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▫️▫️▫️Athena

Mi Gran Premio favorito es Mónaco por obvias razones.

De niña solía caminar por las calles que recorría con Arthur después de ir por un helado.

Así que eso hacíamos.

En las calles se comenzaba a notar que estábamos a un día de comenzar con el GP, mañana sería el reconocimiento y las calles aún no se cerraban por completo.

—Carla estará en el club en una hora -me avisa- podemos adelantarnos mientras.

—Necesito llevar a Ares con su veterinaria antes.

Todo estaba cerca así que caminamos. Solo tenían que vacunar a mi perro por lo tanto no tardamos nada.

El flash de una cámara me enceguece causando que Ares ladre a un par de chicos que no estaban respetando nuestro espacio.

—Es cierto que eres la novia de Mario Cesar Ferrari -la chica pone un micrófono diminuto en mi cara- ¿Hace cuanto que se conocen?

Como era posible que supiera de Cesar si su familia mantenía mucha discreción manteniéndolo fuera de todo el circo, hasta ahora nadie sabía que Antonella tuviera un hijo.

—¿Por que los Ferrari mantenían oculto a su heredero?

Trato de calmar al perro mientras que Arthur hace lo posible por que se vallan de la mejor manera.

—Mario Cesar Ferrari ¿Lo conoces?

Las personas comienzan a acercarse con los celulares en las manos grabando y tomando fotos.

—No puedo contestar preguntas -les pido- nos pueden dejar pasar.

Solo parecen ser los más aferrados a tener una entrevista sin dejar que salgamos de este lío.

—Hay fotos de ustedes juntos ¿Que me puedes decir de eso?

El club estaba solo a unas calles y me asustaba el ver a Ares tan inquieto y nervioso.

—Si no cooperan Ares se pondrá agresivo -susurra y asiento.

Arthur toma la correa del perro y pasa su brazo tratando de cubrirnos.

—Tu eres Arthur Leclerc -grita una chica- ¡Es el hermano de Charles Lecrerc!

No había salida alguna con toda esta gente rodeándonos, los empujones comenzaron y sentí un rose en mi pierna muy cerca de mi trasero.

—Creo que alguien me tocó a propósito.

Arthur se dio la vuelta buscando al responsable, pero había tanta gente que sería imposible.

Quería llorar en ese instante.

No se si era por el miedo o por la rabia, pero me sentí tan impotente de no tener libertad.

Arthur hizo una llamada.

—Carla viene con su chofer para acá, pero aún está lejos.

Cambió la posición poniéndome frente a él para evitar que alguien se aprovechara de la situación de nuevo.

Hice una llamada rápidamente y al instante me contesto:

—Charles -le llame- te necesitamos estamos a unas calles del club.

—Voy para allá no me vallas a colgar.

—¿Que tan cerca estás?

—Voy volando así que no se preocupen.

Dicho y hecho. Charles estacionó y las personas se distrajeron al ver el Ferrari inconfundible del número 16.

Subimos y no tocó de otra más que saltar encima de Charles mientras que Arthur entró por el lado del copiloto con el perro encima.

Dancing With Your GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora