Cuando se anunció que La Playa era el nuevo escenario de un juego, el pánico cundió entre todos sus habitantes. Akira estaba llegando al área en el que sabía que tenían encerrada a Usagi cuando precisamente se dio de bruces con esa chica. Si se chocaron tan bruscamente fue porque Usagi parecía correr, o incluso huir, de algo horrible. A Akira no le pasó desapercibido el pánico de su mirada ni su chaqueta desabrochada, consciente de que ella siempre trataba de cubrirse pese a tener que ir en traje de baño, como si se sintiera demasiado expuesta. No era la primera persona tampoco que no se sentía cómoda teniendo que vestirse por obligación con un simple bañador.
Sin intercambiar ni una sola palabra, Usagi siguió corriendo hacia el lobby y Akira retomó su camino. Esa chica probablemente se habría escapado de su prisión improvisada, pero no tenía intención de detenerla. Ahora que iba a empezar un nuevo juego, había cosas más importantes por las que preocuparse.
Apenas unos pocos metros más adelante, Akira se encontró con Niragi abandonando un dormitorio seguido de otros cuatro paramilitares.
Sus miradas se cruzaron inevitablemente, pero Niragi se limitó a apretar la mandíbula y girar el rostro. Parecía por la labor de ignorarla, lo cual era bastante entendible, por lo que Akira se vio obligada a ser la primera en entablar una conversación.
- Niragi. – le llamó, mas conforme se acercó a él, hubo algo más que se ganó su atención. – Estás sangrando.
El resto de paramilitares siguieron andando tras dirigirse una breve mirada entre ellos. Ni les apetecía, ni tenían por qué intervenir en esa conversación. Akira, sin reparar en ellos, llevó su pulgar hasta el hilo de sangre que caía desde los labios de Niragi y se deslizaba por su barbilla. Él no dudó en apartar su mano de un manotazo, usando al momento el dorso de la suya para limpiar sin mucho cuidado los restos de sangre que quedasen.
- ¿Qué quieres?
Como ya era de imaginar, Niragi no estaba de humor como para lidiar con ella; no después de cómo se habían desenvuelto las cosas cuando había ido a buscarla a la suite real.
- El juego va a comenzar. – señaló Akira, pero era más que obvio que ya todos los habitantes de La Playa se habían enterado de aquel detalle. – Es el diez de corazones. La carta que falta.
No solo era la única que les quedaba para contemplar la baraja, sino que además era uno de los números más elevados y de un palo que no solía ser demasiado agradable de jugar. Debían estar preparados para lo que fuera que les esperara.
- ¿Y ahora sí que te interesa estar a mi lado? – cuestionó Niragi con ironía. – ¿Pretendes que te proteja?
Akira apretó los labios al escucharle, temiendo que un único error le hubiera hecho retroceder el terreno que le había costado semanas ganar. El caso es que no podía contarle la verdad, pues decirle que había ayudado a Chishiya solo lo empeoraría, y pedirle perdón tampoco serviría de nada. Niragi no era una persona que aceptara disculpas; ya era demasiado que las únicas represalias que estuviera tomando fueran sus comentarios mordaces.
- Nunca nos hemos enfrentado a nada parecido. – contestó Akira. Tal vez solo necesitase tiempo para que Niragi se olvidara de los sucedido y dejaran atrás lo que había pasado como si fuese un desafortunado incidente. – Quiero jugarlo contigo.
Niragi se acercó peligrosamente a ella, mas Akira se negó a retroceder. Nunca le había tenido miedo y no pensaba empezar a hacerlo ahora. Y una vez sus rostros quedaron a centímetros, Niragi le dedicó una sonrisa macabra.
- ¿Qué ocurre, Akira? ¿Ni siquiera puedes dejarme unas horas tranquilo?
Escuchar las mismas palabras que ella le había dedicado hacía no tanto le sentó como si le tiraran un jarro de agua fría por encima. Ahora ya estaba completamente segura de que la había fastidiado más de lo que podía haber imaginado en un principio. Y, además, parecía que lo había hecho en el peor momento posible.
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Alive & Savage | Niragi Suguru
FanfictionReencontrarse en La Playa después de la forma en que se habían conocido ya era malo, pero la situación todavía podía empeorar más. O tal vez no; aunque fuese una remota posibilidad, quizás que sus caminos se hubieran cruzado fuera mejor de lo que am...