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Llevaba un año lejos del mundo exterior.

Mis padres no sabían de mi paradero, pero me encargaba de hacerles saber que estaba bien y eso era lo importante.

Había decidido alejarme e ir a un centro especializado para personas con problemas de ansiedad. No era un psiquiátrico en sí, esto es más sobre el estar bien consigo mismo y trataba mas el aspecto espiritual.

Jules me había dejado en mal estado. Mi padre se encargó de llevarme a un buen psicólogo, pero yo falsificaba las citas y le hacía creer que iba.

Por eso mi problema creció y cuando Arthur se dio cuenta de esto busco junto con Carla la mejor ayuda para mi. Claro que lo primero era que yo aceptara la ayuda.

—Ya me dieron de alta -paro de golpe.

—¡Julia! -la llamó y da la vuelta caminando hacia mi- felicidades.

Julia se había convertido en una de mis mejores amigas, ella era mexicana y aunque al principio fue raro ya que está era algo seria cuando la conocí bien resultó ser todo lo contrario.

Teníamos amigos en común y esto hizo que nuestra amistad fuera más fuerte al vernos cada vez que salíamos de aquí.

—Ya sabes a dónde irás.

Esta niega y cambiamos nuestro trote a una caminata más tranquila.

—Te voy a esperar -me dice- no me importa cuanto tome.

—No... yo no creo estar lista.

—Prometí salir de esta contigo. Además aún tengo miedo...

Ella no lo había tenido fácil. Sus padres se divorciaron cuando Julia era pequeña y su madre la escondió de su padre, está la usaba para conseguir dinero y poder siendo tan solo una niña. Cuando su padre la encontró la sacó del lugar en el que estaba y se encargó de mandarla aquí para proporcionar la mejor ayuda de todas.

—¿No es por lo que tú aún no te vas? Digo porque la alta ya la tienes...

Era cierto, tenía miedo de salir pensando que todo estaría bien y terminar peor o regresar.

Llegamos a las instalaciones y me encontré con Carola en recargada en su auto.

Checo y su esposa habían sido de gran ayuda. El lugar se encontraba en Mexico y ellos eran de las pocas personas que sabían de mi paradero y los únicos que podían venir acá.

Chequito salió corriendo para encontrarme y me agaché para recibirlo.

— ¿Y para mi no hay abrazo?

Este la miro aun rencoroso. No se olvidó de la broma que Julia le había hecho.

—¿Y el resto de los Pérez?

—Se quedaron con su abuela -me contesta Carola acercándose para saludarnos a ambas- tu padre me contó que te dieron de alta.

Mi amiga asiente y subimos para bajar las maletas ya que iríamos a pasar el fin a la ciudad. Poco a poco me estaba incorporando nuevamente.

Primero dejamos a Julia en casa de su padre que estaba en la misma zona y luego llegamos a casa de Caro.

Deje mis cosas en la habitación de invitados que ya era casi mía. Y salí a la cocina para ayudar con la comida.

—Traje todo lo que necesitas para la pasta.

Sonreí saltando poniéndome manos a la obra para hacer mi gran platillo favorito. Carola me conocía muy bien.

—Tu correspondencia -me entregó el puño de cartas- las agencias siguen pidiéndote.

De todos los sobres uno en específico llamó mi atención, este se veía muy elegante y tenía un sello. Lo abrí y era una invitación a la Met gala.

Dancing With Your GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora