6. Autodestrucción

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Después de un buen rato pensando en cómo se había desenvuelto la noche, Niragi había llegado a la conclusión de que Akira debía haberle visto acostarse con esa chica de pelo negro en los sofás durante la fiesta. Eso probablemente la hubiese cabreado, que en cierta parte era lo que esperaba que sucediese, pero no se imaginaba que le sentaría tan mal como para querer largarse a morir en cualquier juego. Lo que Niragi no entendía era que Akira no lo había hecho por él, porque le hubiese roto el corazón verle con otra, sino que esa era su manera de responder ante los problemas. Akira era autodestructiva, y cuando algo le salía mal, se empeñaba en boicotearse. Mezclaba el deseo de perder la vida porque no se sentía merecedora de seguir viviendo con las ganas de desinhibirse y recordar lo que era sentirse viva llegando al extremo. Ya era algo que por desgracia hacía en el otro mundo, así que en este, su mente inestable era todavía más peligrosa.

Acostado sobre la cama con los brazos bajo su cabeza, Niragi cerró los ojos y dejó escapar el aire de sus pulmones con lentitud. Después de lo que había pasado la noche anterior, quería volver a perderse en su interior de nuevo y hacerle gritar su nombre, pero también quería destruirla. Quería jugar con Akira igual que jugaba con todos; sacar a flote su parte más retorcida y dedicarse en exclusiva a causar dolor y satisfacer sus deseos. Y Niragi tenía la suerte de que con esa chica podía conseguirlo todo a la vez; por eso no quería deshacerse de ella todavía.

No se inmutó al escuchar cómo la puerta de aquella habitación se abría, pero cuando Akira avanzó y vio a alguien tumbado en la que era su cama, la chica no pudo contener un breve chillido. No se esperaba compañía oculta entre las sombras.

- No seas tan ruidosa. – se quejó Niragi.

- ¿Qué estás haciendo en mi dormitorio, idiota?

- Me apetecía pasarme por aquí. – contestó vagamente. – Veo que has sobrevivido.

- El juego ha sido fácil.

Akira se sentó en el borde de la cama, se quitó las deportivas y suspiró con pesadez. Estaba agotada. Y por lo poco que habían hablado, Niragi ya se había dado cuenta de que no quedaba ni rastro de la anterior borrachera en su cuerpo, sino que parecía mucho más consciente que unas pocas horas atrás. Al final, los juegos le habían venido bien para despejarse.

- Antes, en la fiesta, te estabas tirando a esa chica en el sofá, ¿verdad?

- Sí. – reconoció Niragi, impasible. – ¿Y?

- Pensaba que tú y yo lo habíamos pasado bien. – masculló tras encogerse de hombros.

- ¿Y creías que solo me acostaría contigo? – se mofó. – Qué ingenua.

- Tranquilo, yo tampoco me he acostado solo contigo.

- ¿Eh? – sus palabras bastaron para que Niragi se incorporara por primera vez desde que habían comenzado la conversación. – ¿Con quién más has estado?

Las palabras que Chishiya le había dedicado antes de marcharse a jugar cruzaron la mente de Niragi. ¿Era eso lo que ese bastardo estaba insinuando con su estúpida mueca soberbia? ¿Acaso Akira también se había pasado por su dormitorio? ¿Habría follado con Chishiya igual que con él?

- ¿Por qué te importa? – le preguntó de repente, girándose hacia él con curiosidad y sacándole de sus pensamientos. – Y si tan poco interés tienes en mí, ¿por qué has esperado despierto en mi dormitorio a que regresara? – como Niragi se limitó a apretar la mandíbula en vez de darle una respuesta, Akira decidió seguir hablando. – Es curioso, pero cuando más cerca estoy de la muerte, con más lucidez funciona mi mente. Gracias a eso me he dado cuenta de lo que estás intentando.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora