31. Reencuentros

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Los grupos de supervivientes que quedaban habían llegado a la conclusión de que sería útil concentrarse en el distrito de Shibuya. Akira había pasado cerca de algunos más que nada para cerciorarse de si entre ellos encontraba alguna cara familiar, pero no había tenido éxito. Al menos no hasta ese momento.

- ¿Qué haces ahí sentada?

Akira abrió los ojos al escuchar una voz que, llegados a ese punto, sabía reconocer bastante bien.

- Chishiya.

- ¿Crees que este es un buen momento para tomar el sol?

Habría pasado una media hora desde que Akira se había sentado en el respaldo de ese banco y echado la cabeza hacia atrás para disfrutar de la cálida y reconfortante sensación del sol sobre su piel. Y ahora, ese chico se había presentado ante ella con su pose tan característica.

- Solo quedan dos dirigibles. – respondió Akira, asimilando todavía aquel inesperado reencuentro. Tampoco le sorprendía del todo, pues estaba más que al tanto de las capacidades de supervivencia de Chishiya. – Intento aprovechar los pocos momentos de paz antes del desenlace.

- ¿Puedo unirme?

- Por qué no. – comentó Akira. Mientras Chishiya recorría los metros que le separaban hasta sentarse a su lado, no despegó sus ojos de él. – Te veo bien.

- Diría que estoy igual que siempre.

- Sí, puede ser. – masculló, mas en cierta parte, seguía notando algo distinto en él que no podía identificar. – Puede que tan solo me alegre de que estés vivo.

- Yo también me alegro de volver a verte.

- ¿Has visto a Kuina?

- Eres la primera persona conocida con la que me cruzo.

- Le dije a Kuina que si volvía a verte, te dijera de mi parte que pensaba matarte por haberte separado de mí cuando me aseguraste que no lo harías.

- ¿Y tienes un arma escondida por ahí para hacerlo? – cuestionó, elevando las comisuras de sus labios.

- En realidad, no es en matarte en lo que estoy pensando en estos momentos.

Chishiya no tuvo oportunidad de preguntarle antes de que Akira le abrazara con vehemencia, como si de verdad le hubiera echado de menos o hubiese estado preocupada por él. Y como pocas veces hacía, Chishiya sacó las manos de sus bolsillos para corresponderle. Siempre había medido sus acciones con ella para conseguir que estuviera de su lado y utilizarla cuando llegara el momento adecuado, pero ahora que habían vuelto a reunirse, la abrazó porque él también tenía ganas de hacerlo. Sin planes ocultos o segundas intenciones; solo se alegraba de verla de nuevo.

- ¿Tienes hambre? – le preguntó nada más separarse. Akira frunció el ceño al verle sacar de su chaqueta un paquete de galletas. – Me lo llevé de un juego. Deberías probarlas; estas son las mejores.

- ¿En qué clase de juego te han dado galletas? – se mofó.

- En uno bastante interesante. – contestó Chishiya. – El jack de corazones.

- ¿En qué consistía?

- Es una historia larga. Dejémosla para otro momento. – le sugirió. No le apetecía soltar una tediosa explicación sobre sus reglas y, al mismo tiempo, prefería saber qué es lo que había hecho ella. – ¿Llevas todo este tiempo sola?

- No. Bueno, en realidad, he estado con Niragi. Parece ser que no murió en La Playa. – comentó con cierta incomodidad al mencionarlo. – Nos separamos hace un día y medio más o menos. No podía seguir a su lado.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora