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Manarello, Italia 2020

La gala iba bien, decidí dejar que Antonella la hija de Piero diera la noticia.

Había tomado la decisión de mantener un anonimato. Había tenido una junta con la familia Ferrari y estos me apoyaban.

Entre de la mano del sucesor de la familia, nadie se interesó mucho por nosotros ya que no tenían idea de quiénes éramos. Cesar era uno de los secretos de la familia y yo era un fantasma en el mundo público.

—Thena -Charlotte se acerco a nosotros para saludar- ya me contaron de tu decisión.

—Es clasificado -le digo- pocas personas saben de esto, entre ellas están Arthur y Carla, no quiero que nadie más se entere.

Y por eso último me refería a Charles o los chicos de la parrilla.

—Perdón por hacerte mentir.

—Es trabajo, prefiero mantener lo laboral y personal separado.

Asiento y ella se despide para ir con su novio mientras nosotros caminamos un poco fuera del espectáculo para tener más privacidad.

—Mario hijo, porque no me presentas a la hermosa chica que llevas del brazo.

Antonella, la madre de Cesar nos intercepta.

—Ya la conoces mamá -le sonríe.

—Pero quiero que tú me la presentes.

Este me voltea a ver y le regreso la mirada para que le haga caso a su madre.

—Madre ella es Athena Bianchi -hace una pausa- Thena ella es mi madre Antonella Ferrari.

Por fin nos saludamos y charlamos un poco más sobre negocios y su hijo.

—Mario hablaba bastante de una chica que conoció en Francia -decía Antonella- te busco por todas partes y cuando te encontró nuevamente allí no se como no supuso que tu también te encontrabas ahí por las carreras.

No sabía que el le contó todo esto a su madre. Cada vez me sentía mas mal por el rumbo que tomaría.

Este la miro avergonzado y con reproche, pero ella le restó importancia.

A lo lejos vi a Charles con su pareja y creo que el hecho de vernos ocupados me ayudó a que no se acercara.

La señora Ferrari se despidió y nos dejó a solas. Asentí a señal de continuar nuestro recorrido por los jardines que había ahí.

—Creo que lo mejor es dejarlo, no quiero dañarnos en el camino.

—Lo sabía -susurró parando- tenia un presentimiento.

Sin importar este me rodeo con los brazos. Escondí mi cara en su pecho él puso su barbilla en mi cabeza.

—No me importa -saque mi cabeza y lo vi a los ojos- te esperare el tiempo que necesites.

—No quiero que arruines tu vida por mi.

—No es arruinarlo cuando se lo que quiero y no me importa esperar por ello.

La noche estaba estrellada y era bellísima, aunque nuestra situación no era tan bonita como el ambiente.

—¿Me dejas darte un último beso?

Este asiente y juntamos nuestros labios en un beso cariñoso, pero al mismo tiempo largo.

—Me volviste loco Bianchi.

—Fuiste mi persona correcta en el momento incorrecto.

—Yo no me voy a rendir y voy a esperar a ese momento indicado.

Salimos de aquel laberinto y por una última noche fingí que todo estaba bien de la mano de mi ahora amigo.

La gala acabó y todos se dirigían a tomar su transporte.

Nosotros decidimos esperar con Arthur y Carla en una mesa ya que no teníamos prisa y habíamos bebido un poco.

—Te conté de la vez que la pequeña Athena y yo usamos a su hurón para meterlo por los pantalones de Charles.

—Y Lorenzo lo obligó a hablar bien de él en el funeral -sigo- Charles lo odiaba y lo llamaba rata.

—¿Le hicieron un funeral a un hurón?

—Él era especial -le doy un empujón por el hombro- fue mi primer mascota.

—A Thena se le ocurrían muchas cosas -habla Carla- en el campamento...

Abro los ojos para hacer que no hable más, pero a ella le importa poco.

—Pues a Gina, la hija de Schumacher y a ella se les ocurrió lanzarnos desnudas al lago por la noche, un grupo de chicos nos encontró y se llevó nuestra ropa. La directora se enojó tanto con nosotras...

Charles apareció en la mesa y evite su mirada.

Carla se callo al instante y se puso seria, puso su mano en la boca y tomó un bote donde había hielo soltando todo,
Arthur la tomó levantándola.

—Nosotros ya nos vamos -se despidió con un abrazo y me susurró- te veré pronto.

Carla también se acercó a mi y me abrazo. Estaba un poco mal pero aún así se despidió de la mejor manera.

—Recuerda que yo te quiero mucho -dijo arrastrando las palabras.

Charles miro al par hasta que estos se perdieron de nuestra vista.

—Si que son divertidos tus amigos -me dice Cesar- voy a pedir nuestro auto.

Asiento y se levanta.

—No te quedaste aquel día en Monza.

—Llamada de trabajo -digo para quitármelo de encima.

Me paro para ir a donde el Valet parking y me sigue.

—No fue eso -me detiene- ya no eres tú.

—Y tú que vas a saber de eso.

—Porque aunque no te guste te percibo y se cuando algo no está bien contigo.

Quiero llorar, pero no me puedo permitir seguir derramando lágrimas.

—Charles...

—¡No! -grita exasperado- No podemos seguir así.

Las personas comenzaron a voltear y me tomo de la mano para llevarme a un lugar más discreto.

—Los periodistas nos van a encontrar y por lo que se Netflix's está aquí -le digo.

—Eso es lo único que te importa...

Siento un enorme nudo en la garganta y ganas de vomitar, pero se que es necesario para que me deje ir.

—Sí, las apariencias son lo único que importa en este mundo Lecrerc.

Digo su apellido sintiendo un filó en la garganta.

—No se qué pasó -dice triste- ,pero está no es mi Thena.

Huyó de ahí y el auto de mi acompañante ya me está esperando. Este me abre la puerta, sube posteriormente y arranca.

Volteo y veo a Charles con su traje azul viendo a nuestra dirección con la mirada perdida.

Y no puede evitar dolerme. Pero es algo que necesito.

Necesito Sanar para estar bien.

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Fin de capítulo

Gracias por leer

Dancing With Your GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora