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Athena

Mónaco 2003

Nací en Monaco a diferencia de mis hermanos que nacieron en Francia ya que años atrás mi familia se había mudado para seguir el sueño de mi hermano, y de este modo facilitar las cosas.

Siempre me considere un descuido de mis padres, mis hermanos eran adultos cuando yo llegue al mundo. Siendo Jules quien se encargó de criarme y enseñarme todo lo que sabe.

Melanie ya no vivía en casa y mi relación con Tom no era tan buena en ese tiempo, él solía decir que yo era adoptada por el color de mis ojos que no era igual al de nadie en mi familia. Para mí, una niña testaruda y de carácter fuerte esto me molestaba mucho.

—Thena, no pongas esa cara —mamá me decía mientras estaba enfurruñada en la isla de la cocina— no eres adoptada y tampoco te robamos.

—Pero Tom me enseño una foto de mi verdadera familia —crucé los brazos con fastidio.

—Tu eres una Bianchi, de eso no hay dudas —se pone frente a mi y me mira a los ojos— ese carácter lo heredaste de tu abuelo. Y haces la misma cara que tu hermano cuando algo no te parece.

—¿Entonces no me adoptaron? —está niega— ¿Tampoco me sacaron de un basurero?

—No, nada de eso, me merezco todo el crédito de traerte a este mundo, con todo el riesgo que eso tuvo... —niega con la cabeza y se da la vuelta volviendo a lo suyo— ahora cámbiate que los amigos de Jules y sus padres no tardan en llegar.

—Pero si así estoy perfecta.

—¿Eso qué hay en tu falda es lodo? —me reprocha— espero que mi jardín esté intacto.

Salte de la mesa en la que estaba sentada huyendo de la cocina para cambiarme.

Subí corriendo hacia mi habitación y rápidamente me cambie con una de mis faldas favoritas y me puse un moño para combinarla. Siempre me gusto vestir de forma monocromática.

El timbre de casa suena y bajo casi corriendo las escaleras. Tropiezo con el último escalón y caigo llevándome a alguien conmigo.

—¡Auch! -chillo desde el piso y me quedo ahí tirada.

—¿Estas bien? -me pregunta un chico de unos ojos café agachándose para levantarme.

—Sí -digo casi en un susurro viéndolo hipnotizada.

De pronto una carcajada se hace presente volteando a ver a un niño rubio de ojos claros riéndose a gritos de la situación.

—Arthur -lo reprende su madre.

—Yo también estoy bien -dice con sarcasmo otro chico tirado en el piso- ni se preocupen.

Y es ahí cuando lo veo, se veía un poco mayor, pero no tanto como Jules o el chico que me ayudó antes.

Lo observo con los ojos entrecerrados mientras esté me lanza una mirada retadora. Tenía unos ojos verdes muy brillantes y cabello castaño que le cubría parte de la cara.

—Pide perdón Athena.

—No -digo sin dejar de estarlo con la mirada.

—Athena -está vez mi padre me dice con un tono de advertencia.

Dejo de mirar al chico, para mirar a mi padre y este me advierte con la mirada.

Dancing With Your GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora