21. Figuras

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Mientras que todos estaban comiendo, Akira había preferido ir a dar una vuelta por los alrededores. A fin de cuentas, todavía estaba familiarizada con eso de vigilar el perímetro, pese a que hubieran pasado días desde que habían abandonado La Playa. Lo más importante en esos momentos era asegurarse de que el rey de picas no se acercara a su posición, pero también sería útil encontrar nuevos aliados; quizás algunos de los supervivientes de La Playa que, con un poco de suerte, hubieran conseguido huir del rey de picas igual que ellos.

Tras comprobar que todo parecía estar tranquilo, Akira procedió a revisar los coches más cercanos con la intención de llenar de gasolina las dos garrafas que había traído consigo.

Después de terminar el juego del diez de corazones y marcharse con Chishiya, Akira había pasado dos días a solas con él esperando a que algo ocurriera. Puede que no hubiesen hablado demasiado, pero habían mantenido una convivencia pacífica. Incluso le había dejado observar la baraja de cerca, compartiendo con ella la idea de que cada vez dudaba más de que mantener las cartas en su poder sirviera para algo. A la mañana del tercer día, Kuina los sorprendió durmiendo en el almacén de la farmacia. Al parecer, ese era el punto de encuentro que habían establecido esos dos en caso de que algo les obligara a separarse durante la huida de La Playa, que es lo que pensaban hacer si no hubiese comenzado el juego.

- Algunos paramilitares intentaron suicidarse. Dijeron que no podían seguir viviendo con tantas muertes en sus conciencias. – le había contado Kuina. – Los que quedan han acampado a las afueras de La Playa. Ahora que no hay juegos, tampoco saben qué hacer o a dónde ir.

Tras otros dos días de calma, Chishiya y Kuina decidieron adentrarse en el metro en busca de algo que esperaban que les explicara en qué mundo estaban y quién organizaba los juegos. Akira, a quien tampoco le interesaba demasiado arriesgarse para descubrir unos motivos que ni cambiarían las cosas, ni le aportarían nada nuevo, decidió esperarles afuera. Fue entonces cuando la pantalla gigante se encendió. Sorprendentemente, era Mira –quien había sido una de las ejecutivas de La Playa– la que comunicó a todos los participantes que la siguiente etapa iba a dar comienzo.

Chishiya y Kuina tan solo tardaron unos minutos en regresar del metro, pero esta vez lo hicieron junto con Arisu y Usagi, a quienes se habían encontrado en su búsqueda de respuestas. Los supervivientes de La Playa llegaron alrededor de una hora más tarde y, entonces, comenzaron los disparos.

De un momento a otro, el cielo de Tokio se llenó de dirigibles; uno por cada una de las figuras de la baraja. Al final, el Sombrerero estaba equivocado; después de reunir todas las cartas, hacía falta vencer a las figuras. Y si todas eran tan brutales y mortíferas como el rey de picas, sin duda estaban acabados.

Un ruido hizo que Akira dejara de lado por unos momentos su misión de conseguir gasolina para observar a su alrededor. Sin embargo, nadie parecía rondar esas calles. Tan solo debía de ser su imaginación; quizás estuviera un tanto paranoica después de haber escapado por los pelos de un maníaco asesino cargado con las armas más potentes y un número ilimitado de balas.

- No sé por qué espero que seas tú, idiota. – murmuró Akira, volviendo a centrarse en la gasolina. Si tardaba mucho más, los demás se preocuparían y saldrían a por ella; y no podían seguir dispersándose. De cualquier forma, no pudo evitar que Chishiya se mantuviera en su mente.

En medio del tiroteo, cuando estaban huyendo desesperadamente de lado a lado mientras trataban de cubrirse detrás de paredes y vehículos, Akira le había dado un buen empujón a Chishiya salvándole de la trayectoria de una bala.

- ¿¡No puedes correr un poco más, imbécil!? – le había gritado, pues verle moverse todavía con las manos en los bolsillos le estaba poniendo de los nervios.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora