10. Marcas

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Si algo debía reconocer Niragi, aunque no fuera a pronunciarlo jamás en voz alta, era que sentaba bien tener a Akira cerca. Su presencia no le agobiaba ni le obligaba a estar a la defensiva, sino que incluso podría llegar a decir que le aliviaba. Ella estaba ahí para él sin importar si quería emborracharse hasta olvidar quién era, echar un buen polvo o huir de la multitud para limitarse a disfrutar del silencio. Niragi se había acostumbrado a tenerla de compañera cuando el grupo de paramilitares dividía las tareas, lo que podría significar que claramente formaban un buen equipo, pero aun así, cuando Akira le había ofrecido ir con él a los juegos dado que sus visados caducaban el mismo día, se había negado.

- Prefiero jugar yo solo. Será más divertido. – había sido su respuesta. Cuando suponía jugarse la vida, Niragi estaba dispuesto a empujar a la muerte a cualquiera. Puede que lo hiciese incluso aunque no fuese del todo necesario; tan solo para divertirse más. Por eso pensaba que su presencia tan solo sería o una distracción, o una limitación.

Akira tampoco se lo tomó mal, tan solo se había encogido de hombros como si le fuese completamente indiferente. Y lo cierto es que no le molestaba de sobremanera, pues dada la cantidad de tiempo que pasaban juntos últimamente, no pasaba nada porque se dieran un respiro.

Para cuando Niragi regresó al complejo esa misma noche, no tardó en encontrar a Akira bailando ya entre la multitud. No habría dudado en acercarse a ella si no fuese porque el Sombrero ordenó que todos los ejecutivos estuvieran en la sala de reuniones para tratar unos asuntos pendientes. Así que ahí estaba él, con la cabeza echada hacia atrás perezosamente escuchando lo mínimo de lo que se decía. Lo único que deseaba era que acabase cuanto antes.

- Akira sería una buena opción. – la simple mención de ese nombre logró que Niragi se incorporara con una ceja enarcada, repentinamente interesado en la conversación. Chishiya percibió su actitud por el rabillo del ojo, pero se centró en seguir hablando con su vista volando entre el Sombrerero y Aguni. – Lleva unas semanas aquí y su actitud en La Playa es buena. Además, la única carta que se ha conseguido hoy ha sido gracias a ella. Está esforzándose por completar la baraja.

A Niragi todavía le costó unos segundos entender qué pintaba esa chica en todo esto. Al parecer, uno de los miembros ejecutivos había muerto en un juego, por lo que había dejado su sitio libre. Chishiya estaba proponiendo a Akira para que fuese ella quien lo ocupase.

- Cuando llegó, trajo tres cartas que necesitábamos. Nunca recompensé su mérito. – reconoció el Sombrerero, pensativo. – Así que si no hay más candidatos ni nadie que se oponga, el puesto es suyo.

Aunque Niragi quiso abandonar la sala lo más rápido posible para seguir a Chishiya, algunos de sus compañeros paramilitares lo retuvieron. No le apetecía comentar con ellos sobre los juegos de esa noche, pero tampoco quería levantar sospechas al salir corriendo detrás de Chishiya. Ni loco reconocería en alto que lo que le estaba reconcomiendo por dentro era una sensación muy similar a los celos. El caso es que cuando por fin pudo llegar a la piscina, se encontró con lo que menos quería: a Chishiya y Akira separándose de lo que a primera vista podría parecer un abrazo. La sonrisa de esa chica se extendía de oreja a oreja, pero Niragi no tardó en avanzar hacia ella. Se preocupó no solo de colocarse a su lado, sino también de rodearla con un brazo por los hombros para reafirmar su territorio.

- ¿Qué hacéis aquí? ¿Interrumpo algo? – cuestionó Niragi descuidadamente, tratando de fingir lo mejor que podía.

- Chishiya me ha dicho que voy a formar parte del grupo ejecutivo. – respondió Akira. Niragi juraría que parecía encontrarse más radiante que nunca. – Me estaba felicitando.

- Sí, claro, enhorabuena.

Esos dos chicos habían decidido mantenerse la mirada; y mientras que la de Niragi no parecía demasiado amable, Chishiya le observaba casi con ánimo, como si se estuviese riendo de él. Y esa sensación hacía que la sangre le hirviese.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora