltó, mas lo que realmente llamó la atención de Akira fue notar la mano de ese chico sobre su pierna. No es que la incomodase, pero sí que era extraño. Chishiya no parecía una persona a la que le agradase demasiado el contacto físico. – En realidad, eres de las pocas personas con las que me gusta hablar.

- Es un alivio. – suspiró Akira, dedicándole una suave sonrisa. – Porque el sentimiento es mutuo.

Chishiya sonrió sin mostrar los dientes y le apartó la mirada por unos instantes antes de retomar el contacto visual.

- ¿Te tratan bien?

- Sí, creo que ya me he ganado su confianza. – reconoció Akira. – Al menos ya no se refieren a mí como "la novata".

- ¿Y las responsabilidades? ¿Se te hacen pesadas?

- No está tan mal cuando te acostumbras. – comentó. – La mayoría de las veces solo es patrullar y vigilar.

- Y encargarse de los traidores. – apuntilló Chishiya, lo que por unos momentos logró dejarla sin palabras. En su mirada leía que ese chico sabía bastante de lo que estaba hablando. – Tenéis que encargaros de ellos. Eliminarlos.

No tenía sentido que lo negase. En realidad, su primera reacción fue ponerse a la defensiva.

- Es nuestro trabajo. Hacemos lo que tenemos que hacer para mantener la seguridad en La Playa.

Esas palabras y similares se las había escuchado a varios paramilitares. Al parecer, Akira también las había interiorizado.

- Lo sé. Formo parte de los ejecutivos. Estoy al tanto de estas cuestiones. – asintió Chishiya, calmado. Una de sus manos subió repentinamente hasta su rostro, apartándole con suavidad un mechón de pelo rebelde. – Por eso sé que no es una tarea fácil. No quiero que ese trabajo te afecte.

Akira se quedó perdida en su mirada; en esos ojos en los que creía divisar cierta amabilidad cuando, de normal, apenas se reflejaba ningún tipo de sentimiento. En cierta parte le extrañaba ese comportamiento por parte de Chishiya, pero mentiría si dijese que no se sentía bien que alguien se preocupara por ella. Por suerte o por desgracia, ver a Aguni sentarse en la barra del bar, lo más apartado posible de la gente, le hizo regresar a la realidad.

- No quiero dejarte colgado, pero tengo algo que hablar con mi jefe. – se excusó brevemente Akira. – Nos vemos luego, ¿vale?

- Tranquila, no pasa nada. – le aseguró Chishiya. – Hablamos en otro momento.

Mientras Akira se alejaba directa hacia Aguni, Chishiya la observó atentamente. Una sonrisa ladeada seguía presente en su rostro al comprobar que acercarse a ella no parecía demasiado complicado. Sí, puede que estuviera en lo cierto al creer que todavía podía usarla.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora