Los Militares habían reunido en hall principal al escaso grupo de supervivientes que quedaba. Mantenían las armas levantadas, apuntándoles directamente y esperando la orden de Aguni de que abrieran fuego para acabar con el juego de una vez por todas. No obstante, la entrada triunfal de Arisu lo cambió todo.
Akira observó en silencio el espectáculo que se desenvolvía frente a ella, sonriendo de lado cuando Usagi acusó a Aguni de ser la bruja. Apenas unos segundos después, un recién golpeado Arisu negó su teoría, mascullando que la persona a la que había matado Aguni no era Momoka; era ni más ni menos que el Sombrerero. Apenas quedaban quince minutos para que terminara el juego, pero el inesperado giro de los acontecimiento consiguió divertir a Akira. Escuchó pacientemente el discurso de Arisu sobre que el Sombrerero y Aguni llevaban trabajando juntos desde el principio, siendo la tarea de Aguni controlar a gente peligrosa como Niragi para que no se excediera; solo por eso era el líder de los Militares.
La mención a Niragi hizo que Akira apretara la mandíbula y apartase su rostro hacia otro lado. Repentinamente, ya no tenía ganas de seguir escuchando nada de lo que tuvieran que decir esos dos. Tuvo la mala suerte de que su vista subiera sola hasta el palco desde el que esa misma tarde habían anunciado que ahora eran los paramilitares quienes gobernaban La Playa. El recuerdo de Niragi sosteniéndola sobre la barandilla, manteniéndola al borde tan solo sujeta por sus propios brazos, hizo que parte del dolor que llevaba todo este tiempo reteniendo saliera a flote. Todavía podía sentir su taco en su piel; el cómo sus labios se besaban como si hubiesen sido creados exclusivamente para juntarse con los del otro. Podía recordar cómo su afilada y pícara mirada revolvía su estómago en el buen sentido, haciéndole sentir cosas que jamás pensó que experimentaría en sus propias carnes.
En cuanto las lágrimas amenazaron con salir, Akira apartó la vista del palco y la clavó en el suelo. No podía venirse abajo; no podía hacerlo de nuevo. Al menos no hasta que terminara este último trabajo.
Aunque ya no hubiese escuchado el resto de la conversación, pues tampoco le interesaba, Akira regresó en sí en el momento en el que empezó la pelea. Usagi y Tatta trataban en vano de retener a Aguni mientras este se ensañaba con Arisu. Cuando se libró de los dos estorbos y cogió al débil Arisu por la camiseta, Akira se sorprendió de la facilidad que tenía ese chico para acabar siempre ensangrentado.
- Mataste a tu amigo. Y querías matar a todos los habitantes de La Playa porque crees que fueron ellos quienes hicieron que tu amigo perdiera la cabeza. – las palabras de Arisu no solo calaron en Aguni, sino también en todos los allí presentes. En realidad, parecían tener bastante sentido. – El game master se aprovechó de tu tristeza. Por eso es un juego de corazones.
- ¡Cállate! – le ordenó Aguni con brusquedad antes de empujarle de nuevo al suelo, pero ya era tarde como para dar marcha atrás; ya todos habían abierto los ojos ante el tétrico engaño ante el que se habían visto sometidos.
Los habitantes de La Playa, los que habían ocupado el papel de presas, parecían espantados ante la idea de que la muerte de tantos hubiese sido un sinsentido. Y los paramilitares casi parecían incapaces de procesar que hubiesen asesinado a tantos inocentes tan solo para saciar la sed de venganza de su líder, la persona en la que confiaban.
Y por si no hubiesen sido suficientes revelaciones seguidas en tan poco tiempo, Arisu todavía alzó la voz una vez más para alegar que Momoka era la bruja. Según su teoría, se habría clavado el cuchillo a sí misma en un desesperado intento por evitar muertes innecesarias.
- ¡Vaya broma! – gritó Aguni antes de patearle directamente en el estómago. – ¡Yo soy la bruja! Queréis matarme, ¿no es así?
Aquel hombre, desesperado por que alguien acabase con su sufrimiento, provocó una pelea en la que esta vez todos, tanto paramilitares como el resto, se involucraron con el único objetivo de inmovilizarle. Akira, en lugar de intervenir, prefirió apartarse unos cuantos pasos. Apoyada en una de las columnas, se mordió el labio inferior en un intento por retener su sonrisa. Se le hacía familiar el dolor que Aguni pudiera estar sintiendo, pero en lugar de causarse dolor a sí misma como estaba haciendo él, prefería ver como el resto se lo infligían entre ellos. No estaba segura de si le gustaba contemplar la encarnizada pelea porque en el fondo sabía que a Niragi le habría divertido o si lo hacía por ella misma; porque anhelaba que todos pudieran sentir al menos una ínfima parte del dolor que había consumido su ser hasta el punto de no dejar más que rencor. De cualquier forma, encontrar una respuesta a aquella pregunta tampoco se encontraba en su lista de pendientes. Iba a limitarse a contemplar el espectáculo; a regocijarse de tan absurda pelea.
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Alive & Savage | Niragi Suguru
FanfictionReencontrarse en La Playa después de la forma en que se habían conocido ya era malo, pero la situación todavía podía empeorar más. O tal vez no; aunque fuese una remota posibilidad, quizás que sus caminos se hubieran cruzado fuera mejor de lo que am...